Monstruo de Semana Santa. Autor: M. Andrés Lozada Rivero

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Lunes
Santa María es un pueblo muy hermoso, pero la semana santa es muy especial allí. La gente de todos lados va a visitar la semana entera, porque mucha gente festeja desde el lunes hasta el domingo. Hay desde fieles devotos hasta juerguistas que van en busca de alcohol, diversión y pueblerinas fáciles.Adriana y Roberto, dos hermanos que vivían en Santa María desde que nacieron, odiaban semana santa. No porque no fueran muy creyentes, si no mas bien porque no les agradaban los forasteros, no les gustaba el ruido que hacían al no dejarles estudiar a gusto. Ambos soñaban con dejar el pueblo e irse a estudiar a la universidad en la ciudad. Pero lo que más odiaban era el calor que tocaba en aquellos meses.Adriana convenció a Roberto de salir por un momento a tomar un helado para calmar el calor. Roberto accedió a la idea y juntos salieron un momento a la calle a comprar y deleitarse con un helado de un puesto ambulante que abría por esas fechas. Se sentaron en la acera y miraban como llegaban los visitantes. Los dos ya se conocían todos los tipos de turistas que venían por semana santa; Fanáticos religiosos, ladrones, mochileros, vendedores de baratijas, etc. Pero lo que nunca faltaba y siempre sobraba eran grupos de jóvenes juerguistas que venían en busca de alcohol y mujeres. Ambos se sorprendieron al ver alguien que no encajaba en esas categorías. Un motociclista con una chaqueta de cuero, tenía un aspecto bastante rudo. Los dos hermanos al terminar sus helados se levantaron y volvieron a encerrarse con la esperanza de poder estudiar con el ruido.


MartesDurante la noche las calles eran más ruidosas, al ser de noche y el calor menguar, la gente salía de su casa más a gusto. Roberto fue a la tienda de la esquina a comprar vegetales para la cena. En la calle notó un hombre que jamás olvidaría. Roberto se sintió muy atraído hacia aquel hombre. Se asustó al sentirse así, pues el no era homosexual. Se entró corriendo a su casa.–¿qué pasó? – preguntó Adriana asustada al verlo entrar de golpe a la casa.– Nada – contestó Roberto completamente ruborizado.–¿y los vegetales?–¿Qué vegeta...? ¡Diablos! Los olvidé afuera.Adriana salió a buscar la bolsa de los vegetales sola, porque Roberto se reusó a salir, Adriana no hizo mucho caso de ello y fue sin más. Al buscar por afuera de la casa miró por todos lados y no la encontró, solo vio gente embriagándose como todos los años. De pronto sintió que tocaban su hombro.–¿Disculpa, estás buscando esto? -Adriana al darse vuelta vio al hombre que dejó aturdido a su hermano, ahora ella quedó boquiabierta al verlo. Ella se quedó en completo silencio y le costó reaccionar.– mmm... yo... – balbuceó toda nerviosa– este... yo...El hombre sonrió y le alcanzó la bolsa.– La encontré aquí dejada y pensé que tal vez vendrían a buscarla devuelta.– Muchas gracias – dijo Adriana después de un rato sin apartarle la vista del rostro.– Que tenga buenas noches señorita –dijo el hombre con tono amable–, me despido.Adriana se quedó parada fuera de su casa mirando como se alejaba aquel hombre, pensando que nunca en su vida había visto ni nunca más verá a un hombre más hermoso que aquel forastero misterioso.


MiércolesEn Santa María la semana santa siempre era en verano, pero aquel año empezarían a pasar una serie de fenómenos inexplicables. Todo empezó a distorsionarse el miércoles. Para sorpresa de todos ocurrió un fenómeno que dejó perplejo al mundo entero, en Santa María por primera vez en la historia cayó nieve, durante la mañana comenzaron cayendo copos de nieve pequeños, pero hasta el mediodía se convirtió en una ventisca de fantasía. Al comienzo muchos creyentes pensaron que se trataba de un milagro de Dios, de que el señor había hecho caer nieve por primera vez en aquel pueblo tropical. Convirtiéndose en la peor helada que habían visto, la temperatura cayó hasta los -15°.Durante la noche, el motociclista desde el cobertizo donde se hospedó, levantó la cabeza y sonrió. Mientras la nieve acariciaba su rostro con fríos besos de nieve.Susurró para el mismo: "Ha venido". Continuó escribiendo en una libreta."El monstruo vino como el obispo había predicho, por el clima supongo que puede controlar el hielo. El oro es su única debilidad, si es tocado por él, es inmovilizado como una piedra, y si es herido por él, muere."Tomó un cuchillo de oro puro y se hizo un pequeño corte en el brazo izquierdo, después introdujo en la herida una pequeña pepita de oro. Se vendó el brazo y siguió escribiendo."La única manera de no caer en sus hechizos, es que la sangre entre en contacto con el oro. Ahora entiendo porque en el vaticano hasta los cubiertos son de oro. Pues el oro tiene mayor voluntad en los hombres que cualquier hechizo."

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