Hombre delgado

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Una tarde de verano salí a correr al parque. El día era hermoso, el parque estaba lleno de gente que paseaba por el lugar y de corredores igual que yo.
Me sentía bien, sobre todo porque correr me hacía olvidar de mis problemas.
Luego de un par de vueltas, decidí descansar y recorrer caminando el lugar. Desviandome del camino para correr me perdí entre los árboles y la maleza. Los bichos empezaron a picarme un poco las piernas y los brazos, pero no le tome mucha importancia y sólo los espanté como pude. Me sentía realmente cansada, como si hubiera estado corriendo kilometros y kilometros, aunque sabía que no era así. Seguí caminando, pero en un momento, miré el cielo y parecía estar anocheciendo. Por supuesto rebicé la hora porque juraría que eran las 16:30 cuando llegué al parque. La hora marcaba las 01:03. Me detuvé, estaba más que confundida y el cielo se veía oscuro sobre mi. Percibí el sonido de los grillos y chicharras, definitivamente algo andaba mal. Observe al frente de mi, cuando me dí cuenta que estaba yendo por un sendero, el cual mi madre solía decirme que no cruzara porque nadie iba por ahí y era peligroso, además de estar bastante alejado de la gente. De todos modos, ya era de noche y no había nadie en el lugar, así que si algo iba a pasarme, nadie se enteraría.
Ni siquiera sé la razón de porque quisé continuar camiando por ese sendero, pero lo hice, era como si no tuviera control de mis piernas. No podía ver casi nada, la luz de la luna era la única que alumbraba un poco el lugar, así que con la linterna de mi celular alumbre el camino.
Me sentía mal, me dolía fatalmente todo el cuerpo, lo sentía pesado y tenía una terrible alergía, la cual no me daba hace bastante tiempo. Tenía nauseas y me empecé a marear. Comencé a toser, sentía que debía expulsar algo que dentro de mi que me molestaba horriblemente.
No sé porque seguía caminando, no podía parar, entonces llegué a pensar que se trataba de un sueño. Ese pensamiento me calmó un poco, pero no del todo ya que escuché un ruido extraño. Exactamente no fue un ruído, sino como estática en mis oídos, como si mil abejas y lluvia estuvieran invadiendo mi cabeza. Mis oídos se taparon, sólo escuchaba un sonido distante.
Recuerdos en mi mente empezaron a llegar, ese lugar estaba ahí, yo era una niña. Veía a alguien a quién seguía, me llamaba por mi nombre... su voz era gruesa pero de cierto modo me atraía y me inspiraba confianza. Era un ser delgado y alto, no tenía rostro, pero aún así podía escuchar su voz en mi mente. Luego, su imagen se empezó a deformar, quería hacerme daño con lo que parecían ser tentáculos que salían de su espalda. El seguía diciendo que no podía correr y que estaría bien. Sacudí mi cabeza para volver al tiempo y espacio en el cual creía me encontraba.
Ahí estaba yo, parada frente a un gran árbol. Estaba inmovil, no podía mover ni un sólo músculo, tan sólo pestañar. Un frío terrible se apodero de mi cuerpo. Persibí un movimiento en sombra por sobre las ramas del árbol. Era ese ser alto y delgado, vestido de negro y de rostro blanco. De mi boca comenzó a salir sangre, mi estómago me dolía, todo me dolía y era peor cada vez que aquel ser se acercaba a mí.
Cerré mis ojos, estaba aterrada, sentí que era mi fin. Mi corazón no dejaba de latir, no podía respirar.
Parado frente a mi, levantó mi cabeza tomándome del mentón para que yo pudira ver su rostro. Su mano era fría como la de un muerto.
Intente hablar, pero no pude, ni siquiera en mi mente podía hacerlo.
Mis parpados se abrieron solos, sin mi voluntad tuve que verlo. Él no tenía ojos, pero podía sentir como me observaba. Tenía control sobre mi, me sentí una presa fácil. Un titere. Una marioneta.
Él sacó esa especie de tentáculos de su espalda, que se movían como serpientes en el aire. Los acercó a mi rostro, me cubrió y sentí como absovía mi sangre con ellos. Quería gritar pero no pude, estaba muriendo, me estaba asesinando. Ya no podía ver nada, todo mi cuerpo estaba cubierto de sus tentáculos. Pero de pronto, recuré la vista, estaba en el suelo y aquel ser ya no estaba. Tosí un poco, solté unas gotas de sangre y me pusé de pie. La luz del sol alumbró mi cara, ya era de día. Me pregunté si acaso todo había sido un sueño y simplemente me había quedado dormida. No tenía sentido, yo nunca me hubiera dormido en ese lugar y mucho menos por tanto tiempo. Miré a mi alrededor, no encontré mi celular. Atrás mio seguía aquel árbol, verlo sólo me dió escalofríos así que corrí hasta la salida del sendero. Juraría que era más corto, la maleza era mucho más baja.
Finalmente, llegué a la salida, pero me detuve porque lo que vi me dejó totalmente sorprendida y confundida.
Era yo, corriendo por el camino. Tuve el impulso de decir: "¡HEY!" Pero la otra yo no volteó, era como si no me escuchara. Corrí hasta esa persona y la tomé de los hombros. La sacudí con fuerza, ella sólo me miró seria y siguió corriendo. Le volví a gritar, pero otra vez no respondió.
Estaba tan confundida como asustada. No sabía si aún seguía soñando.
La otra yo, no entró al sendero, sólo se fue de regreso a casa. Yo me quedé en el parque, no podía irme, era como si estuviera atrapada ahí y nadie podía verme.
Ese ser sin rostro volvió a aparecer entre los árboles, me observaba inmovíl. Pude ver como varias criaturas sombrias andaban por el lugar, eran como sombras. A veces se quedaban quitas y otras veces caminaban. Miré mis manos y yo también era una sombra.
Me dirigí hasta aquel ser alto y sin rostro, intenté hablar pero no pude, sólo podía pensar: "¿Por qué me hiciste esto? ¿Qué eres?" Él sólo giró su cabeza lentamente hacia mi y me respondió: "Ahora eres libre"
No entendí el significado de la frase, hasta que terminó de hablar.
"Los humanos siempre están ocupados, sufriendo, pero en este plano no hace falta eso"
Le respondí: "¿Significa que estoy muerta?"
No recibí respuesta alguna.
De repente, todo se puso blanco. Acababa de despertar. Estaba en mi cama. Todo había sido una pesadilla. Pero entonces, en mi ventana vi a aquel ser sin rostro observandome.
Me estaba volviendo loca. No podía dejar de ver a aquél hombre delgado, cada vez que dormía volvía al parque.

Cada vez que duermo, estoy en un lugar frío, donde sólo hay oscuridad, dónde sólo deseo correr sin saber a donde ir... dónde estoy muerta.

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⏰ Última actualización: Jun 02, 2019 ⏰

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Centímetros de distancia a la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora