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Desaparezco lentamente, el vacío se ocupa del lugar que antes ocupe, y a lo lejos el zumbido del viento es lo único que se escucha.
Desaparecer sin dejar huella, como una brisa nocturna leve y pasajera.
El destino no quiso que siguiera en ese camino, las personas olvidaron rápido y los sentimientos se los llevó el invierno.
Ahora me inunda el frio donde antes hubo calor, la chimenea ya no calienta, los leños están encendidos, pero no emiten calor, como los primeros soles después de una helada.
Los bordes de mi libro ya están desgastados y mientras sigo escribiendo la tinta esta acabándose, probablemente no termine estas líneas, o el fuego se las lleve antes de que alguien las lea.
El camino fue más corto de lo que creí, veo a lo lejos lo que tanto busque, mi abrigo para perderme en el bosque de mis pensamientos uno más frondoso y engañoso que el bosque más grande. 
Soy el enigma que jamás pude descubrir, cada vez que giraba una cara la otra se deshacía, el cuadro jamás fue completado aunque la respuesta estaba en el jamás pude encontrar la combinación correcta.

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