El Mentiroso

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Los personajes de "Angels Of Death" NO me pertenecen. Son propiedad de sus respectivos autores.

Los textos en cursiva son pensamientos ;)

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–¡ZACK!

Ray lo llamaba desesperada, al ver las heridas que sangraban en abundancia. Habían sido atacados por un grupo de idiotas armados en la oscuridad de un callejón. Él la protegió y se había encargado de ellos. Desgraciadamente, no salió ileso. Tenía al menos tres impactos de bala en el cuerpo, y muchas yagas producidas por las que apenas había logrado esquivar.

–Esto no es nada. –intentó tranquilizarla, pero al dar un paso, sintió un fuerte dolor en el estómago que lo hizo caer sobre una de sus rodillas, llevándose una mano a la zona abdominal.

Rachel, asustada, corrió hacia él para brindarle su ayuda. Zack respiraba con dificultad, mientras un charco de sangre se formaba bajo sus pies.

–Déjame ver. –pidió la niña, sintiendo un hueco en el estómago causado por la angustia.

–Ya te dije... que no es... Agh...

–¡Zack!

El azabache se recostó en el suelo, soltando la gran guadaña con la que había acabado con sus agresores. Rachel se arrodilló y examinó las heridas que le habían logrado ocasionar. Un impacto estaba en su brazo izquierdo, otro en su pierna derecha y el último...

–No...

Sus pupilas disminuyeron al ver el tercer impacto, ubicado en el abdomen. La sangre corría de manera constante, y ella sólo pudo pensar en una razón para ello: la vieja herida que Zack se había hecho con la guadaña.

–¿Qué sucede?, Ray. Algo como esto no... –un poco de sangre salió por su boca, matando las falsas esperanzas de una chica que estaba en pánico.

–¡Debemos llevarte a un hospital! –exclamó sin pensar.

–¡Olvídalo! Nos capturaran y es muy probable que ya no pueda verte.

–¡Si mueres, definitivamente no me verás de nuevo!

Mientras hablaban la sangre seguía fluyendo, Rachel no podía simplemente coser la herida como lo hizo aquella vez, debía extraer la bala y detener las hemorragias internas, pero esto era incluso demasiado para ella.

–Ray...

–No hables, buscaré ayuda.

–Ray, escúchame...

–Quizá pueda encontrar a alguien que...

–¡RAY! –gritó, sintiendo el agudo dolor esparcirse por su estómago como cargas eléctricas. –, Sólo quédate conmigo.

La rubia se quedó en silencio. ¿Le estaba pidiendo que no hiciera nada y tan solo...?

–Quédate.

–Zack, es un mal momento para bromas.

–No es ninguna estúpida broma. –su semblante se mantenía serio, pero ella no podía creerlo.

–Tengo que salvarte, ¡Sé que podemos salir de esta!, tan solo...

–No... –negó el mayor. Estaba... ¿sonriendo? –, Te mentiría si vuelvo a repetirte que estaré bien. Sabes que odio las mentiras.

–Por favor, no hables, déjame serte útil una vez más y...

–Entonces, quédate aquí conmigo, estúpida mocosa.

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