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Los días aquí son tan difíciles, podría decir que son geniales, pero no. Estaría engañándome a mí misma y no lo haré. Son verdaderamente malos, en serio lo son. El es sexy y malo pero a la vez tierno y amable, es un hombre tan difícil de entender.

Lo podría describir físicamente como todo lo que me gusta, es un hombre con todas las mayúsculas pero aún así no confío tanto en el. Pero soy difícil.

—Responde a mi pregunta.

Crucé mis brazos y giró la cabeza.

—No insistas, ¿Puedes dejarme en paz?.— tome la perilla de la puerta y la giré adentrándome a la ducha, luego la cerré. Comencé a desvestirme y miré al espejo.

En qué momento comenzó, por Dios, lucia muy bien, tenía una curvas muy buenas. Mis pechos estaba muy bien, se veían perfectos y mi cara se veía más delgada pero no me quitaba lo linda. Nunca me había visto tan radiante, aunque no estuviera aquí por mi voluntad me estaba haciendo muy bien.

—¿Me dejas entrar?.— su grito me espanto, saliendo de esa burbuja en la que me encontraba.

—Puedes esperar a que salga, no insistas.— grite.

En un cerrar y abrir de ojos me encontré con un cuerpo muy grande del hombre me me mantenía cautiva en esta casa. Se acerco a paso muy apresurado y me tomo por la cintura, clavando sus largos dedos en mi piel; sus ojos recorrían desde mi cuello hasta mis pechos y sus manos viajaban por mi trasero para luego apretarlo, el contacto de sus labios en mi piel quemaba y ese ardor tan intenso que sentía cada vez que me tocaba, estaba presente.

—No puedo ahora.— «Es en serio, no podrías haberlo dicho en otro tono» mierda.

Mis voz se escucho tan suave, me reprendi en ese mismo instante. Sus labios se despegaron de mi cuello y dedicó una mirada llena de deseo, algo tan característico de el. Siempre que me dedicaba una simple mirada era llena de deseo, lujuria, y muy oscura.

—Porqué no puedes- se burlo y esa sonrisa tan arrogante apreció—, dime, no quieres hacerlo. Porque si es así podemos arreglarlo.

«Dile que no puedes, simplemente, tiene que respetar que no puedes ahora hasta dentro de unos días si»

—N-no, no es eso, estoy en mi periodo.— pero que mentirosa soy.

«¡Eso es! Andrés esta contigo» esa pequeña voz en mi cabeza comenzaba a fastidiar.

Sus labios se volvieron a reposaron en los mios, hablando entre el beso.

—Pero puedo hacerte mía ahora, si quiero, me tienes en la palma de tu mano preciosa, vas a gritar hasta pedir que pare.—dio pequeños besos en mis pechos y chupo mi pezon, haciéndome suspirar—ves que si te gusta gatita, te gusta tanto como a mi me gusta.

—Déjame tomar el baño.

Comencé a separarme de se gran y bien trabajado cuerpo, sus manos se posaron en mi cintura impidiendo que me alejara de el, acercó sus labios a mi cuello y dio pequeños besos subiendo y terminado con un beso muy corto en mis labios. Podría ser el hombre más tierno del mundo pero no iba a olvidar como me tiene. Soy prácticamente su novia, pero a su manera.


Los arboles se veían perfectos, con sus hojas verdes y un tronco muy grueso, tan vivos. Era algo de la naturaleza que me encantaba, como una simple semillita podía ser plantanda y empezar a crecer y dar frutos, sin duda alguno mi abuela había cuidado muy bien de ellos.

Quedarme con ella y convivir, además de tomar café con ese delicioso pan horneado, era sin duda alguna, lo mejor. Di mi ultimo sorbo de café y sonó el timbre indicando que tal vez mi abuela esperaba a alguien. Me levanté y camine directo a la puerta.

Unos ojos grandes y unas pestañas largas y muy linda me observaban con unas grandes cejas, además de una nariz prácticamente perfecta y unos labios muy lindos acompañados de una barba que parecía ser rasurada y perfeccionada recientemente. Por Dios santo.

—Connor... ¿Que haces aquí? No puedes estar aquí —mi voz sonaba tan temblorosa, lo tome de la mano alejándolo de la puerta temiendo de ser visto por mi abuela—, no puedes venir a mi casa así nada mas, te pueden ver.

Lo solté de la mano, al sentir que el me apretaba la mia con tanta fuerza que pense que se me saldría el mismo demonio, no era para tanto pero soy un tanto delicada.

—Lo que ordenes, pero debes saber que tienes que estar en casa.—su voz sonaba tan firme y sin una pizca de remordimiento—recuerda, eres mia.

—¡Eso no es cierto, no hay papel de diga tan cosa! Aléjate de mi, estás demente y muy obsesionado. Solamente es eso y no confundas las cosas. Hay tantas personas con las que puedes estar.—mis ojos picaban, y mi garganta se cerraba.

—No quiero a esas personas, te quiero a ti y así va a ser.

Faltando unos minutos para la cena Connor entra a la habitación y comienza a desvestirse, su cara se veia frustrada.

—¿Pasa algo?.— pregunte.

Sus ojos se veían rojos y unas grandes cejas muy fruncidas me miraban.

—Puedes solamente venir y desvestirme y besarme.— dijo con un tono sarcástico.

Eso no sonó tierno, estaba enojado.

—No, no quiero, ¿puedes decirme que es lo que te pasa?.— quito los zapatos, y luego la camisa y finalmente los pantalones, camino al baño y cerro la puerta.

—Connor, abre ya.— me levanté y golpeé la puerta, me aseguré de que no tuviera seguro y afortunadamente asi era, tomé la perilla y la gire adentrándome hacia el baño, estaba lavando su cara. Cerro la llave y me miro, ya se veia mejor.

Asi que me acerqué y pase mis manos por su espalda y recargue mi cabeza en su hombro, dandole un beso en la mejilla, luego el sonrio y se giró abrzandome.

—¿Ya estas bien? ¿Paso algo en el trabajo?.— di pequeños besitos en su cabeza haciéndole sentir tan bien.

—Problemas en el trabajo.— me dedico una media sonrisa y un gran suspiro sacando toda preocupación.

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⏰ Última actualización: Dec 31, 2019 ⏰

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