Epifanía.

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Por décadas, el reino de Zeirchelle fue un lugar pacifico y lleno de armonía.

Nunca hubo una guerra suficiente para que los hijos de Eliseo, en ese entonces rey se colocarán en disputa por la corona, pues si bien la orden dictaba que el primer hijo varón sería el sucesor de la corona para gobernar Zeirchelle.

Lisardo, el segundo de los tres hijos de Eliseo fue quien desató la guerra. A espaldas de su padre y hermanos, armó toda una rebelión para demostrar que a pesar de ser el segundo en ser concebido, merecía reinar más que Simeón, su hermano mayor; consiguiendo súbditos tanto mundanos como subterráneos por debajo de las rocas. Levantando armas en contra de la orden y sobre todo, del reinado de su mismo padre.

Bittor, quien comandaba el ejercito en ese entonces, como en todas las peleas fue al frente, para derrocar a Lisardo y toda su legión de hombres que desertaron a la lealtad que le juraron al rey desde temprana edad; obteniendo la victoria luego de cinco meses en batalla, día tras día y pese a que la paz regresó a Zeirchelle, las vidas que fueron entregadas al lago de las almas no se compensaban con nada y con ellas, la vida de Bittor.

Veintitrés años más tarde, luego de que Eliseo murió y su hijo Simeón tomara la corona, todo el reinado había vuelto a la normalidad, y Zeirchelle fue el lugar armonioso y hermoso que solía ser, sin embargo, había un detalle.

Simeón, nunca tuvo una esposa. Amantes muchas, pero nunca se enamoró de una mujer tan fuertemente como para esposarse a ella, así que, con setenta y ocho años, y con un problema en el corazón, tomó una decisión importante.

Convocó a todos los príncipes de pequeños reinos que había alrededor de Zeirchelle, siete en total.

Degrant, Fanelía, Muscadet, Argath, Nelveska, Kaípo y Fynn.

Todos con al menos uno, como mínimo de príncipes.

Todos fueron traídos a Zeirchelle con un solo propósito: El trono.

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Llegó el sexto día del quinto mes del año.

Ese día, Simeón fue levantado de sus aposentos cerca de la seis y cuarto de la mañana. Tomó sus medicinas como bien se lo había recetado el medico del pueblo, y luego de un baño, y que sus joyas, tanto como su ajuar fueran colocados en su persona, salió hacía el salón de recibimiento, donde cada uno de los príncipes se presentarían ante el, y serían acomodados en una habitación del palacio para cumplir cierta cantidad de tareas, porque si, el rey Simeón preparó una gran y numerosa lista de deberes para los príncipes, pues no iba a dejar su amado y valioso reino en manos de cualquier pelafustán que se pusiera la corona.

ㅡ Señor, los carruajes están llegando.ㅡ Avisó el ahora comandante del ejercito, y también el más fiel servidor del rey, Zhang Yixing.

Luego de la muerte de Bittor, su hijo de apenas un mes de haber sido concebido, fue llevado al castillo junto con Akamé, su madre, quien murió cuando Yixing era apenas un chiquillo de tres años. Dejandolo huérfano, Simeón lo adoptó y lo entrenó duramente para que fuera el sucesor de su padre, y así mantener el apellido Zhang, por encima de todo.

Así, con veintiocho años de edad, Yixing había sido enviado a guerras crueles y sanguinarias, con la misión de preservar la paz y vigorosidad de Zeirchelle, manteniendo el caos lejos de esas tierras; habiendo salido victorioso en todas y cada una de ellas, ganándose el respeto y la admiración de cualquier pueblerino que le viese en los andenes, pues su uniforme negro, con hombreras doradas y medallas impecables, le sacaban suspiros a mas de una jovencita, y aunque suene extraño, también a uno que otro jovencito.

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⏰ Última actualización: May 16, 2019 ⏰

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