La calma antes de la tormenta

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   En el jardín de mi hogar se encuentran variedades de plantas, que empregnan el lugar con un aroma delicioso, en un césped verde con hojas anaranjadas que caen debido a el frío del otoño. Al caminar por ese frondoso suelo oigo el crujir de las secas hojas, lo que es el único rompe el silencio de aquel sereno lugar. Esto se halla en una pequeña colina que al bajar se encuentra un piso de baldosas rojas, frías al tacto.
   Junto a ese bello paisaje se encuentra un tejado sencillo hecho con chapas translúcidas que cubren una pared blanca que lleva al cuarto de mis padres; unida a la cual está mi habitación que tiene en la ventana una maceta con pequeñas flores.
   Veo pasar a mi perro Tsavo, de pelo griseaseo, pequeño tamaño y unas uñas tan largas para su cuerpo que al chocar con el piso produce un ruido como si tuviera unas diminutas chapas en las patas. Escarba en la tierra y se revuelca en la suciedad.
   Al ver esta escena me llega sensación de quietud, calma y tranquilidad inmensas. Este momento de paz no me dejan otra opción mas que recostarme contra la pared y descansar de las complicaciones de la vida cotidiana en este santuario de la naturaleza.

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