IAN
Despertarse por las mañanas realmente es un insoportable tormento para mí y más aún cuando debo ayudarle a mi padre en su jodido trabajo, es muy agotador sacar las cuentas una y otra vez, hacer factorización y archivar informes; Si, mi padre es empresario. Uno de los mejores en el ámbito laboral y profesional, maneja los 4 centros comerciales más grandes del país.
Decido levantarme de la cama con un tornado de pensamientos abstractos acerca de todo lo que hare hoy.
− ¿Dónde mierda están mis pantalones?− rebusco alrededor de mi cuarto, en la cama y bajo ella, hasta que los encuentro encima del sillón.− Por fin, ¿Dónde te pierdes? − le digo y me rio de mí mismo por hablarle a un objeto.
Me los coloco y me pongo una camisa por encima, me dirijo hacia al baño con la clara intención de lavar mi cara y cepillar mis dientes, al salir de este visualizo la hora del reloj en mi muñeca, son las 9 am. Seguramente mi padre ya está despierto, arreglo un poco mi aspecto y bajo a desayunar con una jaqueca del demonio.
Al llegar a la cocina me encuentro con él, sentando en la pequeña mesa de cristal junto a la ventana, estaba distraído leyendo el periódico mientras le daba un sorbo a su taza de café. De inmediato sintió mi presencia y dirigió su mirada hacia mí.
− ¿Qué tal la fiesta de anoche? − dijo incrédulo, aunque notaba cierto enojo en su voz.
−Un poco aburrida.− conteste de forma desinteresada, aunque en el fondo sabía que no era del todo cierto.
Esa fiesta había sido un completo desastre, y no precisamente de una buena forma, sino todo lo contrario. Al principio pensé que esa noche iba a ser espectacular, ya saben disfrutar con tus amigos, tu novia... o mejor dicho, mi ex.
−Bien, porque hoy tienes que dar por terminado unas cuentas pendientes.− dijo con un tono firme y conciso, sacándome así de mis pensamientos un poco autodestructivos.
−Claro, hoy en la tarde los daré por terminados.− dije acercándome hacia la encimera para servir mi desayuno y sentarme frente a él.
Mi padre siempre había sido muy exigente, pero también muy sabio, me ha dado los mejores consejos y especialmente me ha ayudado en muchas cosas que prefiero no recordar en este momento.
− ¿Te has comunicado ya con tu madre? –me hablo de forma más tranquila.
−Sí, de hecho Lidia ya se matriculó, solo falto yo.−respondí un poco seco.
− ¿Cuándo lo piensas hacer hijo? −pregunto interesado.
−Este miércoles haré la homologación y el viernes me matricularé. −solté un poco agobiado por las preguntas de ese tema.
La verdad, no me gusta la idea de mudarme con mi madre a Alaska, ni mucho menos transferirme a otra universidad, en otro caso si siguiera con mi novia me hubiese negado rotundamente, pero ya no hay nada a que aferrarme a no dejar el país, porque hasta mi padre está de acuerdo con la loca idea de mi madre.
Mis padres llevan 4 años separados, mi madre se mudó a Alaska con mi hermana y yo me quede con mi padre en New York. Cada tres meses iba a visitarlas, pero ahora ellas me quieren allá y no hay nada que yo pueda hacer para evitarlo.
Termino mi desayuno, agradezco por este y llevo los platos al fregadero, a paso lento me dirijo al despacho de mi padre. Observo los papeles que me faltan por terminar y comienzo con la misma actividad de siempre.
La mañana pasa sin incidente alguno, finalizo el trabajo, los dejo en el escritorio y me retiro. Subo las escaleras hasta llegar a mi habitación, necesito una ducha caliente para olvidarme un poco la noche anterior y liberar el estrés de esta mañana.
Me saco la ropa, entro al cuarto de baño y sin más, me meto a la relajante y cómoda bañera, pasan unos minutos o tal vez más que eso, salgo de esta y envuelvo la toalla alrededor de mis caderas.
Camino hacia mi vestidor y me pongo lo primero que encuentro, unos jeans negros y una camisa blanca, observo mi aspecto por unos segundos en el espejo y noto el cansancio reflejado en mi rostro, se nota que la mala noche acabo conmigo.
Mi padre llama a la puerta y le digo que pase.
−Hijo debo ir a una reunión, ya recogí los papeles del despacho, tendrás que almorzar afuera− se despidió dándome un abrazo corto.
−Está bien padre, cuídate.−respondí.
Termino de arreglarme, ahora llamaré a mi amigo para salir a comer, bajo las escaleras hasta llegar a la sala y me sorprendió ver que las cortinas estaban cerradas.
Una fragancia en particular, que yo muy bien conocía invadió toda la habitación.
−Ian.−al escuchar su dulce voz, mi cuerpo se estremeció por completo.−Tenemos que hablar.−dijo en tono de súplica.
En ese momento sentí inmensas ganas de estar en cualquier lugar, menos en ese. Pero no, debía enfrentar esto. Me giré y ahí estaba ella, junto a nuestro sillón favorito donde ella me besaba siempre de una forma tierna y particular.
−Hola Chloé−le respondí a la chica la cual pensé, que estaría conmigo siempre.
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Ian Becker en la imagen de arriba. (Que no se les caigan las babas).
Hola bella/os lectora/os, como están?.
Esta es la primera parte de mi libro, soy nueva en esto y realmente quiero que la lean. Va a estar emocionante, me he propuesto hacerlo bien y de todo corazón deseo que me apoyen.
Subiré dos capítulos por semana, los días Miércoles y Sábados. Estén atenta a las notificaciones por favor, que de igual manera cuando tenga algún extra las sorprenderé.
Los actores que participan en mi libro están en el reparto, pero si desean imaginarlos de otra forma, pueden hacerlo.
Si tienen alguna duda más, tanto del libro o de mi, escribanlo en los comentarios de abajo.
Nos leemos, reading of virgins.
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Un destino sincero de almas rotas
Teen FictionUn joven decide mudarse de ciudad para empezar nuevamente su vida junto a su madre y su hermana, dejando atrás todo lo perturbador de su oscuro pasado. Debe retomar sus estudios y formar nuevas amistades, pero no es tan fácil como el cree, en el cam...