CAPÍTULO ÚNICO

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Día tras día el mismo estrés. La misma agonía. Las mismas personas todos los días. El mismo paisaje. Día tras día los mismos colores oscuros girando en mi mundo apagado.

Las palabras dan vueltas y vueltas viniendo de aquí y allá en mi embotada cabeza.

No soy un fanático de filosofar ni nada de esa naturaleza, pero me dejé llevar por mis pensamientos profundos, los cuales surgen en los momentos en los que estoy solo.

Entonces me veo a mi mismo vagando en las tinieblas, suplicándole al diablo que con sus manos traiga la paz de aquellos días grises en los que el cielo velaba por mí.

Aun así, en esos tiempos la soledad me parecía lejana.

Siempre me acompañaba un ángel. Un ángel cuyas alas se habían roto desde el principio y yo nunca lo noté, ignoraba sus alas, dándole poca importancia a su presencia. Aunque en realidad era lo más precioso que tenía.

Tal vez no lo valoré lo suficiente. No lo sé.

Sus alas eran negras. Un negro profundo en el que te pierdes si lo miras demasiado tiempo, el mirarlo era como ver la noche oscura. Las pequeñas plumas eran claramente visibles, pero parecían tan frágiles, como si con una caricia pudieran romperse en mil pedazos.

El tono negro predominante del tatuaje se acurrucaba suavemente contra la piel pálida en la espalda de la persona que lo llevaba.

Aquellas no eran alas con las que pudiera volar. Al contrario. Lo ayudaban a permanecer en el suelo; en la tierra.

Le ayudaron a mantenerse firme en los malos tiempos y a su vez, aquel ángel lograba mantenerme con él.

A diferencia de sus alas, su pelo era casi tan blanco como la nieve. Realmente tenía el aspecto de un ángel. Incluso con sus innumerables piercings en los oídos, se podría pensar que aquel chico vino del cielo.

Pero sólo él sabe cómo llegar allí.

Además de su piel muy pálida, sus labios rosados ​​casi rojos sobresalían tanto que cualquiera que lo viera se sentiría tentado de tocarlos de inmediato. Aunque él nunca lo habría permitido. No era una persona que disfrutara o le gustara el toque.

Incluso su forma de moverse era muy suave, como cuando pasaba sus manos por mi cabello o simplemente deslizaba su bolígrafo sobre el papel y con sus dedos estrechos, incluso ligeramente femeninos, tomaba el bolígrafo y comenzaba a escribir.

Recuerdo como sus labios rozaban mi frente antes de dormir, el aroma a café inundaba la casa mientras escuchaba desde el otro lado de la pared el constante rasgar de las hojas.

Él escribía y escribía, dibujaba y dibujaba.

Creaba mundos donde el cielo y el infierno eran el mismo lugar, donde las ovejas besaban a los leones y los ángeles reían con los demonios.

Siempre usaba lápices. Algo más estaba fuera de discusión para él. No estaba seguro de usar un bolígrafo cuyo producto no pudiera ser borrado.

A él le gustaba poder remediar sus errores.

Con su lápiz pude aprender mucho en ese momento.

El lápiz a menudo se rayaba en los costados y se le rompía la punta varias veces, lo que probablemente se debía a que había encontrado el camino al suelo con más frecuencia que cualquier papel arrugado en la habitación.

Rara vez se me permitía entrar en esa habitación. Él insistía en que era por mi propia protección.

Sus alas me resguardaban aun cuando estaban rotas.

Sin embargo, a pesar de no estar cerca de él, debí haber sabido de su condición.

El café siempre frío en la mesa de la sala de estar ya se había convertido en un mueble y no se guardaba. No lo hacía yo y no lo hacía él. A través de esta taza de café se podría pensar que el tiempo se habría detenido dentro del apartamento.

Los contenedores de basura en la esquina de la habitación estaban abarrotados de papel lleno de escritos y garabatos en su mayoría, sin embargo, nunca me atreví a mirar las hojas más de cerca con el temor de que pudiera notar algo más.

Quería vivir en un mundo donde las alas de los ángeles no se marchitan.

Incluso con su cansancio diario en la noche, no pude darme cuenta de lo devastado que él se encontraba. Apenas lo notaba y, sin embargo, nunca me dejó. Él cuidó bien de mí cuando el tiempo lo permitió.

Incluso cuando en ese entonces tenía un trabajo ocupado y nunca tenía tiempo libre. Yo también tenía la agenda llena, sin embargo, yo salía con amigos mientras él se aislaba del mundo.

Él siempre se había negado a salir de casa, odiaba las risas, los dulces, la luz. Por lo que su habitación estaba a oscuras incluso durante el día y no dejaba pasar un sólo rayo de sol.

Podrían pensar que éramos dos partes opuestas completándose la una de la otra. De hecho éramos eso, pero eso nos hizo tan especiales.

Nuestra relación nunca consistió en citas u otras cursilerías, aunque teníamos nuestros momentos. Él nunca tuvo tiempo de estar conmigo, excepto por la noche. Pero por la tarde no tenía fuerzas.

Se encerraba, se miraba al espejo y lloraba.

Lloraba porque él era un ángel sin alas, un ángel que no podía hacer nada por mí.

Aunque en realidad yo nunca pude hacer nada por él.

Ambos nos encontrábamos tan lejos el uno del otro, pero a la vez tan cerca. Éramos como la luna y el sol, aunque hubo un momento en el que la luna no quiso salir más.

Gracias a mi tiempo libre en este momento, decido ir al lago donde siempre le hablo.

No importa lo lejos que haya estado durante exactamente 2 años. Me siento tan cerca de él en este lugar como nunca antes. Ni siquiera cuando estaba vivo.

En el reflejo del lago, lo veo de vez en cuando. Él esta sonriendo, él es feliz. Cuando vivía él no conocía esa emoción. Casi nunca vi este rasgo facial en él. Pero es por eso que me calma venir aquí cada vez que tengo oportunidad. Porque su sonrisa actual me hace dormir en paz incluso si ahora tengo que dormir solo. Incluso si tengo que comer solo y si tengo que pensar en él solo en el sofá por la noche.

Este lugar está tan alejado de todo, tan fresco, tan amargo y tan dulce a la vez, que el sólo canto de los pájaros en el lugar me hace recordarlo.

Cuanto más tarde se hace y más se oscurece, más ganas tengo de poder volver a verlo como solía hacerlo. Lucho cada vez más con la idea de seguirlo a medida que voy por las aguas negras del tranquilo lago.

Siempre hablo con él aquí. Sin embargo, nunca recibí una respuesta.

¿Acaso debería ir a buscarlo? ¿Hoy en el día que tomó su vida hace 2 años?

—¿Jimin?... ¿Qué aspecto tiene? ¿De qué color es el cielo?

—Descúbrelo por ti mismo Jungkook.

Yo salto, salto a las profundas aguas negras... y nunca vuelvo a salir.









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Bueno, hice este os en el receso mientras dormitaba xd, simplemente dejé que mis ideas vagaran y cuando vi ya tenía escrito esto :'d

Ya sé que es cortito y que probablemente no entendieron, no le hagan mucho caso, la verdad no planeaba subirlo, pero pensé que tal vez a alguien le gustaría u.u

En fin, gracias por leer <3

WINGS  「 Kookmin 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora