XXVII; Veintisiete, final

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Te busqué por toda la escuela.

Estaba corriendo, tenía miedo de no encontrarte, de perder todo el valor que reuní.

Cafetería, cancha, salones. No estabas en ningún lugar, me empecé a preocupar.

No habías faltado ni una sola vez.

Llegue a donde se organizó el baile, tuve esperanza de que estuvieras aquí, pero no. Me ignorabas hasta el punto de hacerme sentir peor conmigo mismo.

Me fui al jardín que tenía la escuela. No había nadie, suspire para sacar toda la frustración.

Lucías más feliz con ella, cada sonrisa que le dabas parecía real. Como si tú no me hubieras conocido, pero sabía que no estabas bien, tus ojos azules no eran iguales a cuando los vi.

Este era el último año, y quise pasarlo contigo. Aún sabiendo que no merecía eso, porque sé cuanto duele.

Escuche un ruido, me puse alerta.

—¿Mike? —reconocí la voz al instante.

—¿Qué quieres? —no la miré, no podía. Si la veía solo iban a aparecer recuerdos de ella besándote.

—Mike, sé lo tuyo con Trolli, y- —la interrumpí.

—No, jamás tuvimos algo. Yo no me di ese lujo con Trolli, solo desperdicié mi tiempo.

—Lo sé, pero él jamás te olvido —sentí como un sentimiento cálido me invadió.

—Él fue feliz contigo. —La vi, sus ojos color miel me distrajeron. Se veían igual que los de Trolli: vacíos.

—Eso no significa que nunca imaginó un futuro contigo. Me habló de maravillas de ti, de como iba a esperarte lo que fuera necesario, porque tú le dijiste lo mismo. —su ceño se frunció.

Recordé la nota que le di a su mamá.

—Y aun estoy dispuesto a hacerlo. Lo quiero —dolió decir eso. Dolió porque sabía que no lo quería.

—¿Estas seguro de eso? —asentí— Porque yo no lo estaría. Querer a alguien por más de tres años no es solo atracción, algo así hubiera desaparecido hace mas de dos años. Entonces, Mike, ¿te gusta Trolli? —pensé la respuesta que le iba a dar. Negué.

—Hace dos años le dije que me gusta, pero la verdad es que lo amo —admití. No iba a negar eso.

Ela sonrió, y aunque sus ojos fueran vacíos, su sonrisa era genuina.

Y entonces recordé que ella nunca me había hablado, y menos de Trollino.

—Jamás me respondiste, Ela, ¿qué quieres? —Le volví a preguntar, sonando serio.

—Vine a hablar de Trolli. —la mire confundido y con el ceño fruncido.

—¿Ahora?

—Quería saber si todo lo que le dije valía la pena. Y vaya que sí —confundido. Eso era lo único que mi rostro demostraba.

—¿Qué le paso? —Tuve miedo a su respuesta, a que algo le hubiera ocurrido. Me dio miedo a perderlo de nuevo.

—Mike... —su tono de voz se suavizó— Trolli, verás, él... está en el hospital —mis piernas empezaron a temblar, sentí como mi corazón dolía.

Quería gritar, decirle algo a Ela, pero no pude. No podía a decir nada, no salían palabras.

—Jamás fue feliz conmigo, Mike. Él entró en una depresión, pero no solo por ti, sino porque su madre, bueno... Ella tenía un tumor en el cerebro, murió antes de que el año en el que te fuiste se cumpliera. No tuvo a nadie, Mike, él no tuvo a nadie —y me sentí mal por eso. Porque yo pude estar para él, pero no lo estuve—. Tu llegada le afectó, más de lo que pensé. Y él... —dio una mirada de tristeza, estaba por darme una mala noticia, entonces entendí lo que quería decir. Quise llorar.

—Dime el hospital —intente sonar seguro, pero mi voz estaba quebrada, yo lo estaba.

Una vez que me dijo la dirección salí corriendo, no me importaba nada mas que Trolli.

Sentí como mi mundo se derrumbó. Lo sentí porque él era mi mundo.

Trollino, ¿por qué?

2° Sorry || MikellinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora