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- Mierda Benji – maldecí mientras observaba el mensaje en mi celular. Últimamente se hacían muy seguidos, sin contar las constantes llamadas, y aunque hubiera renunciado a ellos hace varios meses seguía involucrándome desde las sombras. Resople con frustración, había querido irme para alejarme de ese mundo, de todo aquello que podría resultar mal, pero algo más fuerte de lo que podía explicar me unía a todos ellos. Rebusque en mi armario esa chaqueta de cuero negra con el símbolo del dragón azulado, ese pantalón negro que me quedaba más ajustado y esas botas que solo usaba para estas ocasiones. Me miré en el espejo una vez vestida, y sonreí burlona, aunque odiaba últimamente ese atuendo también lo amaba. Quite la cola de caballo que tenía y revolví mi cabello de una forma que pareciera natural pero no despeinado. No lo logre. Nunca lo hacía. Busque en el baño un peine y luego de tres pasadas busque bajo el lavabo el paquete de toallitas desmaquillantes como también la base color un poco más oscura. Las guarde en el bolso junto con la chaqueta negra. No deberían verme salir con eso puesto en este vecindario. Respire ondo antes de salir del edificio donde vivía. El pasar la puerta hacia la calle con esas cosas involucraba volver a ser la Sofía de antes.

Camine unas cuantas cuadras antes de adentrarme en mi viejo barrio. Ese donde viví parte de mi infancia y adolescencia. Mi casa ahora yacía casi abandonada, salvo excepto por mí que intentaba ir seguido e ir manteniéndola. Me traía demasiados recuerdos dolorosos para poder volver a pasar todos mis días allí. Viviendo. Pero no podía dejarla simplemente destruirse sola. Observé su fachada, con la pintura un tanto desgastada y pensé en si ellos estarían felices de la vida que llevaba ahora. Supuse que la respuesta era no, porque yo tampoco lo era. Quite unas cosas del garaje antes de poder encontrarme con la moto ahí dentro. No creí volver a usarla y había metido cosas inservibles en medio de todo el garaje, quizás para no tentarme a sacarla más seguido. Conduje por la ruta, el viento me hacía paso por él. Amaba la sensación de conducir libremente.

Aparque la moto un tanto lejos del bar donde debía ir. Mire hacia todas las direcciones antes de lograr bajarme. Nadie parecía estar rondando por el lugar. Cosa demasiado extraña. Volví a respirar profundo mientras apoyaba el casco sobre la moto. Mi chaqueta ya estaba expuesta ante los ojos de cualquiera que saliera del bar así que necesitaba volver a ser la Sofía firme y sin sentimientos. Aquella Sofía a la que nada le importaba. Aquella Sofía que era un poco más joven e inconsciente. Camine con firmeza hacia dentro del lugar. Las miradas inmediatamente se posaron en mí y mi chaqueta negra. Algunos hombres se pararon de sus asientos, pero inmediatamente se sentaron cuando Sebastián salió del cuarto contiguo. Un ademan de mala gana fue el gesto para que comenzara a caminar hacia aquel lugar. Ingrese observando todo el alrededor. Una joven de un cuerpo pequeño similar al mío se encontraba con los ojos vendados en una de las sillas. Sus manos y pies estaban atados y aunque parecía entera se notaba que había recibido varios golpes antes de mi llegada. No la reconocía, pero su campera negra me indicaba que pertenecía a los dragones azulados. Mire a Sebastián más pasiva e incrédula de lo que jamás hubiera sido. Esa no era la reacción que debía tener. Pero ¡Dios! Ya no era lo que antes. Sebastián camino hacia el escritorio del lugar y saco de uno de sus cajones una bolsa transparente con polvo blanco dentro. Droga. Alce mis cejas mientras pensaba que decir sobre eso.

- Me informan que no es la primera vez que esta hija de puta viene a vender estas cosas y que una vez drogados les roba – manifestó casi en un grito mientras sacaba varios paquetes más del cajón y los apoyaba con violencia contra el escritorio. – ¡No te hagas la inocente! – grito ya frente a mí. Sentí su aliento a cerveza en mi nariz. Su mano se cerró en un puño cuando tomo mi chaqueta por delante. Casi inconscientemente golpee su mano con la mía. No me soltó. Al contrario, apretó más su puño mientras me acercaba a él. – Me estoy cansando de esto Sofía. Ya no tengo paciencia y el idiota de Benjamín está detrás de todo – su cara se acercó más a la mía e intente mostrarme más que segura. ¡Mierda! Nunca me había preocupado Sebastián de esta manera. Y nunca me había quedado tan callada e inmóvil. Escuche un ruido detrás mío seguido de un quejido. La habían golpeado nuevamente.

- Voy a hablar con Benjamín. Me la debes – alce mis cejas intentando sonar lo más seria posible. Sonrió de costado mientras me soltaba.

- A esta altura me debes vos más favores, Sofía. Ya perdoné demasiadas cosas y no me estas solucionando ninguno de los problemas.

- Me voy a encargar – gire sobre mi eje y camine hacia la chica que parecía ya casi inconsciente. Me pare frente a ella y cuando me disponía a soltar sus manos un puño impacto de lleno en mi cara. Me tambalee y busque casi por inercia la providencia del golpe. - ¿acaso te sentís muy macho por pegarle a las mujeres? – grite mientras intentaba devolver el golpe en forma de patada. El sujeto sonrió cuanto mi pierna impacto en su morrudo cuerpo. No le había provocado nada. ¡Diablos! ¿Por qué no seguí haciendo ejercicio y practicando? Estaba débil después de tanto tiempo sin peleas. Volvió a golpearme. Esta vez en el estómago. Caí al suelo sin aire. Intente tomar varias bocanadas profundas antes de poder pararme nuevamente. Volví a recibir otro golpe, ya no tenía los reflejos de antes. Sentí sangre en mi boca. Escupí al piso mientras intentaba otra vez proporcionarle un nuevo golpe. Lo encontré desprevenido porque mi puño impacto de lleno sobre su ojo derecho. Sin embargo, más que un pequeño moretón no iba a provocarle.

Creo que ya estuvo suficiente. Déjalas que se vayan. Benjamín ya tienesu advertencia – desataron a la chica frente a mi quien apenas podía mantenerseen pie. Y la arrastraron fuera del bar aún con sus ojos vendados. Limpie milabio lleno de sangre con mi mano. Sebastián sonrió y me tendió un pañuelo queno recogí. – las cosas podían ser mejor. Pero no quisieron. – realizo un ademancon su mano e hizo que los pocos que quedaban en el cuarto se fueran. - Ándateantes de que no pueda controlar esto. Arréglalo porque si no, no voy a tenerforma de parar lo que pasa. Tene cuidado Sofía. Esta más peligroso todo desdeque te fuiste – tomé unas bolsas del escritorio y me dirigí fuera del lugar. –ya se fue – escuche decir a mi costado al hombre que me golpeo. Encima de todolo que había generado la muy zorra había tenido el tupe de irse sola. Camine ami moto con firmeza. Mi labio aun sangraba y notaba un dolor agudo en mimejilla. Jamás un hombre me había pegado de esta manera. Por lo general,siempre eran peleas de mujeres y cuando un hombre aparecía, también lo hacíaél. Conduje directo hacia donde Benji debería estar.

Dragones azuladosWhere stories live. Discover now