Desde pequeña he tenido sueños muy feos, uno de ellos y creo que el más recurrente es el de un enorme tsunami llega a la costa y hace que todo desaparezca. Siempre despertaba muy alterada y gritando a la mitad de la noche. Mi mamá y mi papá siempre iban corriendo a verme. Llegó un punto en el que no sabía que hacer, me estaba volviendo loca, y un buen día pude controlar la gigantesca ola para que regresara al océano.
Me llamo Naria y no sé de dónde vengo, lo único que recuerdo son los rostros de mis papás. Estoy muy asustada y todo está muy oscuro, sé que estoy acostada y mi ropa empapada se me pega al cuerpo haciendo que sienta como que me hundo más aún. Mi respiración parece ser más bien débiles y arrebatados jadeo, sabía que me estaba llendo poco a poco y no sabía que hacer más que tratar de concentrarme en un lejano sonido de un caudal de agua muy grande "una cascada o un río tal vez" pensé y en ese momento volvió a mí el rostro de mi padre llorando diciéndome "no confíes en nadie y si alguien quiere hacerte daño, ya sabes que hacer". Sabía lo que tenía que hacer pero no tenía sentido que quitara de mi camino a aquellos que me intetaran herir si estaba muerta, tenía que sobrevivir; por ellos pero no puedo moverme, estoy muy débil y siento que debo renunciar, cuando de repente siento que alguien se me acerca y escucho la voz de un hombre y un aliento cálido al lado de mi oreja .
- Mira Juan, ya está muerta - dice la voz con miedo. ¡Qué bien¡ Al fin alguien que me puede ayudar.
- Pobre niña, no ha de haber pasado de los trece - la voz tiene compañía.
- Nos tenemos que ir, al patrón ya le llegaron los leones de África y nos dijo que no nos dilataramos.
- Mira Omar yo digo que por lo menos la enterremos, por respeto a la muertita - dice y siento como alguien me levanta. Esto es bueno, muy, muy bueno, sólo que el adjetivo "bueno" sólo me beneficia a mí.
- ¡Si tú! ¡Baboso! Ayer llovió a cántaros y el suelo está bien lodoso ¿Cómo chuchas le vas a hacer?
En ese momento abro los ojos y tomo del cuello al señor que me tenía en brazos. Su expresión cambia repentinamente de enojo a miedo, su cara se vuelve pálida y seca, siento como me voy recuperando poco a poco,recupero un poco más de fuerza y de repente el chico me deja caer al suelo; me levanto un poco desubicada y asustada.
-¿Qué te hizo Juan? ¡Te dije que mejor nos pelaramos! - dice el chico moreno.
-¿Qué le hice? Oh, bueno no mucho, sólo le robé un poco de energía - digo un tanto irónica sacudiéndome las manos llenas de tierra en mi vestido de cuadros.
Sé que me tengo que controlar pero creo que estos chicos podrían servirme como fuente de energía durante un largo tiempo
-Señorita, por favor, nosotros pensamos que estaba muerta le juramos que no queríamos hacerle daño - dijo el chico alto y con el pantalón roto.
-Juan ve como se le ponen los ojos de azules - tal parece que el chico moreno se llama Omar y el alto Juan.
De repente siento un dolor agudo en la parte de la cabeza, un mareo intenso, tanto así que caigo al suelo aturdida y sin visión.
-Nunca hacen nada bien...
Despierto en un lugar con muchas luces, confundida, con mucha hambre . Parece que estoy en el suelo y cuando me intento parar descubro que estoy atada con cadenas a una poste enorme que parece extenderse hacia arriba. Empiezo a forcejear como puedo para largarme de ahí. Cuando de repente veo unos zapatos negros de charol.
- Eres peligrosa, niña, uno de mis trabajadores casi muere por tu culpa hoy - no puedo verle la cara pero sé que es muy alto, mucho más que Juan.
- Ya sé, lo quería matar - digo y puedo oír una carcajada.
- Entiendo ¿Cómo te llamas? - dice agachándose y al fin puedo verle la cara. Es un hombre rubio y muy blanco, además tiene cara de loco.
-Naria - digo entre dientes aún forcejeando para liberarme.
