Ya habían pasado unos meses desde que Albus y Scorpius habían vivido su descabellada aventura entre giratiempos y parientes de enemigos. Ese día volvían a Hogwarts, a cursar su quinto año en la escuela de magia y hechicería. Tras despedirse de sus respectivas familias, los chicos empezaron a buscar un compartimiento vacio, pues a pesar de que podían clasificarse como los nuevos héroes del mundo mágico, ellos preferían quedarse a charlar y pasar el tiempo a la manera antigua. Solo ellos dos. Ambos habían empezado a ganar más popularidad dentro de la población femenina, con un aspecto de, "chicos malos y misteriosos".
-Tengo hambre. Iría a comprar algo, pero no quisiera enfrentarme de nuevo a la bruja del carrito- dijo el rubio al sentir su estomago rugir
-Pues yo tampoco, pero soy voluntario a ir por ti si quieres- dijo el moreno levantándose, cuando vieron la alborotada melena de Rose pasar por fuera del compartimiento
-¿Sabes Albus?, creo que puedo ir yo después de todo- poniéndose de pie rápidamente y arreglando su cabello con las manos
-¿Vas por los dulces, o vas por Rose?- preguntó Albus, divertido por el repentino interés de su amigo
-Por todo- contestó Scorpius mientras salía del compartimiento a buscar el carrito de los dulces, y tal vez a una linda leona, con actitud segura, la cual provocó gracia en su mejor amigo.
Mientras caminaba por los vagones del tren, varias chicas volteaban a mirar lo cambiado que estaba físicamente. Estaba más alto y en su rostro se empezaba a ver como los rasgos infantiles iban quedando atrás, dando paso a un aspecto más maduro, y su cuerpo había adquirido bastante musculatura, sin exagerar, aunque se notaba que se había pasado un buen tiempo dedicándose a hacer ejercicio. A pesar de ese cambio físico y de lo que había pasado con Delphi, no se sorprendió al escuchar los típicos comentarios y murmullos sobre "el hijo de Voldemort ", así que simplemente los ignoró y con orgullo, sacó a la luz ese caminar aristocrático que tenían los Malfoy.
Iba tan sumido en sus pensamientos que no se dio cuenta de cuando chocó con alguien
-Lo siento- escucho la voz de Rose, voz que para él, era como la más hermosa melodía
-Tranquila, yo lo lamento. Hola Rose- le sonrió de lado y le tendió la mano, para ayudarla a levantarse
En otros tiempos ella se hubiera puesto de pie sin aceptar su ayuda, pero ahora lo veía todo de manera diferente, así que aceptó la mano que le ofrecía el chico de buena manera
-Hola, Rey Escorpión- ambos rieron levemente por el mote y la chica pudo apreciar más de cerca los ojos del muchacho, eran plateados, eran simplemente hermosos- ¿Vas a comprar algo del carrito?- preguntó al separarse un poco de él
-Sí. Albus y yo estamos muertos de hambre- dijo él apoyándose en la pared
-¿Y no tendrán problemas con la mujer del carrito?-
-¿Cómo sabes eso?- le preguntó sorprendido
-Yo me entero de todo, Malfoy- le sonrió
-Pues...ya que sabes lo que pasó...- el chico empezó a sonrojarse- ¿Me podrías ayudar?- le preguntó apenado y temeroso de haber arruinado una posible conversación con la chica
-Dame el dinero, yo compro los dulces- le ordenó ella con gracia
Scorpius le entregó las monedas y ella desapareció por el pasillo, con una sonrisa en los labios.
En el Ministerio, un elegante Draco Malfoy, avanzaba con decisión hacia la oficina de la Ministra de Magia. Dio unos toques a la puerta y cuando sintió un cansado, "adelante". Al entrar se encontró con una Hermione sobre unas sillas tratando de alcanzar un libro de la parte superior de la estantería
-Hola, Draco- extendió aun más el brazo y alcanzó el dichoso libro- ¡Lo tengo!- exclamó triunfante aunque no contaba con que una silla cediera y ella perdiera el equilibrio. Para Draco fue como si transcurriera en cámara lenta, en lo que corrió y se posicionó para atrapar a la mujer al estilo muggle. Hermione aterrada había cerrado los ojos esperando el impacto contra el suelo, pero de pronto se encontró a salvo en los brazos del rubio y se aferró a su cuello. Todo había pasado muy rápido para ella.
-¿Estás bien, Granger?- preguntó preocupado, y aún algo sorprendido por lo que acababa de pasar
-S...sí, estoy bien. Gracias, Draco- dijo la castaña sentándose en su silla y dio un largo suspiro y sacudió la cabeza- bien, ¿a qué se debe tu visita?- preguntó ya recuperada y ordenando el lugar con la varita
Draco sonrió. Esa mujer era igual que la niña que conoció en el colegio, tan responsable y aplicada, que después de pasar por cualquier situación, recuperaba la compostura y se enfocaba en el trabajo que la convocaba. Aunque, a diferencia de los primeros años de escuela, ella ya no le parecía para nada desaliñada, su cuerpo era armonioso, con unas atractivas curvas que se notaban gracias a la falda que estaba usando de uniforme. Su rostro, con el pasar de los años, había remplazando los rasgos infantiles, por unos más maduros y femeninos. En resumen, Hermione Granger le parecía hermosa
-Bueno, Hermione, como te imaginarás, no venía con la idea de que terminaría salvándote de una caída a lo muggle- dijo con una sonrisa de lado, que ella le correspondió con una leve risa- venia a preguntar si ya se habían destruido todos los giratiempos.
-Pues si, Draco. Después del incidente con, Delphi Riddle, nos enfocamos en encontrar y destruir todos los giratiempos- contestó de manera seria y formal
-Bueno, eso me deja mucho más que tranquilo- suspiro él tomando asiento frente a Hermione
-¿Quieres un tofe?- preguntó la castaña tendiéndole el frasco abierto
-Bueno, tomaré unos cuantos- dijo sacando un puñadito del frasco
Mientras el rubio se serbia los dulces, la castaña se dedicó a analizar, lo bien que le habían sentado los años, su cuerpo se mantenía en forma, y su rostro era el mismo solo que con los rasgos más duros y masculinos, pero a pesar de eso, Draco seguía siendo muy atractivo, y el hecho de que fuera viudo hacia que más de una bruja suspirara al verlo pasar y trataran de llamar su atención
-Una foto te duraría más, ¿no lo crees, Granger?- dijo él con una sonrisa ladeada y picarona, a lo cual Hermione rio tratando de ocultar su sonrojo
-Eso nunca cambiará en ti, Malfoy. Tu ego- le dijo con una sonrisa divertida
-¿Ego?- dijo fingiendo estar desconcertado- Es la realidad, mi querida Hermione, los años no me han sentado nada mal- finalizo guiñándole el ojo, a lo que ella rodo los ojos mientras reía- bueno, será mejor que me vaya, tengo trabajo pendiente- dijo él poniéndose de pie y alisándose el saco- fue un gusto verla y salvarla, señora ministra. Gracias por el tofe- y tras guiñarle el ojo divertido se fue de la oficina de Hermione
-Adiós, Draco- sonrió ella y por un momento no pudo pensar en otra cosa que en un par de ojos color plata.
YOU ARE READING
Harry Potter, la continuación del Legado Maldito (Dramione)
FantasyTras un tiempo de tranquilidad, un terrible acontecimiento marca el fin de la paz para Harry y sus amigos, incluyendo a sus hijos. Delphi Riddle a escapado de Azkaban , con una única misión en mente: destruir a los niños que la destruyeron a ella y...