Capítulo único. Florería

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Aquel fatídico día había sido una subida y bajada de emociones, palabras de su compañero, palabras de Dazai, palabras del azabache, todo recorría su piel impidiéndole al joven dormir, dando vuelta y vuelta en el futon, atrapado en la oscuridad profunda del lugar. Suspiro profundo y tallo sus cabellos, comenzó a sentir calor pero ¿Por qué? Si no hacía calor.

Atsushi refunfuño molesto. Tapo su rostro con la almohada, no era un intento de suicidio, solo un intento de sacar las voces en su cabeza.

En algún punto, logro cerrar los ojos...

Abrió los ojos y miro el espacio en blanco, giro buscando una respuesta que jamás hallo, comenzó a caminar y conforme avanzaba un pasto comenzaba a crecer, más y más verde, más y más pasto hasta que alzo su mirada, trago saliva al verlo, era el orfanato, su puerta enorme de metal, la toco delicadamente, la abrió.

Continuo su camino, miro a los niños correr alegremente, escucho los gritos de él mismo en el interior y giro el rostro, pudo hallarse una vez más, esta vez corriendo en el pasto con una pelota. Lanzándola, sonriendo, jugando. El director estaba allí, esperando el balón o jugando a su lado. Atsushi no pudo evitar mirar la escena completamente sorprendido.

Atsushi corría a los brazos del director, se miró como un chico normal creciendo, yendo a la escuela, siendo recibido por el director, mostrando sus calificaciones, en uniforme, en traje de graduado, todo iba avanzando y para Atsushi solo era una vil mentira

― ¡BASTA! – grito

El escenario blanco volvía a parecer, a sus espaldas llego ahora lo que fueron sus verdaderos días de niñez, llenos de gritos, pataleos, insultos, desprecios y maltratos inhumanos. Desde las cachetadas tan fuertes que podían tirarlo, los pisotones, las quemaduras, ser atado con cadenas, ser encerrado en una celda, ser inyectado, o simplemente dejarlo en la eterna oscuridad sin comida o bebida. Cada momento que odio, cada momento que vivió, cada dolor recalcandole una vez más que eso era él, que esa había sido su vida. 

― ¡No fue robado! - escucho su voz y en seguida, escucho y vio al director una y otra vez

― ¡eres un inútil!

― Los niños como tú no tienen derecho a vivir

― Ódiame a mí pero jamás a ti

El viento fuerte soplo en el albino, tan fuerte fue que tuvo que taparse, para cuando volvió a ver, se miró así mismo en el funeral del director. Apretó su puño con desnaturalidad, el dolor en su pecho estaba creciendo, la angustia iba desenvolviéndose.

Miro una vez más a su espacio en blanco, se miró así mismo en la florería

― Disculpe, me dijeron que viniera a la florería, sinceramente no sé qué busco – decía el joven albino

― ¿su nombre?

― Na-nakajima Atsushi – dijo el albino

― No tenemos nada a su registro, pero si una dedicatoria a tu nombre

― ¿de-dedicatoria?

― El hombre pasaría hace una hora, pero jamás llego – dijo la señorita de la florería mientras dejaba el ramo encima del mostrador – serían 1300 yenes

― S-si... - el albino pago.

Salió de la florería y apretó las flores.

Atsushi dejo de ver aquel recuerdo en la florería y suspiro – eses flores... las deje en el parque – menciono triste el albino

― No lo hiciste – escucho una voz.

Atsushi alzo su mirada y miro sorprendido frente a él, el mismo ramo de flores, trago saliva en seco, sus manos comenzaron a temblar, tomo el ramo por inercia, alzo su mirada y lo miro. Una sonrisa cansada por los años, pero alegre y sincera, una sonrisa de él. – Bien hecho – dijo aquella vez que tantas veces le grito.

Atsushi se quedó estupefacto con el ramo en brazos, sin notarlo, en sus ojos se acumularon sus lágrimas y cuando el espacio fue insuficiente comenzaron a caer, siguieron cayendo hasta el punto de no tener un control sobre ellas, cayeron y cayeron, llorando y llorando. El albino comenzó a gritar por los sucesos, sus sentimientos encontrados, su dolor, su pena, su tristeza, su felicidad y su castigo, por su verdugo, por su padre.

El hombre estiro la mano, fría y sin sentido pero aquel tacto para Atsushi fue cálido, aquel momento, Atsushi estallo en un llanto al escucharlo. – Bien hecho. – volvió a decir cálidamente. sus lagrimas eran cálidas, era cálido... 

Aun cuando desaparecía su toque

aun cuando desaparecía su calidez

Y al final... desapareció aquella sonrisa 

...

Atsushi despertó con lágrimas alrededor de sus mejillas, salió de su futon, seguía siendo de madrugada, tomo una simple gabardina y corrió por la ciudad sin detenerse, llego al parque encontrándose con aquel ramo y sonrió. Abrazo aquel ramo y trago saliva – las pondré en agua – dijo el albino – volvamos a casa – menciono aliviado más su voz seguía quebrada por sus sentimientos

Era la flor, era su piel, eran sus heridas y también su vida. Era quien le dio fuerzas y quien destruyo todo de él por dentro.

Era su verdugo, era su padre.


...

Publicado el 22 de Mayo del 2019. 
Dedicado a una persona especial.

Por los que no están.

Gracias.

Era su Verdugo, era su Padre. ||Nakajima AtsushiWhere stories live. Discover now