Un día de invierno dos lobos cruzaron sus caminos. Un macho de pelaje tan negro capaz de confundirse en la oscuridad de la noche y una hembra de pelaje tan blanco como la nieve que pisaban en ese momento sus patas.
Ambos se miraban fijamente el
uno al otro sin hacer ningún tipo de movimiento; ella fue la primera en retirar la mirada y seguir con su camino como si nada. Siente como el lobo la sigue a una distancia corta pero prudente. Al principio no le toma importancia. Hasta después de un corto tiempo se detiene para girarse hacia su acompañante no deseado mirándolo con recelo. El
lobo también se detiene al notar que la loba mantiene sus ojos nuevamente en él, por lo que decide dejarse caer sobre sus patas traseras, esperando a que la hembra retome el camino. Tras esa acción, la loba determina que no hay ningún peligro, aún."¿A dónde te diriges?", pregunta.
El lobo mueve su cola apartando un poco de nieve a su alrededor antes de contestar: "No tengo a dónde ir, sólo te sigo ¿A dónde vas tú?".
De un momento a otro, pequeños copos de nieve comienzan a caer, miran al cielo que apenas era visible gracias a los altos árboles que los rodean, faltaba poco para que anocheciera y ambos eran conscientes de que necesitaban hallar refugio pronto. Las patas del lobo vuelven a moverse sobre la nieve pero la loba simplemente sigue mirando al cielo sin hacerle el menor caso, por lo menos hasta que siente el ligero roce de sus pelajes, observa cómo él pasa por su lado retomando el camino que antes ella dirigía.
"Es mejor irnos de una vez", dijo él. "Creo conocer una cueva cerca de aquí".
Sin tener demasiadas opciones, decide seguirlo, aún sin bajar la guardia.
A partir de entonces no se separaron. Cazaban juntos, vagaban de un lado a otro sin un destino en específico. Cuidándose el uno al otro. Complementándose entre sí.
Al pasar de los días, dejaron de lado ese sentimiento de soledad que cargaban
consigo desde que cada uno había dejado sus manadas, sintiendo en su lugar una comodidad que sólo el otro les podía generar.Unas temporadas más tarde, formaron su propia manada, con unos pequeños
cachorros que llegaron a hacerles compañía. Dos de ellos con un pelaje gris que conforme fueran creciendo cambiaría a blanco; los otros dos tenían pelaje negro. Sólo uno de ellos adquirió el color azul en sus ojos, como los de su progenitora.A pesar de que ahora eran más, el alimento no era tan difícil de conseguir.
Durante los primeros meses el lobo salía de cacería dejando a su compañera cuidando a su camada. Cuando los cachorros crecieron lo suficiente, empezaron a acompañar al
mayor de uno en uno. Aunque el cachorro de ojos azules casi siempre prefería quedarse con su madre en la madriguera, ayudándola a cuidar a los que se quedaban.Un día su padre lo hizo salir casi a la fuerza de la madriguera, diciéndole que
necesitaba que lo acompañara a recorrer la zona para asegurarse que tan lejos o cerca estaban los cazadores de ellos. El cachorro opinó que debían ir sus hermanos también, pero el Alfa se negó; no quería poner a todos en riesgo por si se encontraban con algún cazador. Y aunque el pequeño de ojos azules casi no saliera a cazar, era el
que más rápido corría. Así que dejando a su madre y a sus hermanos atrás, siguió al lobo mayor entre los árboles del bosque, por un camino que casi no solían utilizar.Llevaban casi toda la zona recorrida y no había rastros de ningún cazador, lo cual a ambos se les hizo extraño ya que era temporada de caza, mínimo debieron de haberse topado con algún humano ya.
Ambos supusieron que simplemente ese año decidieron no aparecerse por su territorio. Pero su alivio no duró tanto.Un aullido los hizo ponerse alerta. Aunque el sonido se escuchó bastante lejos, pudieron reconocer perfectamente de quién provenía. De inmediato los dos echaron a correr de vuelta a la madriguera. El aullido claramente era un pedido de ayuda de parte de la compañera del lobo más grande.
Cuando estaban cerca los sonidos de escopetas siendo disparadas y de pequeños quejidos de dolor los hicieron detenerse abruptamente. El Alfa pudo reconocer el temor en los ojos de su cachorro cuando lo miro unos segundos antes de volver a escuchar los mismos sonidos otra vez los cuales le hicieron reaccionar.
"¡Vete!", su cachorro lo miró confundido. "Sabes dónde está el lago, ve hacia allá.
