Rosas

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Esa mañana desperté con el sol postrándose en mi cara. Había soñando una vez más contigo, mi sonrisa había sido inevitable. “y tú que has hecho para olvidar que fue?” recordé la frase de una de mis canciones favoritas de La Oreja De Van Gogh.

Mi recamara había estado igual que la última vez que lo vi, cerrando mis ojos, soñando una vez más con aquel rostro que hacia mi vida un cuento de hadas.

-          Melody despierta- había escuchado a mi hermana atreves de la puerta de mi cuarto- se nos hace tarde!

Odiaba que en las mañanas me hablaran para despertarme pero suerte fue la mía que me despertara por mi propia voluntad ese día. Las cobijas aun cubrían mi cuerpo, me abrazaban con suavidad y cariño pero como siempre en las mañanas de lunes a viernes tenía que despedirme de ellas para llegar a la escuela.

Me levante suavemente para no marearme, llegue hasta mi tocador y me lave los dientes sin voltear a verme en el espejo porque seguramente como en todas las mañanas me vería muy fea.

Cuando termine abri la regadera para tomar un baño rápido y apresurado, me quite rápidamente la ropa y la puse en el sesto de ropa sucia. Rápidamente me tallé el cuerpo, me puse rápido el shampoo y no dejé pasar un segundo mas.

Salí de la regadera a tropezones, faltaba media hora para que nos fuéramos y yo aun estaba mojada. Me vestí rápidamente con mi vestido de flores favorito, (estaba a la moda estar usando esa clase de vestir) y me delinee los ojos para resaltar aquel verde esmeralda que poseía, me seque el pelo lo mas rápido que pude y me lo acomode en una trenza francesa.

Tome mi bolsa y mi iPad para tomar notas en las clases, pues yo estaba en una de las escuelas más prestigiadas del estado y no era como otras escuelas donde tenias que llevar miles de cuadernos o libros para una materia, tenía el privilegio de llevar un aparato para tomar apuntes en todas mis clases.

Bajé las escaleras tranquilamente, mi madre y mi hermana ya estaban esperándome en la camioneta. Me sentí un poco apenada por ser la última que terminara pero al parecer cuando llegue no les había importado mucho. Cerré la puerta a mis espaldas y me subí a la camioneta, saque mi celular y vi un mensaje nuevo.

      “Te espero en el parque detrás de la escuela” – Abel

Abel y yo habíamos sido amigos desde hace mucho tiempo pero el secreto de nuestra amistad es que en verdad me gustaba mucho, desde el primer día que le vi caminar por los pasillos, jamás me creí capaz de ser algo más que una compañera de escuela.

Cuando termine de leer el mensaje un recorrido de nervios y de frio paso por mi cuerpo, me estaba esperando, aquel gesto de él se me había hecho hermoso, fue entonces cuando la inevitable sonrisa no tardó en aparecer.

-          ¿Por qué sonríes? – pregunto Paulina al verme de perfil, con su típica sonrisa picara.

-          Por nada- y solté unas pequeñas carcajadas

Mi madre no prestaba mucha atención, ella estaba muy ocupada pensando en su ciber novio que por ser verdad no me agrada ni un poco pero siempre hay que respetar la felicidad de tu mamá.

El transcurso a la escuela había sido muy lento, hablaba con Paulina de su novio y de el que esperaba que pronto fuera mío.

Paulina era algo parecido como mi gemela, la única diferencia era que ella poseía unos ojos cafés hermosos y un cabello ondulado chocolate. A mi parecer yo quisiera ser como ella, era hermosa de todas las formas posibles, mientras tanto yo tenía cabello rojo rizado, ojos verdes esmeralda y una piel muy pálida que hasta el día que naci había preocupado a mi madre de que yo no pudiera respirar bien.

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⏰ Última actualización: Sep 15, 2012 ⏰

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