Tras la muñeca

¿Nunca te has preguntado qué ocultan esos grandes ojos cristalinos? ¿Qué es lo que esconden las muñecas de porcelana? ¿Qué es lo que las hace parecer tan reales?

Llevo muerta desde 1756. Mi alma ahora vive en este cuerpo inerte de porcelana y habitará en el durante toda la eternidad. Todo es mi culpa, tuve la osadía de finalizar con mi vida antes de lo previsto y ahora, estoy pagando el precio.

Lo único que podemos conservar, son nuestros ojos y, como bien dicen, los ojos son el espejo del alma. Ellos expresan nuestro sentimiento de tristeza, arrepentimiento y nostalgia.

Llevo siglos encerrada en este diminuto cuerpo. Estoy condenada a observar como una vida surge tras otra; como una nueva vida nace, y otra perece en la oscuridad. He sido castigada con la peor de las penitencias; el tiempo. El tiempo es mi peor enemigo; al estar aquí encerrada, sin poder mover una sola articulación, sin siquiera respirar, lo único que me queda es pensar y rememorar mi antigua vida. Únicamente puedo pensar en las mil cosas que me habían salido bien y en las otras mil y una veces que la había fastidiado. Aún así, siempre le doy un sin fín de vueltas a aquella noche. A aquella noche en la que estaba especialmente irritable. Esa noche en la que mis padres volvían a discutir porque otra vez faltaba dinero debido a que, mi padre lo había vuelto a derrochar en bebida. Le daba vueltas a esa noche en la que tomé la decisión de salir corriendo de casa y saltar a las vías del tren.

No puedo evitar imaginarme diferentes escenarios de lo que podría haber pasado si me lo hubiese pensado mejor. Si no hubiese saltado. No puedo evitar culpar a mis padres de lo que me está pasando. 

Ahora, una pequeña lágrima recorre mi diminuta y ruborizada mejilla mientras observo como pequeñas niñas juegan a tomar el té conmigo sin tener ni la mas absoluta idea que en el interior de su juguete, vive; el alma de una persona, sus recuerdos y sentimientos.