Prefacio

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Un joven de cabellos castaños se encontraba sentado en la orilla del mar mientras esperaba a su amada.

Llevaba ya dos horas y no llegaba, tal vez se le había ido la noción del tiempo, o quizás decidió que él no era suficiente para ella.

Soltó un suspiro pesaroso y miro nuevamente al mar, está vez vislumbró la cabellera pelirroja de su novia y sonrió, ella empezó a acercarse junto a él, pero a sabiendas de que no podía pasar más de allí hizo seña a su chico.

—Pensé que no llegarías amor — le había dicho el chico

—Lo siento cariño, pero es que estaba preparando una sorpresa que te tengo para mañana— le explicó la sirena

—¿Que sorpresa?— curioseo el castaño

Jonh, si te lo digo ya no será sorpresa — sonrió divertida la sirena al ver la mueca que hacía su pareja.

—Bien ¿A que hora?

—Debes estar aquí antes del aterdecer — le informó

—Esta bien amor

***

Al día siguiente el apuesto príncipe se encontraba más entusiasmado que de costumbre, es cierto que era un joven alegre, pero ese día sentía ganas hasta de cantar.

—¿Cual es el motivo de tu alegría hijo mío?— había cuestionado su madre a la hora del desayuno

—Ni yo he de saber la respuesta querida madre — esa había sido la contesta antes de abandonar el comedor

Cuando el atardecer de acercaba el chico cogió su caballo y salió directo a la playa, al mismo punto de encuentro que el día anterior.

Al llegar, como de costumbre, la playa sólo era acompañada por el sonido de las olas.

Espero algunos minutos, hasta que por fin vio asomarse el vivido cabello de su sirena, así que se puso de pie dispuesto a acercarse un poco más sabiendo que ella no podría salir.

Pero su sorpresa fue tan grande como el mismo mar cuando vio que está salió del mar, con dos piernas como cualquier humano normal, se encontraba tan bella como siempre.

—¿Es-esmeralda?— se había quedado tartamudo, si esperaba una sorpresa pero no de tal magnitud

—Soy yo Jonathan, estoy aquí ¡Soy humana!—el joven no aguanto la emoción y se abalanzó sobre ella abrazándola.

—Conseguí hacerlo, ni siquiera yo se como muy bien, sólo se que encontré una piedra tallada en el castillo, tenía unas letras raras que no entendí, así que fui donde la madre de una amiga mía...— empezó a relatar la pelirroja — me dijo que era un viejo hechizo que había creado una bruja humana para convertirse en sirena porque se había enamorado de un tritón, la chica hecho el hechizo sobre un collar y pudo ser una sirena, el collar se quedó acá en la tierra y todo aquel que lo porte podrá ser sirena o tritón

—Creo que he escuchado alguna leyenda sobre ello.

— Pero también me dijo que su función puede ser al revés, y hice el hechizo y aquí estoy ¡Funciono! — exclamó la joven

Esme, ¿En que objeto usaste el hechizo? — inquirió el príncipe

—Lo utilice en la perla de Plenicia, es lo que da el poder al cetro del rey, pero no creo que eso allá causado ningún daño.

Entonces los dos jóvenes, enfrascados en su amor, regresaron al pueblo y anunciaron su boda.

Sin saber que el fondo de los océanos, toda una población de sirenas y tritones había sido consumido a una simple perla.

Todos se encontraban dentro de ella mientras esta se hallaba pérdida en el mar.

Cuenta la leyenda, que antes de ser encerrado en la perla, el rey hizo una profecía.

Tres jóvenes valientes y dignas estaban destinadas a encontrar la perla, y que al tocarla serían convertidas en sirenas con la misión de salvar el reino de Plenicia...”

—Es una linda historia— dijo una de las dos pequeñas seguido de un bostezo

—Si pero no es real, sólo es una leyenda — le recordó la otra acurrucandose más en la cama

—Niñas, recuerden que las leyendas a veces tienen verdades ocultas... — hablo la adulta mientras se ponía de pie y dejaba el libro en la mesa de noche

—Lo se mamá, pero las sirenas no existen, nunca existieron ni existirán — volvió a decir la mayor

—Nunca digas nunca bebe, pero ya duerman que mañana tienen escuela

—Te quiero mamá...

Las Sirenas De La Perla.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora