Te odio. Te odio demasiado; odio que cada vez que me mires mi mundo se va en declive. Odio no poder hacer nada para dejar de amarte. Odio... amarte. Odio, repugno, me da ojeriza el saber lo que no queria saber, el no poder entender lo que quisiera entender y eso no es más que tu indiferencia hacía mis intentos de lucha contra el casi inminente fracaso.