Me desperté agotada no sabiendo muy bien dónde estaba. Habían pasado tres días desde mi mudanza a Madrid y todavía no terminaba de acostumbrarme. Tenía decenas de cajas apiladas en el salón, todavía sin colocar y, por si fuera poco, los nervios no me habían dejado dormir hasta las 3:00. Aún así, me invadieron las ganas de levantarme al darme cuenta de que todavía tenía tres días por delante antes de empezar en el Congreso, y que ahora tenía a mi disposición uno de mis lugares favoritos: El Templo de Debod. Decidido, ya tenía plan para el atardecer, las cajas podían esperar. Me preparé una infusión, en vaso, sin azúcar, y me lo llevé a la terraza. Me gustaba ese momento de ponerme al día con el móvil mientras desayunaba al sol. Un poco tarde para llamarlo desayunar la verdad. Desbloqueé el teléfono, y con ello, lo habitual, decenas de notificaciones, y no eran más porque hacía tiempo que había silenciado Twitter. Contesté alguno de los whatsapps que había dejado pendientes la noche anterior, casi todos amigos de Barcelona preguntándome qué tal por Madrid. Subí una historia a Instagram en la que se veían mis piernas, algo morenas ya, sobre la barandilla de la terraza, con la infusión en las manos apoyada sobre las rodillas y el cielo azul de Madrid de fondo, con la canción "Mi espíritu imperecedero" de Extremoduro. Abrí Twitter para ver en mi TL las últimas publicaciones, unas cuantas de Albert, otras de Ciudadanos, las fuí pasando por encima. Tenía más notificaciones de lo habitual, normal, seguramente mencionándome por mi paso al Congreso. Entre un poco con miedo, siempre lo hacía, algunas menciones, aunque ya estaba algo acostumbrada, todavía me dolían. Una en concreto llamó mi atención, pero no la entendía. Al final se leía "#irenés". ¿Qué será eso? Vete tu a saber. Pero pulsé sobre el hastag a ver si salía de dudas. En las más recientes me apareció lo siguiente "@fanclere: Mi vida es más bonita desde que entré en el barquito #Irenés Se tenía que decir y se dijo" junto con un corazón morado. No entendía nada. A saber de qué iba eso. No parecía nada malo. Perdí el interés y bloqueé el telefono para seguir disfrutando de mi infusión.
Vencí mi pereza, me vestí y me puse rumbo al Templo. Una vez allí una sensación de bienestar me inundó, interrumpida unos segundos por el sonido de mi móvil. Colgué al ver que era Xavi, no quería estropear este momento. Tras dar una vuelta me tumbé en la hierba, recostada en un árbol, esperando la puesta de sol. Cogí el móvil y abrí Twitter. Aunque pensaba que no, en realidad seguía con una extraña curiosidad por eso del "barquito". Así que para matar el tiempo volví a entrar al misterioso hastag. Seguramente no era nada. Para mí sorpresa muchos nuevos tweets que antes no estaban seguían surgiendo, mencionándome a mí y en muchos a... Irene Montero?
YOU ARE READING
RECREANDO UNA FICCIÓN
FanfictionY es que, hay veces, que la realidad supera a la ficción