– Mierda – susurro lo demasiado fuerte como para que mi madre me mire de reojo.
Dejo la pierna en el plato para limpiarme las manos y los labios, donde lo más seguro es que parezca que me unté un tarro de mantequilla.
– Así que voleibol – comienza a hablar el chico ignorando lo anterior, lo agradezco con un suspiro pero sé que internamente se está burlando de mí, yo lo haría.
– Así que básquet, es raro para un chico que mide ¿1.60? – respondo con idiotez aguda.
Es obvio que ese hombre mide dos metros, porque siendo yo alta él me podría aplastar con un dedo del pie, bueno, el caso es que sí es alto pero solo quiero molestarlo y alejarlo, ahora solo deseo comer.
– 1.90 es la respuesta correcta – me mira con autosuficiencia – Aunque también es raro que una chica que juega voleibol no tenga una dieta ¿no?
Y una carcajada sale de mis labios, una carcajada demasiado escandalosa pero que sirve para ocultar el golpe bajo que me ha dado, maldito imbécil. Lo miro con burla pero siendo sincera me siento estafada por mí, se supone que yo era la maleducada.
Bien.
Chico inalcanzable -1 Dahlia - 0
– Pues no que yo tenga entendido pero si te interesa aumentar músculo te puedo dar tips – le guiño un ojo y dejo la servilleta en la mesa dispuesta a irme – Y si me disculpas me tengo que ir.
Me retiro de la mesa no sin antes decirle a mi madre que me largo, camino con rapidez tratando de mantener el equilibrio, estoy segura que parece que voy pisando clavos con estos tacones pero me vale un comino, solo quiero llegar a mi habitación. Salgo de la sala con la frente en alto y la dignidad hecha polvo ¿Quién se cree ese hombre?
Estúpido poste de luz con rostro perfecto, estúpida cena con pollo frito o a las hierbas o lo que sea que haya sido esa receta, que si nos ponemos a pensar no tiene ningún sentido porque "elegancia" no va de la mano con piernas de pollo a mi parecer, porque no sirvieron caviar o langosta a la elegancia envuelta con algas de dinero como sale en las películas pero no, tenía que ser pollo grasiento y lo peor de todo es que me quedé con hambre. Apenas tocar el pomo de mi puerta dispuesta a sacar las llaves, mi espalda se estremece al sentir una mano en mi hombro.
– Siento mucho como me comporte en la mesa, no fue apropiado de mi parte – la voz del poste de luz inunda mis oídos y en vez de sentirme en las nubes, me siento molesta como si me hubieran hecho comer un taco sin salsa ni limón – Lamento si te ofendí, porque no empezamos de nuevo ¿Te parece?
Por mi metete tus disculpas por donde quieras maldito neandertal, quiero soltar una bomba encima de él, quiero decirle que ojala se le atore el hueso del pollo grasoso para que deje de crecer pero solo me limito a asentir.
– Ya que no comenzamos con el pie derecho,me presento,soy Joan – se inclina un poco hacia mi mientras extiende su mano con una estúpida sonrisa.
– Dahlia.
Exclamo insulsamente y sin decir nada más me giro dándole la espalda y entro a mi habitación dando un portazo. Quizás sí, fue infantil pero soy infantil así que sin lamentaciones me quito los zancos de los pies y me aviento a la cama.
No entiendo porque los chicos lindos son tan idiotas, bueno él incluso se disculpo pero eso no elimina el hecho de que no me agrade. Es lindo, es alto y es atlético pero algo no me cuadra, mucha perfección en un poste de luz no es normal, quizá lo sea para otras chicas pero para mí no, o quizás si sea normal pero como es el primer chico que me habla sin meterme el pie para caer encima de mi dignidad, no me termina por convencer aunque siendo sincera ya caí encima de mi dignidad.
Unos pequeños golpes en la puerta llaman mi atención, ya pasaron unos minutos desde la escenita con el poste y si es Joan el que toca, le lanzare un tacón en el ojo. Me levanto a abrir la puerta y me sorprende ver a mi madre con una bandeja de comida.
– Sabía que estabas incomoda e intuí que te quedaste con hambre – explica con una sonrisa maternal – Y también lo hice porque quería repetir un plato de postre.
– Claro, no me terminaba de tragar lo de intuición maternal – comento ayudándola con la bandeja.
–Debo de comer bien para que florezca así que shhh.
Y mi noche se termina de construir con mis padres, yo y por supuesto un maratón de películas sobre barcos que se hunden.
***
Cuando entro al baño y miro mis ojeras me doy cuenta de que mis padres suelen ser más tóxicos que los que fingen tener depresión. Enciendo la radio del baño y entro a la ducha. El único santuario de este barco para mí es el maldito baño, podría vivir aquí, no en el barco pero si en el baño, siempre que estoy aquí ya sea haciendo nada, me siento más tranquila o inspirada, por alguna extraña razón, es más silencioso aquí y no solo eso, las olas que chocan contra el crucero son más tenues aquí.
Al terminar de ducharme mi serenidad se detiene gracias a los golpes de la puerta, si es mamá agradecería a todos los dioses su presencia y si trae el desayuno para mí la dejare escoger mi vestido de novia, claro, si es que me caso y no me quedo solterona rodeada de aves como la tía Martha, la hermana de mi padre que a sus 50 años sigue soltera y dice que si un hombre llega a su vida no lo dejará ir hasta casarse con él. Abro la puerta con una gran sonrisa imaginando mi plato de hot cakes en la bandeja pero lo único que veo es la cara de Joan, con una sonrisa algo tímida.
– Ho...ho...la – suena bajo y extrañamente apenado.
¿Acaso cambiamos papeles?
– ¿Sí? – cuestiono con una ceja enarcada pero él no dice nada solo agacha la cabeza – ¡Diablos Joan habla que tengo muchas cosas que hacer!
– Es que es difícil – contesta sin mirarme ¿Y a esté qué demonios le pasa?
– ¡Por dios pareces un niño de 6 años! – reprendo ya algo molesta, en primera por su presencia, en segunda por su voz y en tercera porque ni siquiera me mira al hablar – Bien, yo tengo mucho que hacer así que me vo...
– ¡Que es difícil hablar contigo cuando solo tienes una toalla encima! –Interrumpe mirándome por fin pero no dura mucho el encanto de su mirada porque le cierro la puerta en la cara, un gemido de dolor me hace quedar tiesa - ¡Mierda Dahlia acabas de romperme la nariz!
Sus modales se han ido a la basura y creo que también su respeto hacia mí. Dios mio Dahlia, creo que ahora si rompiste tu encanto, o más bien, una nariz.
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Cuando te conocí.
Teen Fiction"-Odio salir, odio los barcos, no sé nadar y odio convivir ¿¡Por qué demonios debo de pasar 20 días en un crucero rodeada de desconocidos y del mar!? -Yo odio depilarme y mírame, ya voy por la segunda pierna." Dahlia no gano la discusión con su madr...