- Que bonito nombre - una sonrisa macabra se dibuja en su rostro - Escucha, niña, ahora tienes que hacer todo lo que yo diga, y si no se hace habrá castigos muy feos ¿Si?
- ¡No! Ni te conozco - digo desafiante, ya que a pesar de estar amarrada soy más poderosa que él - si me sueltas y me dejas ir, prometo no matarte.
- Dime algo ¿Dónde están tus papis? -mi expresión se oscurece y el al notarlo sonríe aún más - te propongo algo; tú trabajas para mí y yo seré tu protector.
- ¿Protector? ¿Cómo un padre? - digo fingiendo parecer interesada ya que sé que no debo confiar en nadie.
- Si, algo así, te daré comida, un techo, una familia - su sonrisa esta vez parecía ser más dulce, pero de un dulce asesino.
- Está bien, creo - digo sabiendo que escaparé en la noche.
- ¡Ah! Bien creo que te desataré, ¿Prometes no atacarme ni huir? - dice desatando las cadenas del poste.
Sabía que no me convenía huir en ese momento, seguramente sus trabajadores estaban rondando por ahí y me atraparían de cualquier modo.
- Gracias - dije aliviada de poder ser relativamente libre - señor no he comido en no sé cuánto, por favor, necesito comer y tomar un poquito de agua.
- Si tienes razón, te llevaré a que comas, te gustan las hamburguesas.
- No lo sé, señor. No sé si las he probado - digo levantandome.
- Pues te encantarán, y ya no me llames señor, llámame James - parece hablar raro y acorta las palabras.
El señor James me llevó a comer lo que él decía ser una hamburguesa con papas fritas. Todo el mundo se sorprendía al verme, no sabía si era por lo mal que me veía o por qué solo llevaba una bata de dormir. Sin embargo tenía tanta hambre que no me importó. Mientras terminaba mi comida, James me explicó cómo sería mi "Trabajo" me dijo que yo sería una atracción en el circo y que me entrenaría una chica en gimnasia.
- Entonces ¿Soy un número más en su espectáculo? - espeto con brusquedad.
-No, por mucho tiempo estuve buscando un número estrella y esa eres tú - intenta tomarme de la mano pero me aparto de inmediato.
-¿Y si no quiero? - me cruzo de brazos y me dejó caer en el respaldo del asiento.
- Sólo dejaré de ser tu protector -comienza a susurrar - sólo eres una niña ¿Crees que puedes tú sola? Yo te puedo ayudar.
- Bien, lo haré - de verdad necesito alguien que me ayude pero no confío en él.
- ¡Genial! ¡Bienvenida al increíble circo pecera, hija de Kauil! - hace una pausa al ver mi confusión - es tu nombre artístico.
Sé que no debo confiar completamente en el, pero que puedo hacer, mis padres no están y no sé a dónde ir, puedo decir que estoy abandonada y desesperada, además me darán alimento y un techo, supongo que es suficiente para mí.
- Tendrás que aprender gimnasia y acrobacia - voltea a verme con el ceño fruncido esperando a que reaccione - el entrenamiento será duro pero creo que tienes potencial.
- ¿Qué yo que? - espeto confundida.
- Si, ya sabes vueltas de carro y todo eso, en la noche verás un espectáculo y sabrás lo que es y sabrás masomenos como moverte después de un año de entrenamiento intensivo y extensivo.
- Sigo sin entender - digo acomodandome el pelo detrás de la oreja.
- No hace falta que lo entiendas ahora - me mira fijamente como si hubiera algo mal en mi.
- ¿Qué? - digo desesperada.
- Tienes el cabello muy largo - chasquea la lengua.
- ¿Y? - digo enojada.
- Hay que cortarlo y eres una irreverente, eso te traerá muchos problemas, no sólo conmigo.
- El cabello se queda así, no voy a a cortarlo - digo desafiante con ademán de atacar.
- ¡Controlate, perro! No muerdas la mano que te da de comer - dice riendo sarcásticamente.
- Deja mi cabello en paz o no hay trato, me necesitas más a mí que yo a ti, créeme - no era verdad, hasta yo lo sabia, pero tenía que defenderme de alguna manera.
