Capítulo 13

12K 1.7K 992
                                    

Tuve un déjà vu en cuanto desperté. Instantáneo.

Moon-jae me rodeaba con ambos brazos, limitando el movimiento de mi cuerpo. De nuevo, su espesa cabellera me impidió verle el rostro, sumido en el sueño. La luz del día, que era poca, me sirvió para verificar que ambos tuviésemos puesta la ropa. Una presión sobre mi pecho desapareció en cuanto lo confirmé.

Dentro de mí, corría el nerviosismo por su inesperada cercanía. Cerré los ojos, traté de respirar con normalidad. Me puse a pensar sobre lo acontecido en la madrugada y el motivo por el que despertamos en esta cálida posición. Aún seguía un tanto sorprendido y preocupado por la condición de Moon y sus inquietudes.

Lloró al pie de mi escritorio, rogando porque le permitiera quedarse. Nunca lo vi derramar lágrimas de tristeza, enojo, miedo y mucho menos de felicidad. Hubo unas cuantas, cuando el sexo le dolía, pero nada que tuviese que ver directamente con sus emociones.

Algo le preocupaba mucho, demasiado. Y no eran las drogas que se metió o sus problemas con ellas, ahora conocidos por mí. Me atreví a preguntarle qué era lo que tanto le inquietaba, pero no pareció nada dispuesto a contestar. Las palabras quedaron atoradas en su garganta. No pude leer nada a través de sus ojos o el brillo de sus lágrimas.

Tuve que apiadarme de él, como alguien que trata de empatizar con un niño lloriqueando tras un duro regaño. Me acerqué, apoyé una mano sobre su hombro, evité el contacto visual a toda costa mientras soltaba alguna que otra palabrilla para consolarlo.

—Quédate —dije, girando los ojos—, pero ya no llores.

Sus sollozos cesaron de golpe, sus expresiones se transformaron en alivio, aunque pronto volvieron a la inexpresividad. Gastó sus pocas energías en los forcejeos y el llanto. Por eso, cuando le pedí que se levantara para encaminarnos a mi cama, se balanceó como la hoja de un árbol. Tuve que tomarlo por debajo de los brazos, alzarlo y ayudarlo a que se recostase junto a la pared, lo más lejos posible.

Los dos nos dimos la espalda por completo, él por sus pocas fuerzas y yo por mis deseos de no tenerlo ni en pensamientos. Traté de concentrarme en otra cosa, como el trabajo o el dinero, sin éxito alguno. Solo podía tener en la cabeza el hecho de que Moon-jae y yo estuviésemos respirando el mismo oxígeno.

—¿Luke? —Me llamó tan solo un minuto después.

Fingí que dormía para no responderle. Controlé mis exhalaciones, así como cada ligero movimiento. Pensé que pronto se rendiría ante mi ausencia, pero en su lugar, insistió por llamarme dos veces más, en tono bajo y dudoso. Todavía era perceptible el temor en su voz.

Contesté apenas con un sonido muy breve que entremezclaba el sueño y la consciencia, fingido. Pasaron varios segundos de total silencio. Concluí que se había quedado dormido tratando de recordar lo que quería decirme, pero me equivoqué.

—¿Podrías abrazarme? —soltó, de la nada.

Lo primero que hice, fue negarme con un no rotundo. Después, tensar el cuerpo por completo mientras controlaba los latidos de mi corazón que se aceleraron por su muy inesperada pregunta.

Es la morfina, es la morfina.

Porque no podía haber otra razón. Moon-jae me odiaba, no podía decirlo en serio. Sentí las mejillas calientes en mitad de una noche muy fría. Hasta el vapor de mi propia respiración me humedeció un poco el rostro bajo las sábanas.

—Me debes un favor —se le oía todavía adormecido, pero más consciente—, te lo estoy cobrando ahora.

—No seas ridículo. —Hundí el rostro en la almohada, indispuesto a obedecer.

El balcón vecino [BL-GRATIS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora