El Manzano

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Mi padre era un humilde y honrado campesino, en vida, él siempre buscó lo mejor para nuestra familia conformada por mi hermana menor, mi madre y yo. Teníamos poco pero era lo suficiente para comer todos los días, aunque casi siempre fuera lo mismo, frijoles, arroz, tortillas y salsa, de vez en cuando, cuando la cosecha iba muy bien, podíamos darnos el lujo de comprar pollo o incluso algo de guajolote, en esos días en los cuales había carne, todos nos emocionábamos demasiado, mamá se esforzaba mucho en prepararlo, lo sazonaba muy rico con especias que conseguía con una vecina, la cuál a veces también nos daba chiles verdes para hacer la salsa en molcajete, al terminar de cocinar, mamá siempre acababa muy cansada, nosotros al ser muy chicos, no podíamos aún ayudarla, pero intentábamos hacerle masaje después de la odisea en solitario que pasaba en la cocina, en parte siento que nunca supimos masajear bien, cuando terminábamos ella siempre decía "Muchas gracias, me siento mucho mejor" nos daba un beso en la frente y nos íbamos a sentar, pero mientras papá servía la comida, ella seguía luciendo cansada. Eso sí, la carne siempre sabía delicioso, la falta de ella nos hacía lucir un poco escuálidos y cuando al fin llegábamos a consumirla, mi hermana Lola, se ponía a brincar por todos lados diciendo "Mírenme, ¡ya estoy muy fuerte!" ella intentaba cargar cosas pesada que encontraba por la casa, pero por lo general cargaba el rodillo de piedra que usaba mamá para amasar, nos divertía mucho verla hacer piruetas y caer tontamente al suelo una y otra vez.

Pero no todo era así siempre, hubo una larga época de robos a los terrenos de nuestro pueblo, gente en motocicleta llegaba a las pequeñas tierras de mi papá y robaban todo lo que había, a excepción de la cebolla, creo yo que a ellos no les gustaba la cebolla, pero a pesar de esto, la sacaban de la tierra y la aplastaban, a veces parecía que ellos no tenían mucho tiempo y solo alcanzaban a aplastar algunas cuantas, pero igual, el daño era evidente, por días papá no supo como afrontar la situación, pero en una noche él hizo algo que jamás comprendí, eran cerca de las 11 de la noche ,mamá y Lola seguían dormidas, pero un sonido en las tierras me despertaron, me asomé a ellas y solo vi una silueta, por un momento creí que era un ladrón solitario que probablemente esperaba llegar a destruir las cebollas que quedaban plantadas, pero no, era papá, algo me detuvo a ir a él y preguntar que hacía, así que solo lo observé un buen rato, casi todo el tiempo se la pasó cavando, por minutos que más tarde llegaron a ser horas, apenas comenzó a salir el sol él paró, el hoyo ya era bastante considerable y él simplemente se tiró a él, ya estando ahí, él mismo comenzó a enterarse, comenzó con sus pies, los llenó hasta el tope de tierra y con la pala le dio unos golpes a la tierra para que se compactara, así siguió unos pocos minutos hasta que cubrió su cabeza, al final solo quedaban sus brazos descubiertos pero también logró enterarlos aunque no llegó a compactar esa zona de la tierra, el sueño me hacía cabecear, así que fui a dormir un poco antes de que el sol saliera por completo, la mañana siguiente mamá estaba llorando, ella nos contó que papá se había ido a otro lugar a buscar comida, que llegaría pronto y en ese momento ya jamás nos faltaría nada, al menos eso nos dijo basándose en la carta que él dejó, después de unas semanas de racionamiento de comida, notamos algo, un árbol había estado creciendo en un lugar específico de las tierras, parecía un manzano, pero a su alrededor crecían todo tipo de hortalizas, incluso algunas que jamás habíamos visto jamás "No recuerdo haber plantado eso" dijo mamá, Lola solo comenzó a celebrar y fue a abrazar al manzano "¡Gracias señor manzano por toda esta comida!" todo ese alimento no parecía nada que la gente del pueblo hubiera visto antes, crecía rapidísimo y sin necesidad de que nadie plantara ningún tipo de semillas, simplemente no paraban de crecer. Los ladrones obviamente volvieron, robaron todo, intentaron destruir el manzano, pero le dejaron apenas unos rasguños, después de eso, no se escuchó mucho de ellos hasta que después de semanas, un vecino nuestro, nos dijo que habían muertos intoxicados por la verdura que habían robado, al principio nos preocupamos ya que nosotros comíamos la misma verdura, pero después de tiempo ese miedo se fue. Gracias a la intoxicación de los ladrones, un largo periodo de felicidad llegó al pueblo, la gente podía plantar sus alimentos sin miedo e incluso llegar a vender parte de ellos, nosotros 3 retomamos nuestra bonita vida de cariño y amor, normalmente en las tardes, por ahí de las 6 pm, Lola y yo nos acostamos cerca del manzano, inevitablemente caemos dormidos y a las 11 pm nuestra madre suele ir a despertarnos para ir a nuestro cuarto.

El ManzanoWhere stories live. Discover now