- Tu ganas, quédate con tu cabello largo, pero lo peinarás para las presentaciones - dice levantado el dedo índice como poniendo una condición.
No quiero cortarme el cabello, sé que me llega a la cadera pero y eso que, muchas mujeres lo tienen así, por qué yo he de cortarlo, además es lo más bonito y lo que más me gusta de mí. Tengo que decir que me gusta casi todo de mi, excepto mis piernas, son demasiado cortas para correr, demasiado torpes, pero sé que puedo hacer algo al respecto para eliminar mi torpeza.
En la noche fuimos al circo a ver un espectáculo, uno de esos que había todas las noches. Realmente fue la cosa más hermosa que había visto en mi vida; había animales de todos tamaños, bailarines, bufones, acróbatas, magos y el director del circo fue lo que se llevó mi corazón, un chico de mediana estatura ojos marrones, de complexión delgada y cabello negro, era un chico común, de unos diecinueve años, pero el uniforme se ceñia perfectamente a su cuerpo y le daba la elegancia que cualquier hombre quisiera portar hoy en día. No puedo decir que me enamoré, el amor a primera vista no existe, o al menos eso es lo que me han dicho, pero puedo decir que al menos se robó mi mirada y un poco de mi admiración.
Llegó la hora de ir a dormir y me asignaron una tienda casi al reverso de la carpa de circo, las tiendas estaban, bastante alejadas unas de otras y estaban hechas de un plástico pesado pero flexible, el piso era del mismo material y la cama era un catre bastante cómodo con varias mantas.
Esa noche dormí pensando en aquel chico de mirada bonita y pensé que tal vez estar trabajando en el circo no era tan mala idea.
Estaba durmiendo profundamente cuando el sonido de unas cuchillas metálicas cerca de mi oído me despertaron inmediatamente,me aleje del sonido girando rápidamente. Cuando abrí los ojos ví a Omar con unas tijeras y un mechón de pelo castaño en la mano.
- ¡Maldito cerdo vagabundo! - me lanzo contra el tomando impulso desde la cama y al caer sobre el suelta las tijeras.
-¡Piedad, por favor! ¡Sólo sigo órdenes! - implora mientras sostengo las tijeras contra su cuello - Soy muy jóven para morir.
- ¿Jóven? ¿Que edad tienes? - digo mientras separo un poco las tijeras de su piel.
-Tengo a penas 18, señorita, por favor, aún no he vivido.
- Te dejaré vivir, pero no saldrás ileso - digo subiendo las tijeras a su mejilla - te cortaré el pelo.
- ¿Qué? ¡No! -comenzo a forcejear debajo de mi y me tumbó al suelo sujetándome de las manos - ¿Que haces? ¡Suéltame!
- Eres bastante bonita para tu edad ¿sabías? - dijo aflojando el agarre de mis muñecas y acercándose a mis labios.
Comencé a reincorporarme lentamente y tomé con delicadeza su nuca y me acerque a el, luego poco a poco me senté y de un solo movimiento lancé mi rodilla con fuerza contra su entrepierna. Omar comenzó a lanzar chillidos de dolor para después caer a mi lado
- ¡Maldito cerdo! - digo poniéndome de pie y dándole patadas en el estómago - ¡Nunca te besaré! ¡Soy a penas una niña!
Cómo pude amarré a Omar de manos, pies y lo até afuera de mi tienda. Mientras se retorcía y gruñía comencé a cortarle el pelo.
- ¡Ya déjame! - decía susurrando
- ¿Por qué no gritas y pides rescate?- digo siguiéndole el juego.
- No voy a dejar que se burlen de mí - dice mirándome directamente a los ojos - ¿Ya te dije que eres muy hermosa?
Me puse en cuclillas para estar a la altura de su rostro, no era un chico feo, pero tampoco era para morirse por él.
- ¡En tus sueños, puerco!- digo levantándome y entrando a mi tienda de nuevo.
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El circo Pecera
Science FictionUn grupo de lo que parece ser excursionistas descubre a una chica en la barranca de Colimilla, Tonalá. Al parecer la chica está muerta, pues no tiene pulso, sin embargo, cuando ella abre los ojos; descubren que es especial y deciden raptarla para e...