Hay una cueva en la montaña cerca del mismo, escóndete y no salgas hasta que te vaya a buscar. ¡Ahora!". Aún asustado, obedeció y corrió mientras su padre hacía lo mismo hacia el lado contrario.Corrió lo más rápido que sus pequeñas patas le permitieron. Aún sin calmarse, logró llegar a la montaña casi resbalándose en el camino de lo rápido que iba, se metió hasta el fondo de la cueva acostándose contra las frías
rocas, tenía sus orejas levantadas y los ojos bien abiertos a pesar de la escasa luz que se lograba filtrar en la cueva, alerto a cualquier sonido fuera de ella que delatará a su padre para poder regresar juntos con su madre y sus hermanos. Pero no había nada,
durante horas su único acompañante fue el silencio de aquella cueva mientras afuera la noche caía, la luz era cada vez más escasa, hasta que quedó casi a oscuras. Con mucha más razón debía mantenerse despierto, pero no pudo aguantar demasiado para que el sueño le venciera.Por suerte, sus orejas eran bastante sensibles. Se despertó de golpe al escuchar el sonido de pisadas afuera. Su primer impulso fue levantarse y salir de la cueva para averiguar quién era el causante del sonido, sin embargo, recordó lo que le dijo su padre; por lo que, con ayuda de su olfato pudo finalmente relajarse al reconocer su
aroma.Decidió esperar a que entrara a buscarlo, pero eso no sucedió. Extrañado, salió
con pasos lentos de la cueva y lo encontró sentado cerca del borde del risco mirando hacia el cielo nocturno. Se acercó tomando asiento a su lado, imitando su posición mirando también hacia arriba. Ya era bastante tarde, notó que el mayor no tenía prisa en que volvieran con los demás."¿Volveremos cuando vuelva a salir el sol?", pregunto el cachorro llamando la
atención de su padre."No podemos volver", le contestó, "Los humanos saben la ubicación de la
madriguera, podrían regresar. Es peligroso. Nos quedaremos aquí"."¿Qué pasa con mamá?", no obtuvo respuesta, "¿y... mis hermanos?". Las orejas gachas de su padre le mostraron la tristeza que llevaba consigo y que él no había notado al principio.
Comprendió lo que eso significaba. Sus orejas también bajaron, sin quererlo pequeños chillidos comenzaron a salir de su hocico.
A pesar de su propio dolor, no soportó ver a su cachorro de esa manera. Trató de pensar en algo qué decir o hacer para calmarlo, pero el más pequeño le interrumpió.
"No los volveré a ver...", dijo sin dejar de chillar. Con eso, el lobo miró fugazmente hacía el cielo y luego nuevamente a su cachorro.
"Eso no es cierto. Mira hacia arriba", los dos lo hicieron al mismo tiempo.
"¿La Luna...?", el cachorro apartó su mirada de ella para posarla sobre su padre quien no dejaba de mirarla.
"Así es. Cuando los lobos terminan su recorrido sobre la Tierra, la luna nos da
refugio hasta que estemos listos para un nuevo viaje. De alguna forma, la luna es nuestro hogar, siempre volveremos a ella; tu madre y tus hermanos ya regresaron. Tú y yo aún seguimos aquí, por el momento solo nos tendremos el uno al otro así que... confía en mí. Algún día, yo volveré a estar junto a tu madre arriba, mientras tú juegas con tus hermanos. No estés triste, yo cuidaré de ti aquí abajo, mientras ellos nos cuidan desde arriba".El cachorro meditó las palabras recién dichas, posando también sus ojos azules en la luna. Después, con sus orejas aun gachas, pero sin rastro de su tristeza anterior, frotó su cabeza contra el cuello de su padre. "Yo también voy a cuidarte hasta que volvamos a ver a mamá", soltó de repente.
Su padre, enternecido, agachándose para estar a su altura le regresó el gesto frotando igualmente la parte posterior de su cabeza contra él.
Casi con la misma sincronía, ambos le aullaron a la luna. Uno de ellos despidiéndose, tratando de transmitirle a su compañera lo mucho que la extrañaría; el otro también se despedía, pero pidiendo además, que ella y otros tres cachorros casi blancos esperarán por ellos.
FIN.
Alessa
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Bajo la Luna
Short StoryUn día de invierno dos lobos cruzaron sus caminos.... ~•Cuento corto 🥉3er lugar en la fase final del Concurso Interpreparatoriano de Literatura. ~•Publicado también en: http://literatura.dgenp.unam.mx/cuentame-y-con-poesia-ensayemos