Capítulo 1.

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Cómo me gustaría vivir en un libro. Siempre sería la protagonista a la que todos quieren, la heroína cuya misión es, de un modo u otro, salvar el mundo. A veces me pongo a pensar sobre por qué soy un hada. Por qué no soy una humana.

- ¡Dalia! ¡La comida está lista! -la voz de mi madre me despierta de mi ensoñación. Debería dejar de pensar en ser humana. Todos sabemos que los humanos desaparecieron años atrás.

Cuando era pequeña, mi madre solía contarme historias sobre los humanos, seres sin poderes, sin alas, sin magia. Entonces yo pensaba que los humanos eran unas criaturas muy aburridas. Ahora he cambiado de opinión. Ellos no tenían la magia, por lo que soñaban con ella. Nosotros sí la tenemos, así que ya no nos queda nada con lo que soñar.

Mi casa es una casa de hadas normal. No tenemos eso que los humanos llamaban escaleras. No las necesitamos, ya que podemos volar. Bajo volando a la planta baja, donde se encuentra la cocina. Antes de llegar ya percibo el olor a sopa de gardenia. La gardenia es una planta con un sabor exquisito. Antes de los días negros, esta planta no existía. Todas las plantas y animales que había desaparecieron junto con los humanos. En la Tierra no quedó nada, excepto un poco de polvo mágico que se creó milagrosamente al chocar el gran meteorito que acabó con todo. A partir de ese polvo mágico, fueron apareciendo nuevos animales y plantas, y surgimos las hadas.

Llego y me siento a la mesa. Hoy también comemos solas mamá y yo. Mientras comemos la deliciosa sopa, oímos un estallido. Casi había olvidado que estamos en guerra, y que mi padre está luchando en ella. Cada vez veo más absurdo el motivo de ésta, la Mina de Magia. La Mina de Magia se encuentra justo en la frontera entre mi reino, Topacio, y el reino vecino, Rubí. La mina se descubrió después de que se crearan los reinos. Por lo que me ha contado mi padre, la posesión de la mina es muy importante para nuestro reino, ya que la energía que utilizamos para hacer funcionar todo es la magia, y si no la tuviésemos tendríamos que comprársela a otros reinos, y eso supondría un gasto considerable.

- ¿Sabes? -dice mi madre- He oído que vamos ganando. Quizá dentro de un par de años consigamos quedarnos con la Mina...

- ¿Y a mí qué me importa esa estúpida mina? -estallo- ¡Lo único que quiero es que todo esto acabe y papá vuelva a casa sano y salvo!

Me levanto de golpe y subo a mi cuarto. No me gusta enfadarme con mi madre, pero odio hablar sobre la guerra. Algunas noches despierto gritando la palabra papá. No quiero que le ocurra nada malo.

AlwaysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora