𝘴𝘪𝘯𝘨𝘭𝘦 𝘥𝘦𝘢𝘵𝘩

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Y esa noche lloró como nunca lo había hecho; aquel hueco era su pesar.
Las lágrimas caían traicioneras por cada rincón de sus mejillas. Sentía un dolor interminable y juró que jamás se iba a curar.
Él estaba enfermo; demente hasta los huesos y nadie podía sanarlo de su desesperación. Urgía su príncipe; urgía una flor que realmente no es real. Su mente suplicaba esa flor.
Oh, dulce flor destruída, ¿Dónde estás? Tu lecho es eterno, pero tu temor es grande.

¿Cómo te encuentras, Cameron?

Y de nuevo esa irritante pregunta de un ser que odiaba.
Maldijo el día en que creyó poder ser feliz y destruyó todo a su paso.
Se denominada un monstruo sin límites. Su contextura pálida y pulcra se encontraba ceñida a unos pliegues hechos por los huesos del mismo. Sí, no había estado. Sus ojos ámbar se colaban desolados por sus negruzcos mechones y respondió con pesar, pero no lo que el médico esperaba.

Realmente no lo sé, doctor... Deseo ver a mi flor como nunca... Anhelo mi flor de la pasión. ¿Sabe lo tortuoso que es no sentir la suavidad de sus pétalos acariciar cada trozo de mi ser?¿No poder sentir el viento chocar mientras que su belleza se ensalza?¿No poder ver a través de su apariencia? Sólo quiero verlo... Quiero decirle cuánto le he amado y que siempre estuve ahí...

El médico no formuló palabra. ¿Qué iba a decirle ante tal confesión? La conmoción lo llenó y, por el estado del chico, anotó en su libreta y se marchó.

"Día 156"
Hoy el paciente se ha puesto melancólico.
Ha recitado poesías  en honor a su flor  y
la belleza de ésta  una y otra vez,
Estado actual: Demencia.
Posibles análisis: imaginación o locura.

Porque en el amor siempre hay algo de locura

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Porque en el amor siempre hay algo de locura...
Y en el locura siempre hay algo de razón.
—Frederick Nietzsche.

















Imploro ayuda desde mi abismo, porque no podía ser real.
Pero todo esto era tan real como cualquier cosa de este mundo.
La lluvia empapaba las hebras rubias del chico que yacía frente a él. Su bronceada piel estaba siendo profanada por un tinte carmín mezclado con la salada esencia de sus orbes color ópalo. Aquellos ojos estaban abiertos, mirando a Cameron; culpando a cualquiera que pudiera mirarlo.
Demonios cruzaban la mente del pálido chico de rodillas y suspiró con pesar, pues nunca pudo decirle todo aquello que sentía,

Y todo se volvió desconcertante.
Cortes adornaban cada parte de su bronceada piel y, los más profundos aún tenían el descaro de seguir liberando aquel líquido de la desesperación.

Aquel que sentenciaba un final.

Y cayeron lágrimas de sus ojos, por no soportar todo el peso que tenía encima.
Y salió corriendo a su casa; encerrándose en su propia desesperación.
La lluvia golpeaba con furia su ventana y tomó su libreta para ensalzar su lápiz
Y lo posó, plasmando todo aquello que tanto tiempo escondió.

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⏰ Última actualización: May 05, 2019 ⏰

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