Ocho con cuarenta de la tarde, las puertas del recinto se abrían para el chico de bachillerato de diecisiete años, a unos días de su cumpleaños que celebraba por adelantado, su regalo era la entrada para ver a Luna sea.
En otro lugar, tras el escenario el bajista revoltoso de la banda se acababa el porro entre sus amarillentas y quemadas yemas, dejando de este el improvisado filtro y resto de papel quemado. El único problema de fumar, tocar y beber era que Jun se calentaba, y con una dotación de preservativos seguramente tendría de dónde escoger en el MEET&GREET a celebrarse una vez acabada la función.
Apenas era febrero y el frío calaba como la maldita mierda, pero ante todo Aki quería lucir bien, presentable e inolvidable, él mismo practicaba arduamente para ser un músico, sus magulladas yemas eran la prueba fehaciente de su trabajo con el bajo y la tendinitis prueba de su temprana inmersión musical con el piano, un par de coscorrones de su madre porque pensaba que su grupo de amigos eran una mala influencia... Y un poco si, ya bebía y fumaba, más unas traviesas mariposas tatuadas revoloteaban en su baja espalda, insinuantes cada vez que su torso se estiraba y se alzaba la camiseta estampada del merchandising, unos pantalones cortos, con medias de rayas negras a blanca que no lucían mucho debido al largo del short, pero sí que tornaban sus muslos, el moreno solía llamar la atención.
Ichiki había perdido el aíre con el concierto, sintió también una ardiente e intensa mirada sobre él, creyó que era la paranoia de la primera fila, creyó que esas miradas sugestivas mientras firmaban su disco se las había inventado, pero había algo de lo que estaba seguro de que no se lo había inventado; Fue el susurro obsceno, el acariciar de su trasero, la llave que se deslizó en su pantalón, la firma con el número y el nombre del hotel.
¿Y cómo podía estar tan seguro de ello?
Porque Akihito estaba entre sus piernas, teniendo el glande del bajista contra el interior de una de sus mejillas, conteniendo la siguiente arcada que subió por su cuerpo luego del roce inesperado de este contra su campanilla.
Jun lucía imponente, más varonil de lo que hubiese esperado el menor que en ese momento se cuestionaba que tan buena idea era ocupar su boca para una felación, con su rostro acalorado con la constante presión de los muslos ajenos en sus mofletes, la expresión divertida y socarrona ajena, su mano sosteniéndole del cabello obligando a engullir más de lo que se podía permitir sin verse como el virgen torpe que era.
Onose se le había secado la garganta durante su presentación, se había puesto duro en la firma de autógrafo y definitivamente estaba por venirse en la habitación de ese hotel en el rostro del mocoso. Lo hizo sin siquiera avisar, era un hombre egoísta, tanto que le placeó ver la sorpresa en el rostro sonrojado, o como tocía por dejarse ir en su boca contra su garganta. Lo cierto también era que no le dio demasiado tiempo para que buscara el aíre, se fue a sus labios, levantado a este desde su nuca, enredando a su paso sus dedos en su cabello, jalando de él hasta que este se colocara de pie, acomodando al menor en su regazo, posando sus manos sobre sus muslos para deslizar esas calcetas poco masculinas que traía, descubriendo para entonces la morena y tersa piel de Aki, que aunque carecían de músculos parecía bien formadas incluso demasiado torneadas para un hombre, quizás cuantos más se lo habían follado para formar de él tales... ¿Qué clase de chico se depilaba?
En la cabeza de Jun se formaron un montón de cuestionamientos mientras seguía su investigación minuciosa en el cuerpo del menor, era un atrevido de primera y Aki estaba descubriendo que era una zorra que buscaba lucirse ante ese hombre mayor. Desnudos, haciendo de las sábanas un desastre que los llevó a resbalar de la cama y hacerlos reír entre torpes movimientos, la noche se les había pasado demasiado rápida para ambos y ante un largo pestañeo el joven revoltoso había abandonado esa habitación, dejando atrás nada más que el aroma de su perfume y los moretones que la había pintado al bajista sobre sus hombros que hacías juego con los araños que él pinto sobre los de J.
Noche con gusto a poco para Onose, estaba maldiciendo por no haber conseguido si quiera su número o quizás su nombre, algo más que el recuerdo de esas mariposas sacudirse al ritmo de las embestidas rítmicas, de cómo ese interior recibía cada una de sus corridas como si no tuviera suficiente.
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Fxck u feels like a haven
FanfictionMariposas revoloteando en su espalda, un fan admirado y un bajista aprovechado. Onose era un gran hijo de puta. Ichiki un mocoso bastardo. Luna sea x SID