-Temperamental, dura y sin sentimientos.
Así la describían a ella.
-Egocéntrico, violento y sin un ápice de empatía.
Así lo describían a él.
¿Puede el odio enseñar a amar a la ira?
"Una vez, cuando tenía siete años, salí llorando de una tienda y cuando mi padre me preguntó qué me pasaba no pude parar de llorar, me lo volvió a preguntar y entre lágrimas, pude balbucear un pequeño "por nada", en ese momento, mi padre me pegó en la cara y con una sonrisa frívola me dijo que aquello, era para que llorara por algo".
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"Una vez, cuando era pequeño, unos chicos mayores que yo me siguieron después del colegio y me acorralaron en un callejón, me obligaron a darles el dinero y la chaqueta que llevaba, era de mi hermano y me la había prestado, les dije que no y entonces me tiraron al suelo y me pegaron. Cuando llegué a casa llorando, le conté a mi padre lo que había pasado, me dijo que aquello me sirviera de lección para aprender a defenderme, porque nadie lo haría por mi jamás".
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Ella odia su vida, el instituto y la ciudad que la ata a su pasado.
Él odia que no sigan sus normas y la carga que acumula después de tantos años.
Dos personas a las que no se les enseñó a amar y que no pierden el tiempo pensando en que lo harán algún día.
Viven en su propio caos interno, tan aterrador y frío que incluso ellos parecen así, pero a veces, las apariencias engañan, incluso a sus propios dueños.
