— ¿Emma, estás bien?
— No lo estoy, Bi, pero no quiero ver a nadie...
— ¡Tonterías! Estaré ahí pronto, Aaron está conmigo-
— ¡No! ¡Enserio! Sólo dame un maldito día por lo menos ¡Quiero estar sola!
Aaron observó la expresión de molestia en el rostro de Bianca, quien le vio y negó con la cabeza.
— Me ha colgado. Lamento que sea tan terca, es sólo que está asustada.
— No puede sólo esconderse cada que su mundo se cae. Y nosotros menos podemos dejarla sola.
— La han despedido de su trabajo, su mascota fue envenenada y su hermano ha muerto ¿No crees que es suficiente para poder desahogarse? —Le riñó la mejor amiga. No le gustaba que hablaran mal de sus amistades.
— Por eso quiero verla..., no quiero que ella cometa una tontería...
— Jamás ha pensado en el suicidio, y si enserio la conoces sabrás darle su espacio. Necesita esto.
— ¿Sentirse miserable?
— Si.
— ¿Por qué querer algo como eso?
— Es una especie de terapia para ella. No lo comprendo del todo, pero yo ya estuve en momentos así, creeme, estará bien.
Con resignación, se despidió de la pareja de novios y salió de su casa. Pensando. Ella no le contestó los mensajes, ni llamadas, no aceptó su ayuda ni visita ¿Y por qué? No sabía.
Aún desconocía a la chica que ama, hay ratos que lo aleja o le acusa de ser muy cursi, y otros donde ella lo incita a no separarse nunca, y eso lo confunde... ¿Ella sólo lo usa para no estar sola?Y decidió algo. Enfrentarla.
(...)
Amaba romper cristales, destruir sus platos y lanzar todo lo de vidrio. El sonido de algo quebrarse la calmaba, y estaba enloquecida. Aterrada, si así de mal estaba su vida ¿Qué seguía?
Mejor no preguntar.
Cuando no tuvo más que agarrar, se desplomó en el suelo soltando las últimas lágrimas de ese momento.
A los minutos alguien tocó la puerta, "¿Habré hecho mucho ruido?" se preguntó, pues no quería que los vecinos llamaran a alguna autoridad. Ya suficientes problemas tenía. La voz al otro lado de la puerta la sorprendió.— Preciosa..., soy yo, Aaron.
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Stupidella
RomanceSe encuentra Cinderella bailando en la pista, cuando de repente se hacen las doce de la noche. ¡Y se acabo el encanto! El vestido se vuelve trapos, la carroza se convierte en calabaza y la princesa se convierte en Stupidella. •Lectura rápida. •Histo...