Una estación intensa, sofocante. El estío estaba en su apogeo cuando Saitama conoció a Genos.
Nunca en su sano juicio pensó verse en tal situación. Compartir su casa con alguien más era una idea que ni siquiera llegó a considerar en todo ese tiempo. Él siempre fue un hombre solitario, introvertido, independiente y ajeno de cualquier opinión que la sociedad pudiese hacer.
¿Por qué su tranquila vida tenía que tornarse tan agitada de un momento a otro?
Un día salió tras un molesto mosquito y al día siguiente tenía un chico cyborg tocando su puerta y cargando una enorme maleta abriéndose paso en su pequeño hogar.
Todo pasó tan rápido que no había podido siquiera analizar la situación y terminó aceptando su destino al ver aquel dinero para la renta. Al fin y al cabo no tenía nada que perder y aquel muchacho cyborg tampoco parecía tener malas intenciones.
Aquel chico que dijo llamarse Genos al parecer tenía mucho más tiempo libre que él como para estar simplemente ahí observándolo por horas.
En definitiva no estaba acostumbrado a tener la atención de alguien por tanto tiempo. Bastante abrumador si le preguntaran.
Su mirada era tan profunda que literalmente sentía que grababan todo a su alrededor. El rubio en verdad estaba convencido de que su rutina sedentaria era parte de un ostentoso y misterioso entrenamiento.
Tenía que hacer algo al respecto.
Saitama soltó el manga que tenía en su mano y miró inexpresivamente al cyborg frente a él. La intensa ola de calor de ese día estaba empezando a molestarle. Verano era la estación que más odiaba por mucho, y esa situación sólo estaba terminando por empeorar su humor.
Durante los pocos días que habían convivido juntos, el trato aún era bastante extraño. Genos era demasiado formal aunque solía hablar incansablemente una vez hallaba un tema de conversación. Se volvería loco si seguía en esa situación tan incómoda para su actual estado de ánimo.
–Genos –llamó captando la atención del menor.
–¿Pasa algo, sensei?
–El día es un infierno, vamos a la playa o algo –exclamó con simpleza, había estado pensando en si debería o no decir aquello, pero ya que el rubio estaba allí, y él moría por refrescarse, no estaría mal hacer algo más que le quitara la idea de que todo lo que hacía era algún tipo de entrenamiento.
–¿La playa? Es ese algún tipo de entrenamiento acuati...
–¡Nadar! ¡Solo quiero nadar, hombre!
•••
La playa estaba bastante concurrida como era de esperarse en esa época del año. Saitama agradecía de cierta forma no estar sólo o de lo contrario habría deseado no haber salido de casa y evitar estar rodeado de tanta gente.
–Sensei, hay un lugar cerca al muelle que parece no estar tan lleno.
Como si hubiera leído su incomodidad, Genos sugirió el camino y les guió hasta allí sin dudar.
Saitama suspiró aliviado al notar que el lugar se encontraba despejado casi en su totalidad. De inmediato soltó su toalla en cualquier lugar y se tiró al mar amando la fresca sensación en su piel que ardía por el despiadado sol de verano.
–Hombre, amo venir a la playa. –Saitama habló al aire aunque claramente el comentario llegó a oídos de Genos. – Hey, no seas aburrido y te quedes solo viéndome nadar, entra al agua tú también.
El rubio miró a todos lados y dejó a un lado su cuaderno de notas que ya estaba listo para empezar a recibir apuntes sobre las técnicas de nado de Saitama.

ESTÁS LEYENDO
A cuatro estaciones. | SaiGenos
FanfictionEn doce meses cambian muchas cosas; vives muchas experiencias y conoces nuevas personas. Para Saitama y Genos, el día a día se transformó desde el primer instante en que se conocieron, pero ninguno parecía notarlo. Un héroe por diversión y un joven...