1) La penosa muerte de un soñador.

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26/05/2000.

Hoy hace algunos años empecé a dormir en ésta caja de madera y a pesar de estar así, tieso y pudrefacto creo que nunca olvidaré el día que empecé a descansar.

Fue hace exactamente cinco años.

Lo único que escuché fueron las larvas de mi estómago esperando a devorarme y los pasos livianos de alguien cercano. Sabía de quién eran y me aprendí de memoria lo que iba a contarme pero aún así no pude saltarme ese monólogo que me recuerda todo lo que nunca lograré.

-- Ja ¿Será que aún me escuchas, viejo miserable?-- Preguntó la enfermera obligada a cuidar de mi en las tardes.-- Ésta vez no sólo te diré qué ocurre en el mundo de los vivos también traigo un beta que tal vez te mate de tristeza.

Ella decía todo con una voz risueña, desde hace mucho tomaba mi sufrimiento y el de mis seres queridos cómo un relleno en su vacía vida.

-- ¿Recuerdas a la niña que quería cumplir tus sueños sin importar cuánto tiempo de su vida perdiera? Pues logró en gran parte cumplir su promesa, convirtió tu nombre en algo grande, se ocupó de que casi todos supieran quién eras...-- Hizo entonces una pausa para aguantar su risa de sapo ahogado.-- Pues resulta que ella, tu hermanita menor, acaba de ser llevada a la morgue. Dicen que al alcanzar las estrellas con tu mano te quemas pero para ella fue demasiado literal, murió calcinada luego de haber firmado todas sus pinturas, escritos y demás con tu nombre.

Esa afirmación me dejó deprimido, pero me demostró una vez más que no debía despertar, que debía seguir dormido y soñar hasta hartarme.

Con la muerte de esa niña ya no me quedaba nada en la tierra.

Mis padres murieron felices pensando que sus hijos también lo serían.

Mi esposa se fue con alguien mejor cuando nuestro hijo o hija no pudo nacer.

Mis amigos se olvidaron de mi.

El lugar donde trabajaba quebró.

Y el único rastro de mi existencia fue dejado por mi hermana.

En ese momento sólo deseaba levantarme y desconectar todas las máquinas que me mantenían vivo o que por alguna razón se fuera la luz, cualquier cosa que me quitara la vida era bienvenida y al parecer alguna divinidad que desconozco escuchó mis plegarias e hizo una movida bastante rara.

La enfermera debía irse para cenar y otra iba a cuidarme en su lugar, durante el cambio alguien cuyo rostro no recuerdo se tropezó disimuladamente y jaló el el cable del respirador artificial. Me empecé a ahogar y finalmente fui al más allá para acompañar a mi familia.

Bueno, al menos eso fue lo que dijo la parca al llevarme.

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Que Gaia no me condene.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora