Lives

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Toda su vida estuvo sumergido en ese mundo, frío y tan aburrido, sentado en un sólo lugar, viendo cómo el tiempo pasaba para él. No era normal que Satori, quien siempre andaba jugueteando por ahí, estuviese como si nada le importase.

- Wakatoshi -sus labios se movieron para pronunciar ese nombre, los demás demonios estaban preocupados o más bien, al acecho de acabar con él, un demonio suspirando y pronunciando ese nombre no traía nada bueno para ellos.

Desde que conoció a Wakatoshi, su vida dió un giro por completo. El olivo era una persona "tosca'' en comparación a los otros ángeles que por accidente llegaban a sus manos, él era especial, sin una pizca de querer asesinar; quería cuidarlo, protegerlo e incluso amarlo por el resto de sus vidas.

- Wakatoshi-esta vez pronunció y despareció del lugar.

Se sabía que tanto angeles y demonios podían ir a la tierra en busca de algo de diversión o sólo para hacer su trabajo, en uno... Muerte y desgracias, y en el otro protección y milagros, cada uno en orden y en balance.

- Eres tú -habló.- ¿Qué buscas? -curiosidad por esa hermosa criatura que llamaban demonio, lo cierto era que para Wakatoshi, Tendō no era un demonio malo... Le parecía más bien perdido. Sus ojos, sus labios, y esa piel que le causaba más ganas de tocar.

- ¿Me reconoces? -sólo una vez se encontraron, y solo una vez necesito para guardarlo en su memoria.- Pensé que ya te habías olvidado de mí, Wakatoshi.

- Satori.

- Me estremecí al escuchar eso, Ángel de clase oro-cada uno de ellos tenía una insignia, oro era la clase de alto rango, valiosos ángeles que cada demonio quería, ya sea para torturar o simplemente comer.

- Si no necesitas nada más, me marcho -sus alas, hermosas con ese tono verde oliva en las puntas, grandes y delicadas a la vez.

- ¡Espera! Quiero conocerte más, Wakatoshi. Vamos, no seas malo, no muerdo... A veces.

Y así, sus días siempre eran interrumpidos por Tendō, cada día, cada hora, cada segundo pensando en él; en sus manos, recorrer su cuerpo, sus labios besar esa piel morena, morder cada centímetro... Marcando lo que ya era suyo, y siempre lo sería.

Se entregaron varias veces a ese deseo carnal, lujuria propia siendo desbordada en aquellos finos y delicados labios, mordidas en partes que ni siquiera conocía, su piel abriéndose para recibir el amor que siempre deseó pero por pecado nunca se dignó a pedir, suaves susurros dejados en la nada, jadeos y gemidos, gruñidos y gritos que no se llevarían jamás, no en sus siete vidas o más.

El amor nació del pecado, de un alma que vagaba triste y sola. Tendō le trajo alegría a su vida, a la obscuridad que llevaba en su corazón, ya que ¿Quién dice que un ángel tiene que sentirse siempre feliz?

Los dos pensaron que estaría bien, que en los siglos que pasaba juntos nadie los descubriría... Siete vidas no servirían de nada ante la furia de Dios y de los demás ángeles.

Wakatoshi por su parte dejó de verle, Tendō supo por un momento la razón, le habían descubierto.

- ¡Tienes que irte! Vienen detrás de mí... No podré hacer nada si tú estás a mi lado, vete. -tan agitado, el olivo dió un empujón al pelirrojo quién fue a dar a manos de otro demonio, Kuroo le llevaría lejos, al menos a dónde estuviese seguro.

- ¡No! ¡Podemos con ellos! ¡Suéltame demonio de clase baja! -pataleó todo lo que pudo, maldijo por debajo al saber que Kuroo no era solo un demonio de clase baja... El pelinegro ocultó bien quién era.

- Te amo, Satori. -por primera vez en toda su vida había sonreído, sus labios formaron un curva, húmedos por el último beso que obtuvo ante su despedida.

Un "no" se escuchó a lo lejos mientras Wakatoshi era atrapado por los demás ¿Su castigo? Era fácil saber, sus alas fueron arrancadas cuando estaba consciente, primero fueron sus plumas que antes eran blancas y con ese tono verde oliva... Ahora eran rojas.

Sacaron sus ojos, cortaron su lengua, cortaron su cuerpo... Y al final acabaron con él.

Por siglos el pelirrojo lloró, cada día y noche por su amado, Kuroo como buen amigo acabó con su sufrimiento, matándolo sin dudar.

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Pasó siete vidas buscándolo, siete en las que el pelirrojo terminaba muerto o casado con alguien para dejar descendencia.

Su séptima vida comenzaba, a sus 23 años los recuerdos de sus anteriores vida comenzaban a desaparecer, quedando como único recuerdo su vida como ángel.

- ¿Satori?

Ahí estaba, esa voz que lo saco de sus pensamientos. Giró en sus talones para verle, era él... Era Wakatoshi.

- Wakato-... - Tanto tiempo imaginado ese momento, mezclando escenarios diferentes cuando su encuentro sucediese.

- Te encontré.

Los dos, tan desesperados como siempre se aferraron, sus cuerpos no olvidaron, sus sonrisas y lágrimas lo comprobaban.

De ahora en adelante estarían juntos.

En sus siete vidas o más, ya que sólo ellos sabían sobre la promesa dicha en aquel tiempo.

Prométeme que me buscarás... En la otra vida, y en las que siguen.

Luna-san aquí. esté fue un regalo para la chica que rolea conmigo:)) sin más, amo a su Ushi xskjfkakf

[Angels and Demons]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora