Tenía tanto frío, me dolían las muñecas y los tobillos por las cadenas que me ataban cruelmente a la pared. No tenía permitido moverme demasiado, ni siquiera dentro de la celda en la que me encontraba. No lograba ni siquiera tocar los barrotes, así que estar de pie no tenía caso.
Pasaba la mayoría de mis días acostada en la excusa de cama que había una esquina, preguntándome A qué dios debía haber hecho enojar en el pasado, para que decidieran que merecía una vida tan miserable.
No tenía contacto con el mundo, apenas tenía contacto con otras personas y en su mayoría era solo con el guardia, William, que bajaba dos veces al día a traerme comida y agua, y que en todas las ocasiones me miraba con lástima y cierta tristeza.
Habían pasado ya algunos meses desde la última vez que vi a mi padre, el responsable de que yo estuviera aquí, o tal vez no fue su culpa, sino de su nueva esposa, que cuál madrastra malvada, había llegado a mi vida para hacerla un infierno.
Me encontraba sola, comiendo un trozo de pan duro con la sopa fría que debía tener un par de días, que William acababa de traerme, cuando los ví. Tres sombras encapuchadas bajaron rápidamente por las escaleras. Me acerqué tanto como me fue posible a los barrotes para poder observarlos con claridad.
Parecían buscar a alguien pues caminaban rápidamente mirando en todas las celdas, a pesar de ello, en ese momento, no me dirigieron más que una rapida mirada mientras pasaban.
Sin embargo, al regresar trás no encontrar a quien buscaban, decidieron que por fin era digna de su atención.
-¿Deberíamos liberarla? -. La tranquila voz pertenecía a un hombre, bastante alto que se detuvo frente a mi celda. Pero a pesar de que estaba parado casi frente a mí debido a su capucha no pude verle la cara.
-Podria ser un movimiento peligroso. -.Respondió uno de sus compañeros con extrema frialdad, parecía más que deseos de irse.
-Solo mírala, ¡No creo que pueda hacernos daño aunque quiera! -.Exclamo una mujer, desde su lugar junto al segundo hombre
-No sabemos porque está aqui. -. Le corto de nuevo
-Entonces solo hay que preguntarle. -. Hablo el hombre frente a mi. -Entonces, ¿Qué fue lo que hiciste?
La pregunta me desconcertó, casi tanto como lo hizo su repentina aparición Y ante la posibilidad de libertad, decidí que no perdía nada por ser honesta.
-Nada, o nacer, en lo que respecta a Rebeca.
-¿Qué Rebeca? ¿La señora de la casa?-preguntó la mujer.
-Si, ella, decidió que eso es su peor enemigo, desde que se casó con mi padre.
-¿Eres Hange Zoe?-. Me preguntó el más alto con cierta curiosidad.
-Por desgracia, pero no creo que ni mi padre, ni Rebeca estén felices con eso.
-¿Y bien?, ¿Qué opinas, hermano?-. Preguntó volviéndose hacia el otro hombre.
-Supongo que podría resultarnos útil, podemos traerla con nosotros. -. Le respondió, casi con un tono de resignación, antes de empezar a caminar hacia las escaleras.
-¡Si! -. Volví a exclamar la chica, sonando alegre.
El sujeto mas alto se arrodilló frente a la cerradura, utilizando algunas herramientas que no soy capaz de nombrar, la abrió, en algunos minutos, que hoy no sé si fueron extremadamente lentos o si terminaron antes de que me diera cuenta, la puerta fue abierta.
Luego de eso, el otro hombre regresó trayendo consigo las llaves de mis esposas y sin mayor ceremonia se las arrojó al otro, quién rápidamente me liberó.
No podía creerlo, era libre, realmente era libre, por un momento pensé que era un sueño parecía demasiado bueno para ser verdad y sin embargo cuando volví a abrir los ojos todo seguía igual que antes.
-Ven con nosotros. -.Me dijo el hombre frente a mí.
Tenia mis dudas, no voy a negarlo, claramente esos tres no eran las personas más respetuosas de la ley. Pero qué opciones tenía, ir con ellos era lo más cerca que podría estar de mi total libertad. Entonces decidí que no importaba si ese camino me conducía hasta mi muerte, lo caminaría con la cabeza en alto.
Y me reí, por primera vez en años, real y genuinamente me reí antes de contestar. -. Muy bien.
Caminaron hacia las escaleras y yo le seguí rápidamente, había llegado a pensar que nunca podría hacerlo, nunca podría salir de este lugar, y sin embargo aquí estaba, fue un sueño.
Al subir rápidamente se encaminaron a la salida de la casa y de ahí fueron hacia atrás, avanzando los establos, donde había tres caballos preparados.
-Vamos, vendrás conmigo. -. dijo con una voz muy fría el joven que parecía ser el líder.
Tenía algunas dudas, pero ya había llegado demasiado lejos, así que simplemente me subí junto con él y empezamos a avanzar.
Tomó algunas horas, pero antes de que amaneciera, logramos llegar a nuestro destino, una casa de tres pisos en media de un bosque.
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Amor Entre Secretos
Short StoryLevi y sus hermanos se esfuerzan por continuar con su vida luego de una serie de sucesos afortunados, a la par que buscan la verdad y planean venganza. Cuando Hanji llega a su vida, lo llena de dudas sobre cuáles son sus prioridades.