Heridas

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He recomenzado tantas veces este libro que muchas veces olvido que escribir es mas que solo plasmar recuerdos o fantasías con la intención de de contar de manera lucida una historia, un recuerdo, un suspiro que el alma esconde. Hoy por fin encontré o mas bien descubrí como "recomenzar" este libro y con el poder cerrar de una vez las heridas que me llevan a deshacerme de esta forma de todo aquello que intoxico mi alma hasta destrozarla y como poco a poco "ella" me ayudo a levantar cada pilar que hoy reafirmo.

Tan solo 4 años y había vivido mas que 10, dicen que el sufrimiento te vuelve viejo y envenena el alma, que cada vez que recuerdas, vuelves a vivir lo que te hizo daño.

Como empezar a contar la triste novela de mi vida sin que suene tormentosa, cruda o incluso exagerada. Mas bien considero que mi vida ha sido trágicamente poética, con notas dulces que rompen las tempestades y a su vez suaves tonos ácidos que han brindado placer, mientras que amargamente saboreo la realidad sumergida en mis mas profundos sueños, porque cuando duermo es que recuerdo y revivo cada sensación.

Aun recuerdo sus manos con dedos gruesos y ásperos surcando la ternura de mi nueva piel, teniéndome de frente a el, sobre sus piernas, con las mías abiertas y el tocando mas allá de lo que yo misma me habría tocado alguna vez, metiendo su lengua en mi boca y repitiendo - Te voy a enseñar como se quiere- tan solo 4 años y no comprendía que aquello que estaba pasando jamas debió suceder, que tal vez debí haber gritado y acusado en el momento y no haberme callado casi dos años cuando mi piel ya no era tan nueva por tanto uso desmedido, ni tan suave por tanta asperesa de sus manos. Mi voz se apagaba y mis lagrimas caían sin comprender porque pasaba eso. Luego de dos años cuando le conté a una amiguita lo que pasaba con mi bis-abuelo me dijo: eso no se hace con las niñas, acúsalo. Si tan solo hubiera sabido lo que me esperaba luego de acusarlo, habría preferido guardar silencio, tal vez por dos años mas, tal vez por mil años mas.

Mi nombre es Lucian, en este momento tengo 30 años y mis recuerdos no hacen mas que atormentar mi presente aunque los haya enterrado hace mucho, es como si recobraran vida, tengo una vida plena, ahora, soy feliz con Karol, ahora, estoy estable, ahora, porque antes todo era caos, todo era miseria y me había condenado a seguir ese camino de dolor sin querer soltar todos aquellos recuerdos con los que me auto flagelaba mentalmente y que me hacían ser presa fácil de mis miedos. 

Mi padre, hombre joven, cariñoso, el único hombre en quien confié en mi vida y el mismo me había dicho que no lo hiciera, como hubiese gustado habértelo dicho a ti, tu si me hubieras creído y me habrías llevado contigo, hubiésemos vivido juntos con una nueva familia, hubiésemos sido felices desde el principio de esta historia. Tal vez todo esto fue necesario para ser quien hoy en día soy. 

mi infancia no fue fácil, a los 2 años mi joven madre de 17 años me deja en la casa de mi abuela, su madre, y parte rumbo a otros países probando suerte, quien sabe algo que mejore su vida y que pueda darle todo lo que había perdido conmigo, que por cierto hasta ahora no consigue, Karma le digo, recuerdo el olor de la casa la primera vez que entre con un viejo bolso con unas cuantas prendas de ropa, en mi mano mi biberón a media de leche, con las lagrimas de abandono marcadas en mi rostro y chascona. - Deja de llorar, ven a lavarte la cara - fueron las primeras palabras de mi abuela, que al principio me cobijo entre sus brazos y a la fuerza le nacían las caricias que me daba a ratos cuando me veía muy triste. Hasta esos cortos 2 años había llorado de dolor por golpes innecesarios de mis abuelos paternos mas de lo que había sonreído cuando jugaba con mi padre o dormía en su pecho sollozando de angustia y pena por cosas que no comprendía.

Llegar a esa enorme casa en Valdivia, haber viajado mas de doce horas en bus, con la fantasía que lleva siempre un niño al viajar, haber sido separada tan abrupta-mente y sin aviso del lado de mi padre, sin si quiera imaginar todo lo que pasaría.

Ese olor entre leña y humedad de una casa desconocida que se abría desde un largo pasillo hacia una cocina y en ella una escalera que llevaba al segundo piso con las habitaciones. - Vamos sube tienes que cambiarte ropa y bañarte, vienes toda cochina y llena de piojos - Mi abuela intentaba dentro de su dureza, ser tierna o al menos amable conmigo, esa forma de querer que aparentemente habría heredado de su padre, tosca, de mano pesada y dura, como no saberlo después de tanto golpe que amorato mi cuerpo tantas veces, fueron siete años de dolor para luego sumergirme en otros tantos de depresesión, miedos y traumas que me llevarían a querer suicidarme, que me harían desconfiar de todos a menos que me demostrasen lealtad o que realmente les interesaba, poco a poco en mi infancia descubrí mi sexualidad y con ello también la crueldad con la que la infancia nos hace crecer, siempre sola, siempre en un rincón, siempre las mismas cosas, siempre la problemática de la casa y del colegio, la que nadie quería cerca porque todo destruía, hasta creía que había destruido lo que podría haber sido mi familia.

Cada quince días llegaba mi felicidad que duraba poco menos de tres o cuatro días con mucha suerte, los esperaba con ansias y siempre, siempre me hacían olvidar el dolor, la pena y los golpes. Mi padre me visitaba cada quince días, un fuerte abrazo y un te amo mirándome a los ojos que me recargaban de luz y alegría que solo él podía darme, en sus brazos yo estaba segura, siempre fue así, su sonrisa era la mas bella, sus ojos, sus hermosos ojos de tiempo que por suerte herede y que hoy son mi única ventana a su mirada cuando veo el espejo, ese abrazo de bienvenida que reponía cada trocito de mi cuerpo quebrado y ultrajado. Él era mi héroe, caminábamos de la mano por los parques y la costanera, visitábamos el centro y comíamos helado o palomitas en la plaza, jugando con las palomas que a ratos me asustaban cuando eran muchas. Me enseñaba a lavar los platos y a barrer bien, siempre me decía que no confiara en nadie, ni siquiera en él porque hasta el podría fallarme, yo sabia que el jamas me fallaría, eso creía.

Cada despedida en el terminal de buses era dolorosa, quería subirme al bus con el, irme lejos del infierno que vivía y no podía decirle, entre el miedo y las amenazas de mi abuela. Él, mi padre, es la razón mas poderosa para que hoy este viva, aunque el ya no lo este.

Me falló, hace casi diez años ya que me fallo, se olvido por un instante de mi y decidió irse de esta vida sin mas... 


Cicatrices de OlvidoWhere stories live. Discover now