Eren, te amo.

739 54 6
                                    

Abril

Eren, cariño.
No sé si llegarás a leer esta carta, pero quiero que sepas que todo esto pudo haber sido mejor.

Es probable que yo ya no esté ahí para cuando estés leyendo esto.
Estoy seguro que, el último cajón de arriba del ropero donde guardaba nuestros atesorados recuerdos, al menos míos, sería el último lugar donde encontrarías mi «adiós»

Verás Eren, esto no era para nada parte de mi plan contigo.
Yo, tenía una vida idealizada juntos. Y, lo que más deseaba para la felicidad de los dos, era tener una pequeña y llamarla Carla, como tu madre. Deseaba que tuviera tus ojos, mi cabello, tu alegría, mis gestos.
Eren, Deseaba que fuera tan perfecta como lo eras tú, o eso creía.

¿Te acuerdas, Eren? Cuando nos conocimos. ¿Lo recuerdas?
Yo sí. Ese día, era jueves 23.
Apenas salía del trabajo, había sido un día largo para mí, no veía la hora de llegar a casa y dejar toda la basura de trabajo para el día siguiente. Lo cierto es, que nunca creí que esa tarde, la cual consideraba tan aburrida y rutinaria como todo en mi vida, encontraría el amor. Te encontraría a ti.

Aquella vez seguí el camino de los lirios, como lo llamabas tú. Ese lugar era hermoso, a pesar de que no te lo dije nunca, era hermoso Eren.
Caminaba, pensando en cómo había terminado en ese punto. De hacer de mi vida solo trabajo, casa y más trabajo. Vivía solo, aburrido. Pero fue en ese momento, que caíste tan torpemente delante de mí.

«Pero que mocoso tan estúpido» pensé. Ahí estabas tú, con uniforme escolar. Levantaste la mirada y pude ver tu rostro raspado y con lágrimas en tus ojos.

Esos ojos verdes que me atraparon desde el primer instante. Que hicieron que mi corazón se acelerara de manera sobrenatural, con el tiempo me di cuenta de que era lo más normal del mundo cuando miras a la persona que amas.

«Lo siento mucho, soy muy torpe» dijiste.
El resto, ya lo sabes. Casi.
Nunca te dije lo que significaron para mí todos tus intentos por acercarte a mí como nadie más lo había intentado siquiera.

En realidad nunca llegué a decirte tantas cosas. Que lamento de verdad, el no habértelas dicho.

Luego de todo eso, me dijiste tu nombre. «Que nombre tan extraño» pensé. Sin embargo, me encantaba decirlo. Sé que te ponía triste que no te llamara por un apelativo cariñoso como lo hacías tú conmigo, pero era porque me gustaba tu nombre. Me gustaba pronunciarlo, amaba y amo cada letra de tu nombre Eren. Por eso no quería llamarte de otra manera. Mi pequeño y adorable Eren.

Recuerdo todavía, como me besaste el día que te llevé flores solo porque sí. Aquel día, simplemente quise hacerlo. La mirada de Mikasa jamás se borrará de mi mente. Ella era tan sobre protectora contigo y temía que te hiciera daño, cosa que jamás pasó por mi cabeza.
Al ver tu sonrisa cuando recibiste mis flores, fue lo mejor del mundo Eren. Fue como ver millones de constelaciones resplandecer en tu sonrisa. Tus ojos se iluminaron y eso hizo que mi corazón marchito floreciera aún más.

Adoraba tus galletas con forma de estrella. Le echabas siempre la cantidad perfecta de canela. Me gustaba la canela y tú lo sabías bien. Era lo tuyo.
Que cocinaras para mí era tierno, aunque casi nunca lo hacías bien, sé que te esforzabas y eso era más que suficiente.
Eren, adoraba tus regalos sorpresa. No era una ocasión especial pero ese era el punto.
Adoraba que cantaras para mí cuando no podía dormir. Me hacía sentir a salvo.
Cuando conocí a tus padres, estabas tan nervioso. No más que yo claro. Quería que me aceptarán Eren. Quería que notaran lo mucho que te amaba.
Adoraba tu risa, era melodiosa. También molesta pero me gustaba, me encantaba.
Tu tenacidad para aguantar mi mal humor, era admirable.

Un Amor En Agonía [ERERI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora