"Hoy va a ser el día menos pensado" pensé mientras esperaba sentado en la pequeña mesa que daba a la ventana. Era viernes, el día había sido soleado y tranquilo durante la mañana, sin embargo la tarde había llegado y había teñido a la mitad de Italia de un triste gris claro.
–Su café, ¿se le ofrece algo más, joven?– me preguntó el mesero. Yo negué con la cabeza y le di las gracias.
Mi mirada se dirigió otra vez a la ventana, la gente iba y venía corriendo, el cielo estaba lleno de nubes negras que apenas dejaban a unos pocos rayos de sol infiltrarse a través de ellas. Me dispuse a comerme mi pastel de fresas, cuando un chico en el restaurante llamó mi atención, era un chico vendedor de flores, quien se acercó a mi con una gran sonrisa. Por un momento mi corazón se detuvo, ojos grandes, piel morena y linda sonrisa, quizá solo era una coincidencia o una broma cruel del destino.
–Disculpe, ¿me compraría unas rosas?
–Vaya, son realmente hermosas.–dije algo triste al notar que su timbre de voz no coincidía con el de mi amado.
–Le daré todas por cincuenta, realmente necesito terminar mi venta hoy, estoy algo cansado.
–Veamos, dos docenas por cincuenta, me parece un buen precio.– dije mientras distraídamente sacaba el dinero de mi billetera.
– Muchas gracias.– me dijo el chico de las rosas, en seguida se fue.
Me quedé un momento observando los hermosos ramos que había comprado, eran bastante simples, pero eso mismo los hacía hermosos. A mi cabeza llegó nuevamente la imagen de mi amado Narancia. En ese momento me hubiera gustado tenerlo conmigo para darle las hermosas rosas que le había comprado.
De mis ojos se escaparon algunas lágrimas, recordé el día que ambos nos confesamos nuestro amor. Una noche, en casa todos dormían, menos Giorno, el chico nuevo se había encerrado en su habitación a leer hasta tarde. Narancia y yo estábamos en nuestra habitación, mirando el sol desaparecer a lo lejos, mis ojos se perdieron en los colores que se formaban en el cielo, mientras que los brillantes ojos de mi compañero se perdieron en mi sin que yo lo notara, al menos hasta que suavemente puso su mano en mi hombro para llamar mi atención.
–Fugo. Te quiero.–dijo.
–Yo también, Narancia.–le respondí.
–Si me quieres entonces dame un beso.– me dijo mientras me sonreía pícaramente.
No pude negarme, lo tomé de la cintura acercando su pequeño cuerpo al mío. Sentí sus brazos rodear mi cuello mientras mis boca saboreaba la suya, ese delicioso toque de naranjas dulces me volvió adicto desde la primera vez...
Hacía ya algunos meses que no lo veía, mi amado se despidió de mi, para cuidar y proteger a esa misteriosa chica de cabellos rosados hija de nuestro jefe. Me sentía asustado y celoso de Trish (no puedo negarlo).
–Adiós, Fugo... Fue un placer coincidir en esta vida.–dijo mientras con los ojos llenos de lágrimas se acercaba al borde, y sin pensarlo se lanzó tras el pequeño bote, dejándome con una mano en el corazón y en la otra excusas que ni él entendía.
Un nudo se formó en mi garganta, esa fue la última vez que lo vi, estaba asustado, pero siguió a su corazón. Por mi parte... Solo queda decir que fui un cobarde dejándolo ir y llevarse mi vida con él.
Lloré amargamente, el sabor dulce del pastel de fresas era opacado por el salado sabor de mis lagrimas calientes. Hubiera dado lo que fuera por volver a sentir su piel suave rozando la mía, sus ojos profundos penetrándome hasta el alma, su linda sonrisa que iluminaba todas mis mañanas al despertar, el sonido de su voz que era como el trino de un gracioso pájaro en una mañana de verano. Lo extrañaba, por eso todos los viernes volvía a ese restaurante, donde lo conocí, donde esperaba encontrarlo de nuevo.
Cuando terminé y pagué mi cuenta me dispuse a irme, pero algo dentro de mí me detuvo. "Quieto, hoy quizá si"—la esperanza me detuvo, porque creía que después de tanto tiempo volvería. Quizá después de todo... El no estaba muerto, quizá solo era un rumor y en cualquier momento Narancia entraría al restaurante y correría hasta mi para abrazarme y besarme como lo hacía siempre.
Recordé nuestros dulces besos, nuestras peleas sin sentido, nuestras caminatas en el parque tomados de la mano, recordé los abrazos que le daba cuando él sentía miedo, recordé su cuerpo vibrar sobre el mío y el calor de su interior cuando hacíamos el amor. Todo eso se había ido, como él, todo había muerto.
Después de un rato, decidí ir. No podía soportarlo más, salí del restaurante con el montón de rosas en los brazos y corrí bajo la lluvia. Mis piernas no se detuvieron ni un momento a pesar del extremo cansancio, sentía la necesidad de correr sin parar, por un lado para huir y por otro para llegar a él, en ese momento de verdad lo necesitaba, así que seguí corriendo hasta que llegué al cementerio. Un lugar triste y lleno de dolor y recuerdos. Caminé entre las tumbas mientras la lluvia empapaba mi cara.
—Narancia...—me paré frente a una pequeña tumba con su nombre—Mira... Te traje rosas... Mil rosas para ti.—mi cara mojada por la lluvia se mojó aún más con mis lagrimas. Me arrodillé y las deposité en el suelo, luego me senté a un lado y cerré mis ojos. Mi mente comenzó a jugar sucio conmigo, pues en un momento sentí de nuevo el abrazo cálido de mi amado y el dulce sabor de su saliva en mi boca, el olor de su cabello llenó mi nariz. Inspiré hondo, pronto mi llanto se desbordó, sin embargo mis lagrimas eran gotas insignificantes comparadas con la tormenta que se había desatado tanto en el cielo de Italia como en el interior de mi corazón.
—¿Sabes? Empiezo a pensar que el amor verdadero es solo el primero, sospecho que los demás son solo para olvidar.—le dije con un hilo de voz, me sentía tan débil y destrozado, pero tenía la esperanza de que me respondiera... Que de repente llegara y tocara mi hombro diciéndome "Fugo, no estoy muerto. Estoy aquí, no llores más." El dolor y el cansancio se apoderaron de mi. Cerré mis ojos mientras imaginaba el verlo por última vez...
La mañana del sábado los encargados del cementerio encontraron el cuerpo sin vida de un chico rubio al lado de la tumba de Narancia Ghirga. Nadie reclamó el cadáver, el cual amaneció empapado por la lluvia y de forma muy romántica cubierto de pétalos de rosas, en el rostro del fallecido no había señal de dolor, al contrario, una leve sonrisa era la prueba de que el joven enamorado había abandonado este mundo en paz. El joven había muerto de frío pero al no haber sido reclamado por ningún familiar, se le enterró justo donde había sido hallado.
Fic corto porque pues se me dio la gana, espero les haya gustado.
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Rosas (Fugonara)
FanfictionNuevamente es viernes, en una tarde gris y lluviosa,Fugo se refugia en una cafetería. Acompañado de un café y una rebanada de pastel de fresas y un ramo de rosas, el amor de su vida aparece frente a él, trayéndole hermosos recuerdos del tiempo en qu...