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Un trago más, otro vaso y un inúltil intento fallido de intentar olvidar. Intentar olvidarlo a él, a su sonrisa, a sus hipnotizantes ojos café pero en definitiva, a él. ¿Acaso esta tortura no podía terminar?

-Pásame otro, por favor- le dije al barman y en seguida fue a preparar otro... no sé qué estaba bebiendo realmente.

Miré la hora en mi celular. Ya era sábado 6. Exactamente un año sin él. Un año horrible realmente.

El barman trajo mi bebida y lo observé.

-¡Un brindis!- dije levantando mi copa en el aire. Aquel hombre me miró confundido. -¡Un brindis porque hace un año soy el hombre más idiota del Universo!- y tomé todo el contenido que la copa contenía.

-¿Se encuentra usted bien?- me preguntó aquel hombre. Me miraba extrañado. Y era difícil eso porque el bar era un lugar lleno de depresivos fracasados y solitarios como yo.

-¿Bien? No- comencé a reir. -Hace un año me alejé de él. ¿Y sabes? Fue el peor error de toda mi vida. Sí pudiera, volvería atrás y jamás lo dejaría- respondí tomando lo que quedaba de mi bebida. -Soy un completo idiota-. El barman sólo asintió, mientras limpiaba una copa. No podía juzgarlo. Yo tampoco sabría qué contestarle a un idiota como yo. Pero por un lado, me agradaba que no me dijera "Ve y lucha por él" como habían hecho varios. Aquellas personas no conocían a Brendon. No conocían cómo era. Él no era fácil, no era de esas personas que con una palabra bonita y un beso ya estaba devuelta en tus brazos. Él era distinto. Y cuando algo terminaba, definitivamente terminaba y jamás volvería. Ojalá hubiese pensado en eso cuando fui y le dije que debíamos terminarlo todo. Era un completo idiota. Pensé que él estaría bien y yo también. Pero no fue así. Bueno... para mí. Escuché que Brendon había encontrado otro chico, que se había enamorado de nuevo mientras yo estaba aquí, bebiendo como hacía casi diariamente, recordando lo idiota que era y cómo había perdido al amor de mi vida. Porque así era, Brendon era el amor de mi vida. No creo que jamás vuelva a amar a alguien como amo y amé a Brendon.

-¿Otra copa por favor?- le dije al barman y asintió, volviendo a ir a preparar otra. Recargué mi cabeza en mi mano, mirando hacia algún punto. Un año. Todavía recuerdo cómo él me miró lastimado y me dijo que me odiaba. Y yo también me odiaba por ser tan idiota.

A los minutos volvió, con otra copa. La tomé, sin dejar de mirar a aquel punto y le dí un pequeño sorbo.

-¿Me da una copa de vodka, por favor?- dijo una voz a mi lado. Otro depresivo solitario como yo. Genial. Me gustaba más cuando estaba solo. El barman fue y le sirvió su bebida, mientras yo seguía mirando hacia la nada. Seguía recordando sus ojos, su sonrisa, su cara mientras dormía, su hermosa voz cuando cantaba.

-¿Deprimido, eh?- dijo la voz del hombre al lado mio.

-Sí. Hoy es un día horrible- le respondí, sin mirarlo.

-También es un día horrible para mí. Hace un año perdí a alguien importante.

-Que curioso, yo también- dije tomando otro sorbo de mi bebida. -El amor es una mierda, ¿sabes?

-Lo es. No debería ser justo sufrir por amor- y asentí, respondiéndole. Lo era, era una mierda. Y no debía ser justo sufrir por aquel inútil sentimiento.

Tomé otro sorbo de mi bebida y volví mi vista hacia la nada.

La voz a mi lado no volvió a hablar. Ni yo tampoco.

-Te he extrañado, Ryan- dijo aquella voz. Por primera vez giré mi vista hacia dónde se encontraba el dueño de aquella voz y... lo vi. -Hola- dijo cuando nuestras miradas se encontraron.

-Brendon- fue lo único que supe decir. Él estaba ahí, a mi lado. El hombre al que amaba, al que extrañaba. El hombre en el que pensaba cada minuto de mi vida desde ya un año. Y estaba tan distinto. Su cabello peinado hacia un lado, lentes de marco cuadrado, pero aún tenía su hermosa sonrisa, aquellos gruesos labios y sus brillantes ojos café. Me quedé sin palabras, sin nada que decir. Había deseado tanto esto que cuando me pasa, no sé qué hacer ni cómo reaccionar.

-¿Sólo eso dirás? ¿Brendon?- dijo él, alzando la voz, frustrado de ver que no hablaba. -Te he buscado y extrañado. He derramado tantas lágrimas por ti, pensando qué hice de malo para que me dejaras. Pasé noches sin dormir. Pasé días horribles. Intenté reemplazarte pero no funcionó. Traté de pensar algo para volver a tenerte. Luego te encuentro, te confieso que te he extrañado y solo dices "Brendon"- me decía todas esas cosas y yo sólo lo miraba, sin poder agregar algo. -Y sigues sin decir nada. ¿Sabes? Eres un idiota. Pensé que me extrañabas como yo a tí- y se paró, dejó algunos billetes en la barra y se comenzó a ir.

"Haz algo idiota, o lo perderás para siempre" dijo mi voz. Y cuando lo ví salir por la puerta, reaccioné. Me levanté rápido de mi asiento, dejé algunos billetes en la mesa y me fui rápido. Cuando salí, lo vi a algunos metros. Corrí hacia él y cuando me acerqué lo suficiente, tomé su brazo atrayéndolo a mí.

-Ni se te ocurra pensar que no te he extrañado- le dije para luego, besarlo. Sus labios junto a los míos encajaban tan bien. Extrañaba esto. Bajé mis brazos a su cintura, acercándolo más a mí. Era un beso con desesperación y ternura. Nos separamos cuando no tuvimos más aire.

-No sabes cuanto extrañé besarte- él rió. -No sabes lo difícil que ha sido todo este tiempo. Y sí, soy el idiota más grande por dejarte ir, pensar que estarías mejor sin mí, porque creo que no lo fue- suspiré. -Quiero que sepas, Brendon Boyd Urie, que te amo más que a nada en esta vida y que...- dije hasta que Brendon me interrumpió con otro dulce beso. Realmente extrañaba sus labios, aquellos carnosos labios. Tan suaves, tan perfectos. Rodeó mi cuello con sus brazos y al mismo tiempo, profundizó el beso. Abracé su cintura. Y seguimos así hasta que el elemento vital nos faltó.

-También te amo George Ryan Ross- y lo abracé, tratando de no olvidar cada instante de este perfecto momento. Me separé para mirarlo fijamente a los ojos.

-Así que... ahora que sabe que lo amo mucho señor Urie tengo una pregunta muy importante que hacerle- dije con voz más gruesa, haciendo reir a Brendon.

-¿Ah sí? ¿Qué pregunta?- dijo él imitando mi voz.

-¿Quiere darme usted el placer de ser mi adorado novio?-. Él sonrió, dudó un segundo y luego me dio un corto beso.

-Obvio que quiero, señor Ross- y nuestros labios se unieron nuevamente, sellando nuestro nuevo comienzo. Esta vez no lo arruinaría.

Reencuentro | Ryden Donde viven las historias. Descúbrelo ahora