Palabras mudas

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Era una bonita tarde, los árboles de cerezo desprendían sus hojas causando una preciosa lluvia de color rosa, en el aire se podía respirar la primavera, la gente entraba al bar con frecuencia sentándose en las mesas de afuera, sonreí, me encantaba la tranquilidad en los días de primavera, me acerque a uno de mis clientes y le atendí.

—Hola caballero ¿Qué desea tomar?

Él aparto la vista de su ordenador y me miro directamente a los ojos, a decir verdad tenían un bonito color miel, el me sonrió de vuelta pero no dijo nada, le mire un poco extrañada, insistente, tenia mas clientes que atender pero el no me decía nada, simplemente se quedo mirándome, fruncí el ceño mientras apretaba la libreta entre mis manos.

Su mano rozo la mía con suavidad quitándome la libreta de las manos, pude observar como empezaba a escribir en ella.

—¿Acaso eres mudo o algo? es mas, un cliente no puede tomar la libreta.

Le espeté con un tono molesto, aparto la mirada de la libreta y me sonrió, pero mas que una sonrisa fue un tipo de mueca, me tendió la libreta y la cogí con fuerza, cuanto mas leía mas avergonzada me sentía, hice una reverencia a modo de disculpa

—¡Lo siento mucho! no solemos atender a gente que no puede hablar, siento haber sido tan grosera.

Él simplemente negó con la cabeza mientras yo salia corriendo de aquel lugar, Alaia ¿Por qué siempre la tienes que cagar así? moví bruscamente mi cabeza tratando de apartar un poco la vergüenza que sentía en ese momento, ¿por que a veces era tan tonta? me acerque al mostrador dándole la orden del chico, realmente me sentía mal, suspire con fuerza mientras me acercaba a otros clientes a tomarles la orden,
una vez que termine de tomar los pedidos de todos mis clientes me apoye en la barra a esperar a que prepararan los pedidos, en mi cabeza seguía apareciendo aquella mirada verdosa y sus preciosos labios del color de la primavera, de los árboles de cerezo, quería disculparme apropiadamente. Mi vista viajo por todo el local buscándole, hasta que le volví a ver de nuevo, en la mesa numero dos tomándose un macchiato tecleando cualquier cosa en su ordenador.

Aproveche que tenia que dejar un pedido en la mesa numero tres para acercarme a la suya, me apoye sobre una silla para llamar su atención, lo mas seguro es que mis cachetes deben estar tan rojos que si ponen a un tomate al lado de mi cara dicen que es un pariente mio lejano, intente hablar pero solo dije algo inentendible ''nota mental: aprender a hablar"
el levanto la mirada de su ordenador mirándome con curiosidad junto a una leve risita, me había visto patética pero su leve risita había hecho que yo también soltara una pequeña risa, ese acto hizo que todo mi nerviosismo se fuera y ahora si pude hablar apropiadamente.

—Oye... Lo siento por lo de antes, me gustaría disculparme de alguna manera, mi turno acaba pronto así que ¿Puedes esperarme a que salga...?

Le mire con un matiz de piedad, realmente quería disculparme, el negó con la cabeza y empezó a teclear en su teclado, ¿que acaso esperabas que te dijera que si Alaia? seamos realistas, le has llamado mudo, cuando fíjate por donde y mira si el mundo realmente te odia resulta que no puede hablar. Cuando fui a darme la vuelta para atender a mas mesas el giro el ordenador con un documento.
''Claro ^^, y sobre lo de antes, no te preocupes a cualquiera le puede pasar pero aceptare tus disculpas, por cierto mi nombre es Ezra ¡encantado!
Pd:te espero en el puesto de helados que esta cerca, ¡no tardes en venir! :3''
leí el mensaje entero y asentí, poco después cogió sus cosas y las guardo en un gran bolso que llevaba, me sonrió y se dio la vuelta para irse. Yo ya estaba feliz, o bueno, con un mejor humor, había aceptado mis disculpas y aunque solo haya quedado conmigo para eso la verdad es que no me importaba porque, madre mía, la verdad es que Ezra era el chico mas atractivo que había pisado este bar desde hace mucho tiempo, a lo mejor será verdad de eso de que la primavera trae cosas bellas.