Memorias de Matthew y Emily

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Estaba muy emocionado, después de dos años, al fin podría estar con ella, mi hija, mi adoración. Un día antes de su cumpleaños como decía la carta, salí temprano al aeropuerto tomé el primer vuelo, al llegar a España, donde tomaría el siguiente vuelo, hubo cancelaciones de vuelo por lluvias.

Me sentía desesperado, lo bueno es que solo fue una hora de retraso.

El vuelo tardó más de lo esperado, se suponía que llegaría en la tarde al aeropuerto y de ahí tomar un taxi a la casa. La impaciencia por ver a mi hija se hacía cada vez más grande, quería contarle todo, y que, desde ahora, viviríamos en Berlín. Al estar los dos años de gira, ahora podía vivir allá con mi hija, me volví un pianista reconocido, y con el dinero que ganaba, poco a poco compré una casa.

Llegué en la noche al aeropuerto e inmediatamente tomé un taxi, faltaba muy poco para llegar a la casa.

Al llegar abrí la puerta, pero ella no estaba ahí, solo vi unas maletas, por lo cual deduje que había llegado a la casa. Así que salí corriendo a buscarla en varios lugares, fui primero a la facultad, la busqué por todo el campus, después fui al arroyo y al parque, regresé a la casa hogar en donde pregunté por ella, la encargada me dijo que había salido en la tarde como decía la carta.

Desesperado fui lentamente caminando hasta pasar por el café, y lo lejos vi un rostro familiar, ¿podrá ser ella?, me pregunté.

Entré al café y quedé perplejo. No lo podía creer, ahí estaba ella, volteo a verme y ambos corrimos a abrazarnos.

Fue aquel momento en el que estuve con ella, la persona que más amaba, un momento lleno de emociones, nostalgia, solo opacado por la mancha de la incertidumbre y la separación, aunque el amor superaba el trago amargo. Estaba con mi hija, la persona que más amo.

- Hija, no sabes cuánto te extrañé, nunca más volveré a dejarte. – dije mientras rompía en llanto.

- Estas aquí papá... te amo. – respondió.

- Te prometo que todo será diferente.

- Nunca me vuelvas a dejar, eres mi todo, la única persona en mi vida.

- No lo haré mi niña.

Lo mejor de mi vida, así es como me reencontré con ella después de dos años, mi padre no ganó, había conseguido todo en mi vida, amor, decepciones, encontré pasión en lo que amo, sobre todo, me di cuenta que la familia es lo más importante y al igual que el abuelo, emprendí un camino, una travesía de la cual yo si tuve éxito, "el camino del héroe" así lo llamaba él.

Platicamos un rato, le comenté que ahora viviríamos en Europa, a lo cual ella estuvo de acuerdo.

- ¿O sea que eres un pianista muy famoso en Berlín? – me preguntó.

- Te sorprendería saber que sí, no fue sencillo, las primeras 3 presentaciones era el pianista suplente, parece que solo para eso me querían contratar, pero me dieron oportunidad en Madrid, el público se volvió loco.

- Me encantaría aprender, o escucharte, ya que no tengo recuerdo tuyo tocando.

- Eso es porque cuando eras pequeña, yo te cantaba para que durmieras, y no era con el piano sino con la guitarra.

- ¿Podrías tocar algo para mí? – dijo.

- ¿Tienes la última carta que te mandé?

- Por supuesto. – exclamó.

Caminé hacia el piano de la cafetería, me senté, al reverso de la carta venían todos los fragmentos que dejaba en las cartas, era una melodía que compuse para ella mientras estaba en Berlín, la titulé Dear Emily.

Comencé a tocar, mientras ella a la distancia escuchaba, no hubo palabras, nos quedamos viendo mientras yo tocaba, y ahí estaban, esos bellos ojos.

La decisión más difícilWhere stories live. Discover now