Prólogo

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—Marco, te amamos mucho hijo—le dijo una pecosa mujer a su pequeño hijo

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—Marco, te amamos mucho hijo—le dijo una pecosa mujer a su pequeño hijo.

—¿A dónde me llevan?—cuestionó con inocencia el niño.

—A un lugar donde te van a cuidar mientras nosotros trabajamos—dijo el padre del menor.

¿Cómo decirle a un niño que sus padres jamás volverán? ¿Cómo hacele entender que sus deudas les llevaron a perder sus trabajos, su hogar y hasta su hijo?

Porque literalmente su pequeño niño fue decomisado debido a sus deudas con los adinerados del país.

—Mami, Papi—llamó el pecoso mientras miraba a sus dos progenitores con sus enormes ojos color café—. ¿Cuándo volverán?

—Pronto vendemos por ti amor...—dijo la dama mientras derramaba algunas lágrimas—. Lo prometo.

—¡Mami, Papi!

Siempre tenía el mismo sueño del día en que sus padre le dejaron en ese lugar, para ser sincero no tenía quejas del sitio; era una casa muy pero muy grande, siempre habían personas amables que le cuidaban y alimentaban, maestros que le educaban y la mejor parte de todo era que también habían otros niños con los cuales jugar y compartir ratos agradables. Era como un orfanato, pero a la vez no.

Cuando cumplió dieciséis años los encargados le revelaron la verdad de su estancia en dicha casona, decían que todo el dinero que ellos habían invertido en educación, dieta, ejercicio, entre otras cosas; todo debería ser reembolsado por un inversionista que se lo llevaría para hacerle compañía. Sí, prácticamente lo iban a vender mejor al postor.

Y ahora con dieciocho años estaba más que listo para conocer aquella persona que le llenaría de amor, según le habían dicho el sería un bebé, con lujos y regalos, será educado y deberá acogerse a las reglas de su nueva casa.

Realmente estaba ansioso, se levantó muy temprano en la mañana, se baño con esencias aromáticas y se arregló con la ropa que le habían dejado la noche anterior en su habitación. Su atuendo constaba de una camisa de lino blanca con mangas largas, adornada con un moño rojo vino en el cuello, un pantalón de vestir negro ceñido al cuerpo, sujeto por unos hermosos tirantes; todo eso acompañado por unos zapatos de charol.

Peinó sus cabellos con su típico fleco partido a la mitad. Ahora sí estaba listo para conocer a su daddy.

Jean no era de las personas que frecuentaban aquellos raros establecimientos

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Jean no era de las personas que frecuentaban aquellos raros establecimientos. Siendo él un hombre de negocios, además de ser relativamente joven con veintinueve años exactamente, tenía una de las más grandes fortunas de todo el distrito Trost. Realmente no necesitaba nada en especial.

Sin embargo un amigo le había suplicando para que le acompañara, porque aquel caballero llamado Reiner Braun tenía una cita pendiente con el que seria su baby boy. El rubio había viajado desde un país vecino sólo para conocer a aquel chico que tenían preparado sólo para él. Obviamente no le iba a salir nada barato.

Kirschtein por su parte pensaba que era realmente absurdo enamorarse por medio de papeles y expedientes, pero aquel hombre de complexión fornida era todo un romántico empedernido. Si bien era cierto, Jean no se negaba al amor, es más, algunas veces pensó en establecer una relación. Pero ¿Quién sería capaz de soportar todo ese mal genio?

 Pero ¿Quién sería capaz de soportar todo ese mal genio?

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Pretty Little Baby Boy [AU] Jean x Marco. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora