Hace frío afuera, las hojas de los árboles comenzaron a tomar un viaje que ha invitado el viento. El paisaje ya no luce tan colorido cómo hace un par de meses, pero sin duda los tonos dorados hacen que se torne un poco mágico.
Así es mi vida, voy por ahí divagando en gran medida, suelo soñar aún despierta, y en lo particular no hay nada de lo que pueda preocuparme, hasta que le perdí.