El inicio de todo.

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Y... el primer cap de éste bebé. El otro está en proceso, ya ven; entré en modo depre y se me antojó hacer ésto a partir de una canción. Bueno, varias canciones; las dejaré al final para que se pueda disfrutar mejor el contenido, ajá.

¡Comencemos! 🐦





Era una mañana tranquila, cielo azul; despejado, y toda esa mierda. El sonido de la grava al ser acariciada por los característicos pétalos rosados de las Sakuras era prácticamente imperceptible a sus oídos. En realidad, hacia mucho que pretendía no oír o sentir nada.
Se limitaba a vivir por obligación todos los días, se había vuelto tan cotidiano que ya no asustaba en lo más mínimo. Inclusive le hacía sentir un poco mejor.

Ladeó la cabeza, permitiéndose observar los tenues ases de luz solar que atravesaban débilmente las ramas de aquellos árboles. Eran comunes del sitio en el que vivía, sin embargo había empezado a odiarlos de a poco. Le traían recuerdos que prefería enterrar en lo más profundo de su memoria, sellarlos ahí y no permitirles la salida nunca más.

Suspiró audiblemente sin importarle demasiado la preocupada presencia de su madre, Mitsuki. Sentía su mirada recorrerlo de arriba a abajo con un pequeño tic en el labio que le causaba mucha gracia por alguna razón. Entendía el hecho de que estuviese ansiosa por su reacción, pero sinceramente debió haber aprendido que simplemente ya no le importaba nada de lo que ocurriera a su alrededor.
Sus movimientos eran prácticamente mecánicos, forzados. No tenían vida.

- Escucha Katsuki, sé que esto es difícil para ti. Podríamos volver si no estás preparado..- Había un ligero temblor en la voz de su madre que fingió no haber escuchado. Detuvo su andar abruptamente, asustando a Mitsuki aún más de ser posible. Y no podía culparla de nada, después de todo el jamás solía actuar de aquella manera. Por lo menos no antes de eso.

Crujió los dientes recriminándose haber pensado en ello. Si fingía no pensar y moverse como un títere era precisamente para evitar que los recuerdos afloraran nuevamente en su mente, como veneno que carcomía sus entrañas.
Intentó tranquilizarse; sabía que si recordaba se iba a romper de nuevo. Igual a la primera y segunda vez.

El aire helado azotaba su rostro, consiguiendo refrescarle la mente. No se podía dar el lujo de reventar cada uno de sus sentidos forzando sus recuerdos a enjaularse parcialmente. Había aprendido que era una mejor opción cambiar el rumbo de sus pensamientos, concentrándose en cosas simples que lo tranquilizaban de alguna manera.

Respiró más calmado después de un par de segundos que a Mitsuki le parecieron años. Estaba preocupada, y la palabra "preocupación", es ridículamente pequeña a un lado de lo que estaba sintiendo verdaderamente.
Amaba a su pequeño explosivo más de lo que éste podría imaginar algún día; y había sido así desde el primer momento en el que vió su tierna mirada rojiza y acarició su cabellera rubia; idéntica a la de ella.

Era su jodido mundo, a pesar de que conocía sus peores facetas. Le dolía verlo tan destruído, tan débil, había cambiado demasiado.
¿Y cómo no iba a doler? Katsuki era su pequeño héroe. Su pequeño explosivo. Su pequeño sol. Su pequeño todo.
Antes de poder evitarlo, notó las pequeñas gotas transparentes impactar contra el pavimento. Limpió su rostro rápidamente, agradeciendo que Bakugou estuviera bastante entretenido con las Sakuras como para prestarle atención a aquel detalle.

- Estoy bien, mamá. No te preocupes. - Susurró monótonamente. Su propia voz le sonaba ajena; como si otra persona hubiese tomado el control de su cuerpo y mente. Pero no le importaba. La determinación y fuerza que le caracterizaban se habían ido hace mucho tiempo, sin que él hubiera hecho el intento por detenerlas.
Y es que no era una película o un cuento en el cual el personaje principal es capaz de soportar cada puñalada, cada enfermedad, cada obstáculo.

Tú, mi héroe. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora