Capítulo 1.
Lo más jodido de que tu padre estuviera en una banda, era la mierda que rodeaba todo, las miradas de las personas, el rechazo, la violencia, la degradación, y lo peor de todo, que no había elegido meterme, y que una vez dentro, había que olvidarse de salir.
Me pasaba casi todo el día encerrada en mi habitación, solo saliendo para ir al instituto, intentando evitar a todo ser viviente que recorriera la casa de la banda. Ni siquiera conocía la mitad de las personas que vivían a mi lado, y ganas no tenía de que fuera diferente, en cuanto pudiera iba a salir por patas de este sitio, o eso intentaría, encontraría un trabajo, y un día, sin más, desaparecería.
Pi, pi, pi...
Que puto sonido es ese, así el maldito despertador, avisándome que tengo que mover el culo para ir al instituto, ¡Yupi! (por si alguien no lo ha notado es sarcasmo), era hora de trasladarse de una mierda de sitio a otro al mismo nivel.
Me levanto de la cama, con esfuerzo, para que mentir, me visto, me maquillo rápidamente, (no mucho tampoco voy a matar a batman) y salgo pitando por la puerta, ya llego tarde, como todos los puñeteros días, y si hoy me ponen falta voy a tener que venir el viernes por la tarde, cosa que no va a pasar ni de coña.
Recorro la casa, es grande, y como siempre, esos vag@s aún no se han levantado, lo que me da pista libre, para no tener que ver a esos maleantes.
Bien, el autobús está aquí, me subo, me siento al final y me pongo a escuchar música mientras tarareo y miro tranquilamente a la ventana.
Después de unos quince minutos bajo del bus y me encuentro el puto panorama de siempre, el edificio espeluznante, con sus estudiantes, que más que estudiantes parecen zombies a la deriva. Y A mi mejor amiga, Megan, esperándome con su carpeta entre sus brazos y su pelo revoloteando por el viento. La saludo y nos vamos juntas hasta las taquillas.
- ¿Qué asignatura toca? - Rebusco el libro.
- No sé. - Mira hacia el fondo del pasillo. -Pero yo sé quien me gustaría que me tocara.
Pongo los ojos en blanco mientras busco el horario entre el desorden, sé a quien se refiere. Megan ha venido alguna veces a mi casa y una de esas veces, vio al subnormal de la mano derecha de mi padre y tuvo un flechazo por él, y desde entonces no para de fantasear con él.
- No sé que coño le ves. - Acabo de encontrar el horario, tengo matemáticas.
- Pues que es increíblemente sexy y buenorro. - Un poco más y tengo que recoger su baba del suelo.
- ¿Sabes qué significa lo mismo? - Arque una ceja.
- Y que tiene una polla gigante. - Representa la medida con sus manos.
Casi me atraganto con mi propia saliva, si hubiera tenido agua en la boca se la hubiera escupido encima.
- ¿Qué coño dices? - Estaba flipando. - ¿Cuándo le has visto la polla a ese hombre?
Entonces me quedé pálida ante la idea de que se lo hubiera follado.
- !No¡, !Sé lo que estás pensando, y no me lo he tirado! - Hizo una pausa. - Aún. Se la vi en una de las fiestas que organiza tú padre, se estaba empotrando a un morena contra la pared. - Hizo gestos obscenos.
Esperaba que mi amiga no tocase a ese imbécil, le iba a pegar el sida y todas las enfermedades de transmisión sexual posibles, a parte, de, seguramente, romperle el corazón en mil pedacitos.
- Hablando de fiestas. - Comenzamos a ir hacia clase. - Hoy había una, ¿No?
Sí, por desgracia sí, lo que consistía en encerrarme en mi cuarto y ponerme a ver series, leer o intentar dormir, aunque eso era imposible.
- ¿Puedo ir a tú casa está tarde?- Me suplicó. - Te juro que no le acosaré, ni bajaremos a la fiesta solo para hacerte compañía.
No la creía, pero bueno, de todos modos me iba a aburrir como una ostra en mi habitación.