142 13 4
                                    

La sala en total penumbra de un ocre amargo era contaminada por gritos y jadeos, un llanto fuerte, desgarrador. Suspiros pesados que se comparaban al pasar del tiempo eran de lo más comunes, que rozaban los sentimientos de recelo, odio, tristeza e incluso locura. "Ahora no se donde ir, mi amor, amor mio" Tomo entre sus manos una delicada navaja, delicada, eso no significaba que no le sacaría todo el provecho con una practica que él mismo repudió en su tiempo, pero adicto se volvió al probarlo.

Pequeño hilos de sangre caian de manera cachazuda, el filo de la navaja rozó su piel de una forma exquisita, destrozando su tejido y llenándolo de éxtasis al sentir el increíble ardor en su muñeca, un dolor punzante que lo obligaba por pura conciencia a hacer más de esos tajos en carne viva.

Comenzaron a salir unas pesadas lágrimas de sus ojos, resbalandose hasta sus mejillas de manera veloz. Estas mismas se teñian de rojo al recordar los momentos que pasó con su amado hace al menos una media hora atrás, sonrió por ellos mientras aumentaba el ritmo con su navaja, de un color zarco, el carmesí de su sangre hervida le iba a la perfección.
Un gemido semi-alto salió de sus labios, y calló de golpé, colocó ambas manos en su boca y miró estupefacto la puerta, que de golpe fue abierta.

"A-anton..."

El murmuro seco del rubio que ingresó a la habitación lo hizo sudar frio, tragó saliva con la intención de aclarar su seca garganta. Se levantó lentamente pero un gran peso saltó sobre sí, quien fué el chico con blondas rubias, que con una cara perdida en preocupación tomó los brazos del azabache con prisa, lagrimas calleron al obsevar las heridas notorias que sangraban más por el tacto para nada suave.

───¡Maldición, Anton! ¿Qué mierda significa esto? ¡No es un maldito juego con lo cual puedas estar bromeando──Sus gritos iban rompiendo a pedazos el corazón del azabache, que destrozado y con la mirada perdida negaba, tal vez en esa oportunidad sí que había hecho un desastre.

Las manos del de blondas doradas pasaron por el cuello de porcelana del italiano, acurrucando su cuerpo cálido en el pecho de este, sus ojos se notaban claramente cristalizados. Reaccionó. Ahora se levantó y caminó por la habitación, abriendo caja, cajón, gaveta, en busca de algo que el mareado Antonio no lograba descifrar.

──Donde, donde ¡Maldición, donde! Por qué ahora──Las lágrimas caian a mares de los lagrimales del austriaco. Él no era un desesperado llorón, no, no lo era, por eso mismo en esos momentos él no era Wolfgang, en la mente del azabache eso se formulaba entre la bruma que había. Entre cerró los ojos, la comisura de sus labios estaba levemente abierta, necesitaba el oxígeno, que por su cavidad oral entraba. En ello, sintió unos dedos dentro de su boca, por la impresión abrió los ojos como plato; notó algo al pasar su humeda lengua por los dedos del rubio, dos pastillas. Succionó estas, no necesitaba agua, claro que no, solo disfrutó de la salada piel del músico, que salieron de su cavidad totalmente humedos y cálidos.

───A-amadeus...─── musitó uno de los nombres del de lengua alemana, tratando de aclarar su vista. Se aferró a el, el peso creado por ambos cuerpos logró que cayeran, Antonio sobre Wolfgang, ambos con los pómulos de un rojo escarlata, labios cereza levemente abietos y sollozos que se escuchaban a bajo volumen de vez en cuando.

Hoy, tan solo esa noche, se dejaría fantasear con un mundo de paz, donde estuvieran de esa manera por toda la eternidad. Se aferró con más fuerza, dejando caer sus agridulces lágrimas en el calido pecho arropado de su amado, con el cual compartió más de un beso. Más gritos, más escandalo, tenía, tenía que dejar salir todo ese caos que habitaba dentro, toda la tormenta que necesitaba salir de esa mente artistica.

───Todo estará bien, Tonio, todo está... está bien──Acarició los suaves cabellos de color oscuro brillante mientras sus manos de pocelana besaban su frente, apartó unos cuantos mechones de cabello azabache, percibiendo la cálida piel del aludido, ¿tal vez fiebre? Parecía preocupante, lo era, pues aún sangraba, no tanto como antes, pero sí que lo hacía.
Los ojos miel del austriaco pasaron a ver los bruscos tajos en las muñecas contrarios, por sus traidores pensamientos atrajo estas mismas con fuerza, besando cada herida con cuidado.

"...Tal vez solo esta noche...
No sea correcto desaparecer..."

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 26, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

𝙳𝚎𝚜𝚊𝚙𝚊𝚛𝚎𝚌𝚎𝚛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora