S I E T E

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Nota: la canción que acompaña este capítulo es el cover de Toxic por Melanie Martinez. 

S I E T E

No dormí bien en toda la noche.

Apenas salí corriendo de la habitación de Poe me encerré en la mía, me metí en mi cama, me cubrí con las sábanas y me quedé inmóvil mirando la pared con los ojos abiertos de par en par y el corazón aceleradísimo por todo: miedo, vergüenza y al mismo tiempo emoción y asombro.

Ni siquiera entendía cómo había dejado todo de lado y me había tocado frente a él. Fue de una forma sobrenatural (¿tal vez por sus habilidades como noveno?) pero mi mente se había nublado y lo único que pude pensar fue en: ¡tengo que hacerlo! Todo mi cuerpo palpitó de deseo e incluso olvidé quién era, qué estaba bien o qué estaba mal.

Eso que había hecho se había sentido muy bien, pero no pude evitar pensar que Adam tenía razón: Poe era más peligroso de lo que creía. Tenía la capacidad de seducir tan intensamente que uno se desconectaba de su propia mente, y eso era muy riesgoso.

Tal vez sí debía alejarme de él.

Solo que... ya no quería.

***

Amaneció. Me di una ducha y luego salí de mi habitación mirando a cada lado del pasillo. Lo primero que pensé fue en Adam, y mis piernas automáticamente me condujeron hacia su habitación para ver cómo estaba. Anoche se había vuelto loco y Poe lo había golpeado. ¿Lo recordaría? ¿Y si echaba a Poe por eso?

Abrí con mucha lentitud y cuidado la puerta de la habitación de Adam, pero no ingresé sino que me limité a echar el ojo hacia adentro mientras que la madera se fue deslizando. Como no lo vi recostado en su cama, abrí un poco más la puerta hasta que logré tener mayor campo visual de la habitación.

En cierto punto me detuve, y un frío inmediato me dejó la mano aferrada a la perilla.

¿Qué rayos...?

Adam estaba parado junto a la ventana, pero no miraba nada hacia afuera. Su brazo izquierdo estaba lánguido y quieto, pero con la mano derecha, formada en un puño, le daba consecutivos golpes a la pared. No llevaban nada de furia ni de salvajismo, de hecho, eran como si él fuese un robot, su brazo funcionara solo y hubiese decidido atestarle puñetazos a la pared sin ningún sentido.

Tal vez llevaba un rato en eso porque ya sus nudillos sangraban, pero aún más perturbador que las pequeñas manchas de sangre en la pared, era su rostro. No había expresión. Los ojos estaban fijos en el vacío, ausentes y desorbitados de una forma que nunca le había visto.

¿Esa actitud tan extraña era parte del Hito? Me asusté de solo pensarlo y me asusté mucho más al recordar que Poe había mencionado que Adam podía matarme sin siquiera saberlo. Quise cerrar la puerta en ese instante para salir de la casa, al menos hasta que se le pasara, pero mientras deslizaba la puerta con mucho más cuidado, él giró la cabeza y me miró.

Me quedé inmóvil. Pensé que se pondría como un loco y trataría de atacarme, pero a pesar de que me observó, sus ojos continuaron pareciendo muy lejanos a esta fecha y realidad como los de un siniestro robot.

—Hola, Alena —me saludó. Su voz sonó muy tranquila y amable, pero con una nota maquinal y fría.

Al mismo tiempo, su puño siguió golpeando la pared. Una vocecita me dijo que corriera, pero era mi hermano, todavía era mi hermano, de modo que me forcé en sonreírle y en darle una respuesta igual de amable y normal:

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⏰ Última actualización: Dec 13, 2019 ⏰

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Mi semana con Poe ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora