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No le deseaba a nadie la desgracia de perder a la persona que amas.

Yo vivía en carne propia el dolor desgarrador de haberla perdido, aun podía oír su risa, su voz chillándome que pare de burlarme o rompería mi cara. Pero temía olvidarme de eso y entonces solo pensaba y me aferraba a los pequeños momentos que pude pasar con mi pequeña hermana.
Los primeros días ya ni siquiera los recuerdo, solo pequeños flashback de Nash conteniéndome. Y agradezco ese gesto hacia mí. Ya no llevo la cuenta de cuantos días llevo sin ingerir comida, ni cuándo fue la última vez que tome un baño.

Me remuevo en la cama y suspiro, siempre me burle de las películas dramáticas y de cómo sobreactuaban el transitar perder a alguien y aquí estaba yo, dando lastima en la pequeña litera prestada, en la habitación del que fue y sigue siendo mi amigo, mi otra mitad, Nash Greenller. Lo escucho roncar en la litera de abajo, me asomo y lo observo tendido de costado con su boca ligeramente abierta y un hilo de baba corriéndose por su mejilla derecha, una pequeña sonrisa se escapa y recuerdo la primera vez que lo conocí.

Odia la estúpida casa nueva, odiaba que mi pequeña hermana llorara por todo, pero lo que más odiaba de mudarme era tener que ser amable con los “vecinos” que Vivian a tres calles de aquí. Mi madre me regaño por cerrarle la puerta a la señora afroamericana que golpeo nuestra puerta cargando con no una sino dos canastas con neceseres dentro y por lo que olí galletas. Mi mama se disculpo y los invito a cenar con nosotros en la noche.
Aquí estoy intentando no huir por la ventana y dejando esta idiotez, pero suspiro y bajo al oír voces nuevas en mi silenciosa casa. Y ahí lo veo al lado de la señora afroamericana y un señor casi alvino, un flacucho de cabello rizado, ojos grises y una cara de pocos amigos. Una sonrisa se me escapa y bajo los últimos escalones. Mi mama y hermana están paradas al lado de ellos y al verme llegar se gira y me dice dulcemente.

-Alb ellos son los señores Greenller y su hijo Nash, di hola – Sonríe.

Cualquier persona pensaría que ese era su tono normal y amable pero en realidad ese era el tono que usaba antes de golpearme con su mano en la nuca por ser irrespetuoso. Asiento y me acerco educadamente a los “vecinos”.

-Siento haberle cerrado la puerta señora Greenller, no volverá a pasar- Digo con sarcasmo pero hago ojitos, solo el mocoso lo nota.

La señora Greenller alias Alicia y el señor llamado Federick asienten y siguen a mi madre al salón charlando. El mocoso no los sigue y solo me mira fijamente, lo miro igual y así es como comenzamos una guerra de miradas sin pestañar, mis ojos comienzan a arder y los achino, me regala una sonrisa victoriosa que a los segundos se borra cuando sus ojos se ponen llorosos y los achica también, creo que esto no fue una gran idea. No somos tan expertos porque pestañamos al mismo tiempo.

-Perdiste – Decimos al unisonó, fruncimos el ceño.

-Yo gane – Volvemos a coincidir.

-Primero yo gane, segundo es mi casa y por lo tanto yo dicto las reglas – Digo superioridad.

-Soy tu invitado, asique gane yo larcho – Dice con un tono enfadado.

Mi boca queda abierta al escuchar ese mote, sorprendido. Y lo miro dudoso de que él sepa.

-¿Acaso te gusta Maze Runner?  - Digo casi sorprendido.

-Me encanta, y ¿tú que sabes de eso? – Su tono es inseguro.

-Soy un gran fan de esos libros.

Sonrió, realmente lo hago y comienzo a mirar a Nash de una forma diferente, y dentro mío supe que él era mi alma gemela, o capaz solo mi mejor amigo que un adolescente de 12 años pueda tener.

Y no me equivoque porque después de 11 años aun seguíamos siendo esos pequeños nerd amante de la ciencia ficción.

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⏰ Última actualización: May 26, 2019 ⏰

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