La alarma sonó, pero ya no era necesaria pues Andrea despertó minutos antes, si no es que horas.
Los últimos días habían sido complicados para ella, desde la muerte de su madre el domingo sus emociones se habían disparado en una montaña rusa imparable. El único día de paz que tuvo fue el marte, debido a la velación de cuerpo de su madre, y eso gracias a la cantidad de calmantes que la habían hecho consumir.
Otra de las razones por las que Andrea no pudo dormir ese día fue porque no podía evitar pensar en todo lo que sucedió con José el día anterior.
Desde el primer momento en que lo vio, sintió el clic del que algunos hablan, pero no podía evitar sentirse culpable al esconderle tanto. Después de todo, los secretos que Andrea mantenía podrían ponerlo en riesgo.
Andrea decidió que debía levantarse si quería volver a la escuela, pero aún no se sentía lista para hacerlo. No había ido a clases desde el incidente de su madre, con el día actual ya serían tres días faltando.
Pero no sólo lo hacía por evitar el que la gente la viera y susurrara a sus espaldas, es que tampoco se encontraba de humor para lidiar con la fiebre que todos tendrían por el baile. Y pensar que hace una semana eso emocionaba a Andrea. Debía pensar en cómo ocupar su mente el sábado para no pensar en todo lo que sus amigos estarían haciendo en la fiesta.
Le costó trabajo, pero finalmente la chica se levantó de la cama y se sentó a la orilla de la misma para contemplar la gran habitación en la que estaba. Aún no se acostumbraba a permanecer en la casa del señor Maxwell, y tampoco quería hacerlo pues sentía que su presencia podría causar molestias. En cuanto pudiera se iría de allí.
Al pararse de donde estaba, sus pies tocaron la fina alfombra beige que cubría todo el lugar, las paredes blancas y las cortinas del mismo tono ayudaban a la iluminación de la habitación. Andrea se acercó a las dos ventanas que daban al jardín y abrió las cortinas, dejando entrar más luz para que el lugar no se viera tan melancólico como ella. Fue hasta su nuevo armario y escogió algo entre la poca ropa que Jenny le había prestado. Su situación era muy deprimente, no tenía nada ni nadie más que unos cuantos amigos, y eso era bueno, pero nada se comparaba con la familia.
Andrea pasó su mano por su mejilla para eliminar la pequeña lagrima que se le había escapado. Tratando de no pensar tanto, fue al baño y tomó una ducha rápida.
Ya que no se encontraba con ánimos de mucho, solo se sujetó el cabello y se colocó maquillaje básico para bajar a desayunar.
En el gran comedor, el cual resaltaba sus tonos grises, solo se encontraba Fred apresurándose pues se le hacía tarde. Tardó en notar a la chica, pero al hacerlo sonrió.
-Hola, ¿Cómo has dormido?- Dijo a la vez que trataba de terminar un waffle en dos mordidas.
-Aún no tengo una noche estable, pero al menos ya no permanezco despierta.
Andrea tomó asiento mientras el mayordomo colocaba más waffles recién hechos frente a ella.
-¿Piensas ir a la escuela?- Fred terminó lo que estaba en su plato.
-Aún no me siento lista-. Andrea dijo bajo, con un poco de pena, a la vez que bajaba la mirada momentáneamente.
-Como quieras, puedes estar acá todo el día. Aunque no me gusta verte decaída. Después de la escuela ¿Qué te parece un juego de croquet?
-Nunca lo he jugado, pero de acuerdo. No me vendría mal.
Fred le dedicó una enorme sonrisa.
-Entonces te veo en unas horas-. Dijo el chico antes de salir del comedor.
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Guarda el Secreto
Romance"La muerte más dolorosa es la provocada por un secreto no revelado." Andrea está por iniciar su nuevo año escolar, en un nuevo colegio. En ese lugar conocerá a José, un chico de ojos color marrón, quien conquistará su corazón desde el momento en que...