Fuerza neta

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Cuando Aoko entra en la casa de Ran, su primer pensamiento es 'espero que las paredes estén insonorizadas, porque de lo contrario, Ran recibirá las quejas de todos los del vecindario'. Su segundo pensamiento, 'Santo Dios, hizo que Hattori-kun contrajera la rabia de alguna manera', y eso se debe a que Hattori actualmente está jugando Mario Kart contra su esposo de una forma que involucra muchos más dientes del tipo animalísticos mientras gruñe e insulta a la familia de Saguru de lo que Aoko esperaría de un inspector de policía de casi treinta años.

"Hola, cariño. Perdón por llegar tarde. Me vi envuelta en el trabajo", le informa mientras se quita los zapatos. Saguru se retuerce en torno a donde está atrapado, entre un Hattori que maldice y el brazo del sofá, dándole una mirada de Soy Demasiado Orgulloso Para Admitir Que Necesito Ayuda, Pero Por Favor Sálvame, la cual ella ignora como la esposa amorosa y sádica que es, eligiendo en cambio, indagar a través de las zapatillas de los invitados.

"Aoko-chan!" la saluda Kazuha. Ella está tendida en el sofá junto a su marido de (mentalmente) ocho años de edad, mirando la pantalla del televisor con una expresión de intenso interés mientras habla sin parar en la oreja de Hattori. Aoko cree que está hablando mal de Saguru hasta que se acerca al rango de audición y la oye decir: "Oh, Heiji, ¿no puedes ver esa cáscara de plátano en medio de la carretera? ¿Es en serio? Esta es como la octava vez que has sido expulsado de la carretera. No le enseñarás a los niños a conducir. Mmm, tal vez le pida a Hakuba-kun que lo haga. Oh, lo siento, cariño, ¿te hice enojar?" El sonido que emite Hattori no es diferente a un lobo salvaje.

Aoko cambia de curso hacia la cocina, abandonando a su esposo con los Hattoris. No está segura de sí se imagina el gemido que escucha cuando cierra la puerta de la sala de estar detrás de ella.

Ran está tarareando para sí misma mientras saca una bandeja de panecillos del horno y los pone en la cocina para que se enfríen. Su novia está sentada en la mesa de la cocina, desplazándose a través de algo en su teléfono que parece sangriento(?). Aoko reconoce la mirada en su rostro como Intensa Concentración Detectivesca.

Tanto ella como Ran levantan la vista cuando Aoko entra. Sera gruñe vagamente y le ofrece una sonrisa educada antes de volver a sus cadáveres, con el ceño fruncido. Ran se anima, radiante.

"¡Aoko-chan!" Chilla y se desliza a través de la cocina para abrazarla. "¡Es tan bueno verte! ¿Cómo está todo? ¿Cómo está Kaede-chan?"

"Probablemente llevando a la niñera a las lágrimas", responde Aoko, lo que saca una sorpresiva carcajada de Ran. Aoko no está segura de por qué, considerando que no está bromeando. Las últimas cuatro niñeras han citado la salud mental como su razón para renunciar. Aoko está un poco preocupada en realidad, especialmente porque Saguru trató de aplacarla insistiendo en que él era igual cuando tenía seis años, lo que definitivamente no es tan tranquilizador como él cree.

Para dejar de pensar en Kaede y en el hecho de que ella y Saguru sin duda volverán a casa y encontraran a la niñera atada a una silla y a Kaede planeando alegremente su reinado de terror frente al televisor, Aoko se apoya en el mostrador para ver a Ran girar los muffins en el sartén.

"No es que me importe", dice, liberando su cabello de su cola de caballo, "pero ¿por qué estamos haciendo esto de repente?" Ella mira alrededor de la vacía cocina, repentinamente sospechosa. "¿Y dónde está escondido Kaito? Él no está en tu habitación, ¿verdad?"

"El día que dejé a Kuroba-kun en nuestra habitación es el día en que romperé todos los huesos de su cuerpo", dice Sera sin levantar la vista. Ran se ríe un poco, como Oh , y se sonroja, porque aparentemente las amenazas de violencia son equivalentes a flirtear para los dos. Aoko hace tiempo que llegó a la conclusión de que ninguna de sus amigas es completamente normal.

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