SEGUNDO MES

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Harry evitaba a toda cosa tener contacto con Louis.

Primero porque seguía molesto y resentido.
Segundo, había pensado de más e incluso lleno su boca con insultos para el castaño.

El mocoso malcriado que encontró en el pasillo era en realidad esposo de Simón Cowell y Louis simplemente era el asistente de este.

Después de descubrir aquello salió corriendo en dirección  a su oficina y desde ese día no ha querido toparse con el erizo.

-¿Todo está bien?- preguntó curioso al médico.

- Si, Farid va mejor que nunca.- sonrió Patrick. - Este chico está muy bien.- acarició los cabellos del niño.

Harry  sintió un alivio enorme al saber eso, por Culpa de sus comportamientos inmaduros había olvidado por completo la atención hacia su hijo. Si algo le llegará a suceder jamás se lo perdonaría.

-Farid, debo hablar con tu papá de algo importante ¿Puedes ir con Dana?

El niño asintió  y bajo del regazo de su padre para ir con la secretaria del doctor como le había pedido.

-¿Sucede algo malo? ¿Tiene algo mi bebé?

-Tranquilo Harry. La evolución  de Farid ha sido muy buena pero... Es algo diferente de lo que quiero hablar.

El rizado asintió  intrigado, no tenía ni idea de cuál sería el tema pero una sensación extraña llego a su cuerpo.

-Louis vino hace días.-

-¿Qué? ¿A qué vino? ¿Quiere saber de Farid?

-Lamento decirte que no. Él vino por otras razones.

-¿Cuáles?

-Como médico debo guardar el historial de mis pacientes.

-¿Tiene problemas de salud?

- No puedo decirte nada más  Harry.

El rizado bufó molesto.

- Si eso era todo me tengo que ir, Farid no ha comido.

Se levantó de la silla para irse con su hijo a almorzar cuando la voz de Patrick lo detuvo de nuevo.

-Quierias escuchar que Louis está interesado en Farid ¿Verdad?

(...)

Una vez que alimentó a su pequeño lo llevo al acuario que tanto ama.

Era sábado y por ende las entradas eran a mitad de precio, debía aprovechar esas promociones.

Harry miraba lo feliz que estaba el menor y cuán alegría irradia. Su corazón se llenaba de amor con tan sólo ver esa sonrisa blanca del pequeño.

Aunque había una espinilla impidiendo llegar al cien porciento de felicidad.

Louis había visitado al médico pero con otras intenciones. De cierta forma le tranquiliza saber que el otro padre de su retoño no mostrará interés o algún signo de curiosidad pero también, aunque no lo admitiera tan fácil hacia otras personas, le entristece la realidad que jamás aceptó.

Louis no quería al bebé.




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