El tercer año de carrera es considerado, des de mi punto de vista, un lugar cerrado y oscuro del que estás a punto de salir, pero aún te quedan un par de personas por empujar por el camino hasta ver la luz por completo. Estas en el borde esperando ser rescatada por un mano de entre la multitud y por fin poder respirar tranquila. Pero para eso tengo que esperar, un año más.
— Un año más — me dije a mi misma mirándome en el espejo.
Me alisé la camiseta blanca que me quedaba demasiado apretada, y me di un último repaso al cabello, asegurándome de que la coleta se quedaba en su sitio. Nunca me ha importado estar presentable para ir a la universidad, es más, no me importa que un par de bobos y bobas se pregunten cada día que es lo que llevare el día siguiente. Si quiero estar presentable, lo quiero estar solo para mi propia satisfacción.
Cogí mi mochila, las llaves y el casco de la bici. No me paré a desayunar y tampoco tomé mi caffè macchiatoque suelo beber como cinco veces al día, sin exagerar. Se puede decir que tengo un gran y turbio problema con todo lo relacionado con el café. Seguidamente bajé las escaleras hasta llegar a la salida del edificio y fui directamente a coger la bici y dirigirme hacia la Universidad, donde solo tardaría unos quince minutos en llegar.
Una vez dejé la bici en su sitio correspondiente fui decidida hacia la entrada del edificio. El último día de clase es uno de los días más esperados para un universitario, junto con los fines de semana. Se notada un aire diferente repleto de carcajadas y sonrisas, personas cantando y saltando por todas partes, alguno incluso diría que estaba llorando de felicidad, pero no me paré a mirar más y seguí con mi camino.
Caminé por el pasillo gigante en busca de mi clase. No era la universidad más grande del país y tampoco la mejor, pero aun así se considerada un de las más prestigiosas y más proclamadas. Aunque no era mi favorita, ni a la que quise entrar, para mí era suficiente con salir de allí con un diploma en la mano y con la cabeza bien alta, orgullosa de haber cerrado otro capítulo más en mi vida. Pero eso aún tenía que esperar, me estoy precipitando.
Las ganas de perder de vista a todo el mundo estaban gritando y rasgándome por dentro. Era un pequeño demonio deseoso de por fin salirse con la suya. Supongo que no soy la única que piensa así ya que, al entrar en la gran clase de piso inclinado, llena de pupitres y una gran pizarra, recibí una mirada cruel por parte de Amber. Lo quiso disimular, pero se delató ella misma. Le seguí la mirada dejándole claro que no me intimidaba y acto seguido me senté en mi sitio. Amber fue una de mis mejores amigas durante los dos primeros años. Voy a ser sincera y, es que con ella pasé los mejores años de mi adolescencia. Era una chica divertida, cariñosa y responsable con sus amigos. O eso era lo que aparentaba, al menos conmigo. Nos lo contábamos todo y éramos inseparables. Nos llevábamos tan bien que parecía mentira. Ella era la amiga guapa y atrevida mientras que yo era la amiga vergonzosa y conservada, lo típico de cada historia. Solíamos tener nuestras diferencias, pero aun así nos acabamos reconciliando después de cada pelea tonta. Hasta ese día. Ese maldito día en que todo se fue por la borda. No puedo explicar bien lo que paso ya que yo acabé inconsciente y ella con un corte en la cabeza. Digamos que fue una pelea tonta que la llevamos al extremo. No me gusta recordarlo, pero para resumirlo en pocas palabras; ella dijo que estaba harta de verme deprimida. Y allí empezó la pelea que acabó con insultos, puños y gritos. Des de entonces no nos hablamos.
Mire el reloj para luego darme cuenta que mi mejor amiga llegaba tarde. Nunca llegaba puntual y tampoco tarde. Llegada en el momento adecuado, digamos que unos segundos antes de que el profesor cierre la puerta. Y así fue. La vi correr justo cuando el profesor entro, nos dijo buenos días y acto seguido intentó cerrar la puerta en el justo momento en el que Charlotte se desvió por debajo de su brazo y se fue corriendo hasta llegar a mi lado.
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PICTURE ME
RomanceDe lo único que Layla está segura es que todas las personas que creía conocer resultan ser solo desconocidos. Cuando conoce a Archer, el chico misterioso que no para de ver en sus sueños, le cambia la vida por completo. Los dos juntos se enfrentan e...