Your call
Harry guardó silencio mientras sus compañeros decían unas palabras que tocaban el corazón de todos los presentes. Aguantó las ganas de llorar desconsoladamente como un niño perdido y se mantuvo firme en lo que el funeral terminaba.
Por error miró el ataúd y no soportó el pensamiento de que su amigo se encontrara allí, tumbado como una estatua, pálido y pudriéndose a cada segundo que sus amigos hablaban de lo maravilloso que fue Louis en vida.
Las lágrimas comenzaron a caer por su rostro sin piedad y a Harry ya no le importó, sus amigos también lloraban y no era tiempo de ser un hombre fuerte. Lloró y no se detuvo hasta que un nudo se instaló en su garganta y el llanto le afiebró, sentía que desfallecería en cualquier momento y que tendrían que hacerle un agujero al lado de la tumba de Louis, porque de ser posible, ser iría con él sin importarle los demás.
—Te extrañaremos, Louis —terminó por decir Zayn y alguien ordenó que bajaran el ataúd.
Harry reaccionó y se dio cuenta que no podría dejarlo ir tan fácil, no podía dejar que un asesinato se lo llevara de su lado para siempre.
—¡No! —gritó Harry y todos se voltearon a verle. Se sobresaltaron cuando lo vieron a punto de arrojarse al agujero, Niall y Liam se apresuraron en sostenerlo. Alcanzaron a detener la caída, pero por poco—. ¡No, no lo dejen ahí, él no puede estar ahí! ¡Vamos, Lou, levántate! ¡No es gracioso, ven y ríe conmigo! Por favor… —volvió a llorar y gritar el nombre de Louis a los cielos, lo dejaron desahogarse en paz, nadie podía ser tan cruel como para decirle que no lo hiciera.
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Harry parecía que no dormía por las noches, y en el día se dedicaba a mirar un punto inexistente de la pared. Los chicos estaban preocupados por Harry, no comía ni se movía, estaba delgado y parecía un indigente, sin bañarse por días ni cambiarse si quiera de ropa.
Hasta que Liam decidió que era suficiente.
Lo tomó de los hombros y lo arrojó al suelo, Niall le dijo que cómo se le ocurría hacer eso y Zayn quiso ayudar a Harry. Pero Louis no lo dejó y lo apartó de un manotazo.
Tomó el rostro de Harry entre sus manos y lo obligó a enfocar sus ojos en su rostro.
—Harry, ¿acaso te crees el único que está sufriendo? Por si no sabías, Niall teme caminar por las calles a causa del asesinato de Louis —Harry se estremeció al escuchar el nombre del castaño y estuvo a punto de irse a su lugar seguro otra vez, pero Liam lo zarandeó para que volviera a concentrarse en él—. Zayn se altera cuando ve chicos castaños en cualquier lugar, comienza a temblar como una hoja. Y yo… lloro todas las noches pensando que Louis podría estar con nosotros, riendo y cantando con la banda hasta que fuéramos ancianos, pero él se fue, tienes que entenderlo —Harry derramó lágrimas silenciosas, escuchaba cada una de las palabras de Liam y eran como si atravesaran su corazón.
Abrió la boca para decir algo y los otros dos chicos se acercaron exaltados, desde el funeral de Louis, el rizado no había vuelto a abrir la boca nada más que para llorar de vez en cuando.
Vaciló un momento, pero se quedó callado.
Zayn suspiró derrotado y lo dejó, los demás le siguieron y Harry quedó solo, otra vez, como siempre se sentía desde que la policía lo llamó de madrugada para decirle que su amigo, Louis Tomlinson, había sido asesinado en un intento de asalto, pero que al resistirse los ladrones le dispararon dos balas en el pecho y una en la cabeza.
Harry cerró los ojos, haciendo acopio de su fuerza de voluntad para permanecer a flote y no hundirse en los pozos mentales que le hacían imaginar la muerte de Louis.
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El resto no comprendía que para Harry, el castaño no sólo había sido su amigo. Era secreto y nunca pudo decírselo por cobarde, y ahora no podía porque era demasiado tarde. Harry tenía claro que Louis creía que toda su relación a escondidas del mundo había sido un juego, aunque para él había sido mucho más. Ahora el corazón de Harry sangraba y no parecía haber forma de detener la hemorragia.
Mientras miraba la pared y se debatía si el color era crema o blanco, Liam entró a su habitación con una bandeja con comida. Tenía ojeras y el brillo en su mirada estaba apagado, ya no sonreía y nada parecía hacerlo.
—Harry, tienes que comer —le dijo en un susurro suave. No obtuvo respuesta, así que prefirió decírselo antes de que alguien entrara—. Harry… yo sabía lo tuyo con Louis, los vi un día… en tu cuarto.
Eso llamó su atención. Volteó la cabeza levemente y le dedicó una mirada borrosa a Liam. Liam negó con la cabeza y se forzó a mantenerse sereno.
—No se lo dije a nadie, si es lo que quieres saber. Supuse que querían tenerlo en secreto, así que no te preocupes. Comprendo porque esto te afectó más que a nosotros… pero tienes que entender que a Louis no le gustaría verte así, a él le gustaba cuando sonreías.
Harry lo ignoró y volvió su mirada a la pared, como un muñeco sin vida y que sólo funcionaba a cuerda.
Liam carraspeó y recordó algo. Buscó en sus bolsillos y sacó una bolsa transparente con un objeto dentro.
—Ten, es el celular de Louis. Lo tenía la policía como evidencia, pero lo regresaron.
Lo dejó sobre la bandeja que reposaba al lado de el rizado, en su cama. Se retiró con un sollozo y cerró la puerta tras de sí.
Harry se movió despacio, como una de las tortugas a las que olvidó dar de comer y que murieron hace una semana. Se sintió débil y tuvo que comer algo a la fuerza. Mientras masticaba un trozo de pan, abrió la bolsa y sacó el celular de Louis. Podía percibirla, su esencia.
Un estremecimiento hizo temblarle las manos y la bilis subió por su boca, vomitó lo poco que había comido y se quedó perplejo mirando el estropicio que se había transformado su cuarto.
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